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La joven sintió su consciencia volver a ella tras un paseo lejos de su cuerpo. Poco a poco fue notando su propio peso, envuelto por una mullida superficie que no la invitaba precisamente a despertar. Pero un profundo pinchazo en la espalda la hizo revolverse y soltar un pequeño gruñido, alertado a la persona que guardaba su descanso.

-Juvia... -escuchó que la llamaban.

La joven se forzó entonces a abrir los ojos, al reconocer la voz que había murmurado su nombre. La habitación era luminosa, demasiado, y parecía entrar la luz del sol desde distintos costados. Además el color blanco de las paredes no la ayudó a adaptar sus ojos a aquella intensidad. Volvió a escuchar su nombre de nuevo antes de sentir un suave roce en la mano. Fue en aquel momento cuando pudo reconocer al muchacho moreno que se había acuclillado frente a la cama en la que estaba tendida.

-Wave... -pudo murmurar ella al ver a su hermano allí con ella, casi en un suspiro de alivio. Pero entonces abrió mucho los ojos y trató de incorporarse de un rápido bote, lo que hizo que la herida de su espalda se resintiera-. ¿Y Trafalgar? –añadió casi asustada, sin preocuparse por el ardor que había notado.

Wave entornó los ojos y señaló con la cabeza hacia delante, tras la espalda de la peliazul. Ella se giró rápidamente, notando de nuevo la intensa quemazón, pero olvidándose de ella al momento en que vio a su capitán descansando justo a su lado. La mirada de sus ojos se enterneció, y alargó la mano para poder rozar con la punta de sus dedos el rostro de Trafalgar desde la sien a la barbilla. Su gesto era, por fortuna, relajado, y dormía con los labios ligeramente entreabiertos. Tenía el pelo completamente alborotado, y el flequillo le caía en todas direcciones, sin llegar a ocultar la fina línea que formaban sus ojos cerrados, aunque marcados por unas profundas ojeras.

-¿Cómo está...? –preguntó, con un susurro temeroso.

-Hecho un colador... -suspiró él-. Pero sus cicatrices me hacen pensar que ya ha pasado por algo parecido.

Juvia recordó como un flashazo los ataques incansables de Vergo sobre su capitán aquella vez que fue a rescatarla y tembló.

-Pero se pondrá bien, ¿no...? –continuó, con la voz casi rota.

-Al parecer han sido todas heridas superficiales, nada demasiado grave –contestó el moreno, incorporándose en ese momento.

El joven permitió que durante unos segundos el silencio reinara en la sala. Durante aquel breve instante, estudió los gestos de su hermana: su expresión dulce y preocupada a la vez, sus caricias delicadas y superficiales en torno al dibujo de su mandíbula, el casi imperceptible temblor que se había adueñado de sus labios... Wave suspiró, y fue a sentarse a la silla desde la que había estado velando a los dos piratas. Desde allí apoyó el codo en el reposabrazos y acunó la barbilla en la curva de su mano.

-Juvia... ¿Qué relación tenéis vosotros dos?

A la muchacha aquella pregunta la pilló completamente por sorpresa. Abrió mucho los ojos, y las mejillas empezaron a arderle.

-¿A-a qué te refieres? –preguntó a la carrera, aunque trabándose con su propia lengua.

Wave se encogió de hombros, y señaló a Trafalgar con la cabeza.

-No puede soportar la idea de que te pase nada, y al parecer es mutuo –comentó, haciendo que con aquellas simples palabras el cerebro de su hermana empezara a calentarse. Él, al darse cuenta de que Juvia estaba empezando a ponerse roja, suspiró-. ¿De verdad no te habías dado cuenta?

-E-es mi capitán... Es lo normal, ¿no...? –consiguió murmurar con la cabeza agachada y la mirada perdida en su regazo.

Entonces el muchacho se levantó de su silla y se aproximó a la cama para ayudarla a recostarse de nuevo.

Traff's lil headacheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora