Trafalgar volvió al interior del submarino una vez hubo perdido de vista el cuervo en el que Wave se había marchado. Perdido en sus pensamientos, se encaminó a la sala en la que había dejado descansando a Juvia, encontrándola, para su sorpresa, tranquilamente recostada tal y como la había dejado. El capitán cerró la puerta a su espalda y se aproximó a la cama con cuidado, temiendo ahuyentar la expresión de alivio que se había adueñado de su rostro.
-Oye Traff... -comenzó finalmente, dirigiendo la mirada a su capitán-. Me dijiste que Wave estaba bien... -él asintió en silencio-. ¿No tenía ni una herida? –insistió, llevándose una mano al costado, justo sobre su herida.
-No tenía sangre, ni ningún desgarro en la ropa –contestó él, alzando la mirada al techo y arrugando el entrecejo.
-Pero... -continuó ella, para nada convencida- la flecha le alcanzó... Pude ver cómo me había atravesado –pero enmudeció durante unos segundos. Juvia comenzó a incorporarse en la cama, ayudada de Trafalgar, que fue rápidamente a su lado, para quedarse apoyada sobre el cabecero. Entonces separó apenas unos centímetros la mano que había dejado sobre su costado-. La flecha era larga... Y él estaba muy cerca de mí. La punta parecía haber llegado a su abdomen –fue exponiendo lentamente, intentando ordenar sus ideas-. Pero su cuerpo no era sólido –sentenció finalmente, girándose hacia su capitán-. Parecía... ¿agua...? ¿Es eso posible?
Trafalgar miró profundamente a su artificiera, llegando a arrugar aún más el ceño.
-¿Estás segura de eso? –preguntó con voz grave. Ante la muda afirmativa de Juvia, suspiró-. Si es así, Wave está en un lío bastante serio... Se ha convertido en el usuario de la Akuma no mi más rara y buscada de todas.
El moreno se separó de la cama para ir a buscar en uno de los cajones de la mesa, donde había ido guardando durante años los carteles de los principales piratas. No tardó en localizar el de Wave, con el que volvió a la cama, a sentarse en el borde sin molestar demasiado a Juvia. Durante aquellos minutos, en los que el capitán estuvo estudiando desde todos los ángulos el papel, Juvia se mantuvo en silencio, observándole con una sonrisa.
-Eso explicaría el "Solo vivo" –murmuró tras un rato.
Juvia finalmente dejó escapar la suave carcajada que había mantenido al filo de sus labios.
-Hacía tiempo que no te veía tan nervioso por un cartel –comentó divertida.
Trafalgar bufó ante su comentario, recordando la vez que peor lo pasó por la llegada de un nuevo cartel de "Se busca". Sobrerreaccionó tanto que se causó un ataque de ansiedad, además de prohibirle a la artificiera pisar tierra firme los tres meses posteriores. El muchacho se dio cuenta de que Juvia seguía observándole, con una sonrisa que se le antojó dulce y agradecida. Pero él torció los labios.
-Después del susto que nos habías dado, no quería ni pensar en tener que sacarte de una parecida –farfulló, cruzándose de brazos, aunque buscando de nuevo aquellos ojos azules discretamente bajo la visera y llegando a sonreír sin que ella se diera cuenta.
Los días posteriores, para sorpresa y alivio del capitán, transcurrieron con tranquilidad. Juvia se mantuvo paciente mientras su herida sanaba, sin hacer demasiado el bruto, o andar corriendo de un lado a otro. Saber que su hermano seguía vivo la había ayudado a ver las cosas de otro modo y a dejar, aunque fuera momentáneamente, de lado el impulso de ponerse constantemente en peligro. Y eso su capitán lo agradecía solo la sirena sabía cuánto.
El submarino había emergido en medio del inmenso océano, y nada quedaba a la vista, salvo aquella infinidad de mar, cuyo límite se difuminaba con el azul perfecto del cielo despejado. Juvia estaba sentada sobre la cubierta, apoyada en la baranda del submarino a la que se había enganchado Garuna. Ambas observaban entretenidas a sus compañeros trabajar, e ir de un lado para otro, saliendo y entrando del interior de la nave.

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Traff's lil headache
FanfictionLos Heart Pirates creían llevar una vida "tranquila" dentro de su rutina como piratas. Pero todo empezó a cambiar desde el momento en que una pequeña obsesa de los explosivos se cruzó en su camino.