- Mamá, ya te dije muchísimas veces que una vez que terminara mis estudios aquí, me iría. ¡No insistas!-
Salvador caminaba hacia su habitación mientras dejaba libros en una mesita que estaba en el pasillo de la escalera. Su madre no para de pedirle que pensara antes de tomar enserio su decisión de irse del pueblo.
- Hijo, no tenes por que irte de Lago escondido. Acá a un pueblo de distancia hay muchas fabricas donde podés trabajar. ¡Pensá en tu papá! Él está grande ya y tenerte lejos lo va a enfermar.- sosteniéndolo de la mano y mirándolo a los ojos- Pensalo. Pensalo un poco más, y si de verdad no hay nada para vos acá, yo te regalo el pasaje a Buenos Aires. - concluyo.
Salvador vió en los ojos de su madre un pedido desesperado, y casi manipulador, por retenerlo en el pueblo.
Él es un joven soñador, lleno de expectativas de vida y con una ambición enorme. Deseaba enormemente terminar sus estudios para aventurarse a viajar a la Gran Ciudad de Buenos Aires y una vez allí, lograr sus metas. Estudiante de Arquitectura, con promedios de diez. tenía absolutamente todo para conseguir lo que se proponía, salvo por un detalle que no pasa desapercibido, su madre. Siempre se las arreglaba para de una u otra forma, convencerlo de que no se alejara de ellos. Siempre fueron una familia unida, "Todos para uno y uno para todos", así decía su padre. Salvador era un hijo de esos que no daba paso sin el típico consejo familiar. Pero el viajar a Buenos Aires para él, era una meta enorme que no dejaría pasar en cuanto tuviese la oportunidad de cumplirla.
- Mamá, ya te dije que esto es muy importante para mi. Aparte falta un poco para eso. Necesito...recibirme mamá.-
-Ya se hijo. Solo quiero que tengas en cuenta que Buenos Aires ¡no es acá a la vuelta!-
Ni uno ni el otro estaban dispuestos a bajar la guardia con lo que pretendían..
Salvador pasaba sus horas de ocio pescando en el lago, junto a su mejor amigo. Cuando no estaba estudiando para dar lo mejor de si en sus estudios, trataba de cumplir con sus padres y su casi novia. Pero el viajar, era para él lo mas importante.
Ya una vez allí, en la noche que tanto ansiaba, sus emociones comenzaron a jugarle una mala pasada. El solo hecho de pensar en que se convertiría su vida en poco tiempo, lo hacían llenarse de nervios y ansiedad. Hablo para si mismo, inquieto, que si algo salía mal, todas sus expectativas se verían derrumbadas. Los miedos comunes de un joven que se aventura a dejar el nido para crecer y forjarse ante la vida. Pero al mirar hacia un lado, vio a sus padres orgullosos de su hijo, y esas miradas tranquilizaron sus inquietudes momentáneamente.
La fiesta de graduación se llevó a cabo de manera tranquila. Sus amigos y compañeros sabían de su decisión y apoyaban la misma, no de la misma forma que Amalia, quien estaba saliendo con él desde hacía un tiempo. Aunque le había dicho que si ella quería, podía irse con él a Buenos Aires, ella prefería seguir en el pueblo a sabiendas que su relación se vería fuertemente afectada por ello. En un momento a solas, ella reconoce que lo extrañaría muchísimo y que aunque lo amaba, no estaba preparada para alejarse de su familia de esa forma. Quedaron en silencio por varios minutos hasta que Salvador tuvo que marcharse junto a sus padres, despidiéndose de Amalia, ya que en pocos días partiría de Lago escondido y no quería hacer más difícil la despedida.
Al llegar a su casa, el silencio invadió a la familia. su habitación era un despacho de embalaje preparado para ser embarcado. Su padre, al saber lo inevitable toma una decisión y sin decirle nada a la madre, se dirige a la habitación con algo en su mano.
-Hijo, se muy bien que te irás de todas formas. Diga lo que diga no cambiará tu decisión. Así que...que más da!- entregándole unas llaves -Si te vas a ir quiero que lleves con vos algo que te recuerde que si las cosas se ponen malas, podes volver rápido a tu casa.
Salvador tomó las llaves del viejo auto de su padre y solo pudo abrazarlo lleno de emoción. Fue un momento único entre padre e hijo antes del nuevo comienzo en la vida del joven.
Esa noche, luego de la emotiva cena donde sus padres no dejaban de aconsejarle una y otra cosa, Salvador se dispone a descansar y visualizar en su mente todo el cambio venidero. A su lado, en la alfombra, su mejor amigo; quien sería testigo de esta nueva vida en la gran ciudad.
-Si amigo mío. Vos venís conmigo.
Concluyó acomodando su cansada cabeza en la almohada.
Ya con todo preparado, y sus ansias naturales, su último día en el pueblo fue para terminar de despedirse de sus amigos y algunos vecinos que le deseaban lo mejor.
Había decidido salir de su casa antes del amanecer. Ya que para el ver el Sol en la ruta era majestuoso. Así que sin mediar más palabras, una vez cargado todo en el baúl, abre la puerta del acompañante invitando a su mejor amigo a subir al auto.
Un último abrazo más que sentido con sus padres, fue, el adiós!-¡Te lo dije amigo! Esto es más que hermoso..- dijo a su acompañante mientras veía el amanecer asomando en la llanura de la larga ruta. - Hoy comienza nuestra nueva vida..
Condujo alrededor de ocho horas, parando cada tanto para descansar un poco. El Sol comenzó a caer y las estrellas empezaron a asomar lentamente en el azul cielo. Tenía por delante unas ocho o nueve horas más de viaje; por lo cual toma la decisión de salir de la ruta y dormir un poco antes de seguir el viaje, el cual marcaría su existencia con un antes y un después. Y su pecho estaba lleno de orgullo por estar en el camino correcto a cumplir el que era su mayos anhelo...
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"La chica de la colina"
Short StoryUna muchacha tranquila, introvertida. Con un secreto que la marca desde niña. sus decisiones la llevan a quedar parada frente a dos realidades, una existente y la otra, quizá solamente dentro de su cabeza! Una vida llena de misterio y dolor. Un amor...