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Trafalgar no tardó en recuperar la consciencia, debido al fuerte traqueteo que le mecía, y el dolor que este le provocaba en todo el cuerpo. Pero le costó poder abrir los ojos, aunque fuera para situarse.
Fue cuando la rápida carrera que le transportaba comenzó a relajarse, y cuando sintió de nuevo la brisa del mar sobre su rostro cuando pudo abrir los ojos.

Se encontró recogido entre los brazos de su navegante, que trataba de subir al submarino, separado unos centímetros de la plataforma, manteniendo el equilibrio, mientras mantenía al capitán pegado a su pecho, sujeto entre sus pezuñas. Cuando el oso se decidió a saltar, seguido por Penguin, que cargaba con Juvia, colocada a caballito sobre su espalda, Trafalgar comenzó a removerse. Bepo, al sentirlo, se acuclilló sobre la cubierta, dejando al muchacho sentado sobre ella, pero aún sujeto por sus enormes y mullidas patas.

-Capitán... -susurró el animal.

Law tardó un rato más en poder controlar su cuerpo. Pero incluso antes de poder hacerlo, y de que la cabeza dejara de darle vueltas, susurró.

-¿Y Juvia...?

Bepo, antes de responder, buscó con la mirada al miembro de la banda que llevaba a la muchacha, y Penguin, al escuchar el suave susurro del capitán, se acercó a él, para colocar a Juvia con cuidado a su lado para que pudiera verla.

-Está bien... -susurró el pelirrojo.

-Está herida... -musitó Law.

Penguin y Bepo cruzaron una mirada antes de volver a dirigirla hacia su capitán.

-Bueno... Un poco... Pero no son graves... -repuso Penguin mirando a la peliazul, antes de girarse de nuevo hacia el moreno y mirarle seriamente-. Tenemos que encargarnos antes de ti.

Pero aquellas palabras parecieron despertar por completo al capitán, que se incorporó para acercarse a Juvia, llegando a tambalearse, y siendo sujetado por Bepo.

-Penguin, ayúdame a llevarla abajo –comenzó-. Tengo que curarle esos cortes y...

-¿No me has escuchado? –le cortó el muchacho-. Sus cortes pueden esperar, pero no tus heridas –repuso, algo enfadado.

-Ha sido ella la que ha estado varias semanas secuestrada. Es ella la que necesita tratamiento –repuso con un tono de voz tranquilo, irrefutable, e incluso fiero-. No me pasará nada por esperar unos minutos. Después me encargaré de mis heridas.

-¡Pero capitán! –intentó quejarse Penguin.

Pero en aquel momento un fuerte temblor, seguido de un tremendo estruendo, hizo temblar la mansión y el submarino. El resto de la banda se aproximaba corriendo a la nave, seguidos de furiosos miembros de la guardia del Tenryuubito, que no dejaban de disparar contra ellos, tratando de detenerles en su huida.
Por fortuna, Shachi usó sus explosivos para lanzarlos hacia todos sus perseguidores, haciéndoles saltar por los aires, y creando una oportunidad para sus compañeros de alcanzar la nave.

-Si tanto quieres curar a alguien, encárgate de ellos –repuso entonces el capitán, al ver el estado en el que se encontraban sus hombres, todos con heridas superficiales, cortes de arma blanca, y alguna que otra quemadura de bala-. Bepo, sácanos de aquí –añadió mientras se levantaba, tirando de Juvia con las pocas fuerzas que le quedaban para llevarla al interior del submarino.

Todos los miembros de los Heart Pirates saltaron a la cubierta de la nave, cayendo de cualquier manera, unos sobre otros, creando una pila humana, de la que empezaron a resbalar algunos miembros, y que habrían caído al mar de no ser porque otros pudieron atraparlos a tiempo. El navegante de la banda corrió a la sala de mandos, mientras Penguin se acercaba a la montaña de piratas, para ayudarles a salir de ahí, y empezar a tratar las heridas más graves.

Traff's lil headacheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora