Capitulo 3 - Preguntas -

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La suave brisa del Bosque hacía que la noche transcurra sin sobresaltos. Pero en los sueños de Alicia esa paz fue interrumpida. Nuevamente se encontró descalza en medio de la noche. Buscando a Otis desesperadamente, cuando alcanza a ver entre los matorrales de un bosquejo al can junto a Salvador. Solo observándola sin mediar palabra. Ella se acerca a ellos y con una sonrisa calma la angustiosa situación. Pero el joven intenta hablar sin emitir sonido y una voz desgarrada la altera nuevamente, " Alicia, ayudame"..
Despierta agitada y el Sol desempalidece su rostro.
Sentada en el sillón intenta recuperar la respiración.. Otis, ya de pie junto a ella parece pedir a gritos un plato de desayuno.. su actitud causa gracia a la joven la cual decide dejar ese mal sueño de lado para disponerse a comenzar el día..
Una vez habiendo terminado de desayunar, Alicia comienza su caminata diaria junto a Otis. Mientras lo hacía buscaba por las calles ver a Salvador. Pero aquel misterioso joven solo se hacía presente cuando ella menos lo esperaba. Muchas dudas quedaron en la mente de Alicia. Preguntas que no hizo por no incomodar a muchacho. Pero... sabia que algo, él no le contaba o mejor dicho, no aclaraba y eso, de alguna forma, inquietaba a Alicia.
Mientras avanzaba el paseo diario, se sienta en la plaza un momento para darle a Otis algo de agua. En ese momento aquella misma mujer que reconoció al can días atrás, vuelve a pasar y de la misma forma se queda observándolo. A lo que la atención e incertidumbre hacen que Alicia le pregunte su nombre..

-Hola! Soy Alicia. Un gusto.( extendiendo su mano)- ¿Conoces a Otis? ¿ Sabes quienes son su dueños?

La mujer solo los observa y al escuchar el nombre "Otis" y confirmar que Alicia no es su dueña, parece estremecerse aún mas. Y sin más, se va casi corriendo.

"Esto realmente se pone extraño. Y me asusta" - Exclama Alicia sin entender absolutamente nada. Sus pensamientos la confunden. Ideas vagas en su mente y la llevan a imaginar que la extraña mujer quizá, sea familiar de Salvador. Pero...¿ por que no dijo nada al respecto? Tal vez Salvador sería algo así como, un prófugo, por lo cual su familia se alejaría de él?

"¡No! Eso es imposible" - Se dijo así misma y siguió su camino junto a Otis.

El día trascurrió de manera tranquila para este par de amigos que ya se habían hecho casi inseparables. Alicia decide dejar de lado todo aquello que le parecía extraño, incluso dejo de pensar en ¿quién sería aquel raro muchacho, Salvador?...

Los días pasaban y cada vez era mayor su paz. Las pesadillas se disiparon poco a poco y la joven solitaria estaba mas a gusto en su casa y con su nueva vida, y obviamente junto a Otis.

El can realmente era tan apegado a ella como si desde que vió por primera vez la luz en este mundo habría sido junto a Alicia. 

Pero Salvador de tanto en tanto aparecía en la casa con alguna extraña excusa. Esto hizo que también se acerque a Alicia cada vez más. Al punto que una pseudo amistad estaba creciendo entre ambos.

Alicia, quiero enseñarte un lugar! Para mi era muy especial... cuando vivía aquí, en el pueblo. Podemos llevar una canasta y pasar el día allí, ¿Que te parece?

La joven lo piensa unos minutos teniendo en cuenta que no hacía mucho conocía a Salvador y dado el hecho que siempre la visitaba en su casa, pero jamás había ido a un lugar desconocido con él, algo dubitativa mira a Otis como pidiendo su opinión a lo que el peludo amigo reacciona dando vueltas y moviendo su cola en son de felicidad.

- Si él lo aprueba, entonces ¡vamos!-

- ¡Gracias amigo! agradeció Salvador acariciando tiernamente a Otis. 

Entre charla y planes para el día siguiente, se hicieron casi las ocho de la noche, por lo cual, Alicia invita amablemente a cenar a Salvador.

- Se preparar unas pastas gratinadas con salsa que te dejaran saboreandote los dedos. ¿ Te quedas?-

Salvador sintió que en todo este tiempo solo deseaba estar allí, pero algo no se lo permitía por completo. Algo lo impulsaba a tener que irse.

- SInceramente me encantaría Alicia, pero tengo que irme. - mientras se despedía de sus amigos marchando rápido hacia la puerta, -Mañana los buscaré cerca del mediodía, así que estén preparados para conocer mi amada colina.- y se marchó.

La joven quedó algo desconcertada al notar cierto nerviosismo en Salvador, y aunque sus instintos querían hacerla caer, ella solo pasó por alto la situación y solo preparó cena para dos, ella y Otis. Con dudas y muchas preguntas sin responder, seguiría adelante con esta nueva amistad, que en el fondo le traía alegría y algo de paz...

Luego de la cena, prepara un café y se recuesta en el sillón de la sala a ver algunas fotos de su infancia, sus vacaciones en familia. Recuerdos que se habían borrado de su mente, ya que era muy chica cuando sus padre murieron. Algo de tristeza la invadió y solo su peludo amigo estaba allí, con su cabeza apoyada en las piernas de Alicia, como quien consuela con su sola presencia. Entre las fotos, papeles. Boletas de compras de varias cosas a nombre de su padre. El auto, ropa, y muchas cosas más...

- ¿ Para qué guardaba todo esto papá?- sonriendo sin entender la causa de tanta acumulación.

Y siguió mirando fotos dejando a un costado todas aquellas boletas que veía irrelevantes hasta que el sueño causó que quedara allí acostada con todo en su regazo, y obviamente su compañero, a su lado en la alfombra, se dejo llevar por la paz que los rodeaba. Y así, una noche más, el frío cubría la casa de Alicia. La misma casa que era custodiada a unos cincuenta metros hacia el parque por un guardián que ya no dejaría que Alicia se sintiera sola.

"La chica de la colina"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora