Los días posteriores transcurrieron con tranquilidad para la banda. Durante casi dos semanas el submarino fue surcando los mares de aquella ruta por la que habían tenido que desviarse, parándose en las islas estrictamente necesarias para repostar.
Juvia esperaba cada mañana el periódico del día, para comprobar los carteles de recompensa, encontrando aproximadamente cada tres días otro ejemplar del de su hermano, cada vez con la recompensa más alta. A pesar de las numerosas veces en las que aumentaron su precio, manteniendo el "Solo vivo", pocas veces venía acompañado de una noticia en el periódico. Lo poco que pudo averiguar la muchacha fue que su hermano era especialmente escurridizo, y siempre iba acompañado del segundo al mando del Ejército Revolucionario, por lo que no habían tardado en marcarlo como uno más bajo las órdenes de Monkey D. Dragon.
El submarino de la banda se había detenido aquel día, tras tres jornadas de navegar sin descanso, en una pequeña isla a conseguir algo de comida. Varios de los miembros se ofrecieron a hacer los recados para poder estirar las piernas. Juvia, por el contrario, aquel día prefirió quedarse sentada junto al submarino en el puerto, con las piernas colgando desde la alta pasarela, sin llegar a tocar el agua, perdida en sus pensamientos.
Pero de repente un gran estruendo sacudió la pequeña isla, y numerosos gritos llegaron a los oídos de la artificiera. La muchacha se incorporó a la carrera, llegando a tropezarse, pero logrando mantener el equilibrio antes de caer al suelo, y echó a correr a lo largo del muelle, sin volver la vista atrás.
En el interior de la isla, la situación era un auténtico caos. La gente iba corriendo de un lado a otro sin preocuparse en si se chocaban entre ellos, o iban tirando a los niños al suelo. Juvia hizo fuerza para correr en contra de la mayoría, donde parecía originarse todo aquel follón. Pero entonces escuchó lo que le pareció un cañonazo, muy cercano, tanto que los oídos le retumbaron y empezaron a pitar. La muchacha se las arregló para permanecer de pie, y seguir arremetiendo contra la gente histérica. A un par de esquinas estaba la plaza central de la isla, de donde parecía huir toda aquella gente, y hacia donde se dirigía ella. Por fin logró doblar la última calle, descubriendo un horror de cuerpos tendidos en el suelo, y otras tantas personas tratando de pasar por encima de ellos, huyendo de la horda de piratas que había llegado por el extremo opuesto a ellos a la isla. Entonces la muchacha pudo ver entre la gente que intentaba hacerles frente una figura que se le hizo desgraciadamente demasiado familiar. El joven moreno estaba blandiendo su enorme katana frente a los piratas, utilizando su habilidad para ayudar con el desconcierto y el caos, dándole a la gente una oportunidad de huir. Juvia fue a gritar su nombre, pero un segundo cañonazo silenció su voz. Los escombros de un edificio cercano saltaron por encima de su cabeza, yendo a parar, para su horror, al centro de la plaza, donde estaba su capitán, entretenido con varios piratas. El muchacho pudo esquivar casi todos aquellos cascotes, pero sus enemigos supieron aprovechar la distracción y saltaron sobre él, llegando a alcanzarle con sus espadas. Juvia, aterrada, continuó corriendo hacia él, llamándole una y otra vez, sin preocuparse por sus propios enemigos. Cuando por fin logró llamar su atención, estando a aún a un par de metros de él, extendió su mano, para alcanzarle de una vez por todas.
-¡Juvia, cuidado! –gritó él de repente.
Antes de que la artificiera pudiera llegar junto a su capitán, una marabunta de gente apareció, corriendo despavorida, por una de las calles cercanas. La maraña de gente se abalanzó sobre ella, llegando a tirarla al suelo, sin preocuparse en si la pisaban. Juvia escuchó a Trafalgar llamarla de nuevo, en la distancia. La joven ahogó una queja, y se cubrió la cabeza con los brazos. Notó golpes por todos lados, e incluso algún pisotón en piernas y espalda. La muchacha apretó los labios, deseando despertar aunque cayera inconsciente, cuando de repente escuchó un fogonazo a su lado, y varios gritos de las personas que corrían a su alrededor. Notó unos brazos pasar por encima de ella, que la elevaron sin dificultad incluso más allá del suelo. Cuando se atrevió a abrir los ojos, se vio varios metros por encima de los tejados de los edificios de la isla, y agarrada a un muchacho que no tardó en reconocer.

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Traff's lil headache
FanficLos Heart Pirates creían llevar una vida "tranquila" dentro de su rutina como piratas. Pero todo empezó a cambiar desde el momento en que una pequeña obsesa de los explosivos se cruzó en su camino.