"Lago Escondido", un pueblo apacible. Lugar donde la locura cotidiana parece hacerse al un lado gracias a la tranquilidad y su fronda Naturaleza. Un espacio especial para personas como Alicia, que buscan solamente vivir sin sobresaltos. Pero fue justamente la vida misma quien la puso en este lugar, donde aparte de encontrarse a ella misma, encontró sin buscarlo, al amor. Un amor distinto. Un amor que como si fuera una burla del destino, jamás podrá disfrutar a pleno.
Luego de aquel descubrimiento de la mano de la señora Pierri, que más tarde fue la inminente confesión de Salvador, Alicia solo dejaba pasar los días como algo irremediable. Solitaria, pensante, introvertida. Así, tal cual, era su misma vida en la gran Cuidad. Pero en un ambiente totalmente ya aceptado por ella. Junto a Otis cada día, esperaba en su sillón, que daba la visión perfecta hacia el bosque, con la esperanza de que Salvador apareciera nuevamente.
El tiempo paso y ella debía vivir de algo. Pero no quería por nada tener que acudir diariamente al pueblo. Así que pensó en aprovechar lo que la Naturaleza le daba y empezó a producir Dulces, los cuales si, una vez a la semana llevaría a distintos almacenes para ser vendidos.
Cumpliendo ya los veinticinco años de edad, y en una total ermitañiedad, solamente vivía de recuerdos. Algunos de su niñez los cuales eran muy escasos. Pero la mayoría de estos, se basaban en el breve periodo que pasó junto a Salvador.
Pensó una y otra vez en terminar con su existencia, pero, al mirar a Otis caía nuevamente en aquella realidad que aún la atrapaba en este plano. "Vive" era la única palabra que lograba soñar, saliendo de la boca de su amado. Y en honor a eso, decidía seguir adelante.
Mantenía distancia de todo ser humano. Hay quienes cuentan que aveces se la veía sola junto al can, sentada en la colina. Allí la hablaba a Salvador, como quien cuenta su día a un amigo cercano. Las personas que la veían, solamente la dejaban y solo murmuraban. "Es la casa"; decían. "Esta maldita".." su antigua dueña también sé volvió loca".. y otras tantas cosas que se decían por el pueblo. Pero Alicia, al contrario de la actitud que tuvo en Buenos Aires, solo los dejaba hablar. Después de todo, no tenía donde huir. Tampoco deseaba hacerlo, ya que eran en ese mismo sitio donde, algún dia, volvería a ver a Salvador.
Pasaron los días, semanas, meses...Pasaron los años para ella. Su fiel amigo allí, estaba como un guardián de hierro. Ya a estas alturas, su mercado de Dulces era todo un éxito. Fue expandiendo sabores, texturas y empaques de los mismos. Olvidado había quedado todo aquello que de ella se hablaba. Solamente era, Alicia, la dueña de Dulces "Pierri" apropiándose del apellido de los antiguos dueños de su casa, hizo su propio negocio sumamente admirado. Tanto así, que ya con la edad de setenta largos años, la gente del pueblo, aquellos que desconocían la historia, comenzaron a preocuparse por su marcada soledad. Algunas de las jóvenes se ofrecían a cuidarla en su casa a cambio de un módico salario que ayudará a sus estudios. Pero Alicia, no permitía que nadie invadirá su espacio.
Su casa, sus reglas. A menudo, luego de producir sus mermeladas, se sentaba en el porch de la casa y tomaba té. Observando la espesura del bosque. Y de tanto en tanto, su aún presente sexto sentido, la hacia sonreír. Sabiendo que cada día pasado era un día menos en la espera de su reencuentro. Al cerrar sus ojos y respirar profundo, podía sentir la presencia de Salvador.
Sus frágiles manos, llenas de arrugas ya estaban algo cansadas. Al igual que su rostro ya no guardaba aquella belleza de la juventud, pero cada marca en él era la prueba fehaciente de su historia. De sus aflicciones, decisiones y luchas internas. Su cuerpo debilitado por los años comenzaron a pasarle factura y las complicaciones comenzaron a aparecer.
Una mañana de sábado, luego de enviar los pedidos al pueblo, hizo llamar a una de las jóvenes que se ofrecieron a cuidarla solamente para hablarle. Nancy era una chica humilde, de familia trabajadora. Única hija de un matrimonio obrero del pueblo. Esta joven le había contado que una vez terminado sus estudios, deseaba ir a trabajar a la cuidad para ayudar a sus padres. Tomando eso, Alicia tomó una decisión crucial.
- ¡Pasa! Toma asiento.- amablemente invito a la muchacha.
- ¡Gracias señora Alicia! Permiso.- expresó con asombro, ya que era la primera vez que entraba a la casa de Alicia.
En realidad era la primera vez que alguien entraba a la casa. En todos sus años, Alicia había marcado un hermetismo enorme con respecto a su espacio personal.
- Bien. Nancy te mande a llamar por que debo hablarte de algo muy importante, cariño. Te agradezco que hayas venido como también agradezco tu voluntad de ayudarme. Ya estoy vieja pero la verdad es que no soy yo que necesita ayuda. Solamente quiero que me prometas algo...-
- Si. Dígame, señora. ¿Que puedo hacer por usted?-
-Ante todo, escuchar una historia, luego voy a pedirte el favor.-
Las siguientes horas, Alicia contó sin entrar en detalles íntimos, lo sucedido con la decisión de Salvador de dejar el pueblo. Aclarando que esto no significaba que a Nancy le pasara lo mismo. Solamente hizo incapié en la poca necesidad de la joven de marcharse después de escuchar la oferta que le haría.
Alicia sabía que su tiempo estaba acabando y necesitaba alguien de noble corazón y gran temple que se ocupará a futuro de su casa y de su negocio. Para ella era redonda la ecuación. Toda su vida había trabajado para lograr lo obtenido. En parte fue su desahogo ante el dolor y la ausencia. Ella marcharía en paz y dejaría a Nancy y su familia un futuro en Lago Escondido.
Era por lejos, la única voluntad de Alicia.Lucho por varios días contra un fuerte dolor en el pecho que hacia que su cuerpo claudicara cada vez más.
Lucho hasta dejar todo en manos de Nancy y sus padres. Quienes fueron su compañía, cuidándola, atendiendola y dándole en sus últimos momentos la mejor calidad de vida. Terriblemente agradecidos por tamaña oportunidad.Una noche, ya postrada en su cama, había pedido que la ventana que daba al bosque, quedara abierta. La madre de Nancy dormida en el sillón al costado de la cama, fue la última es verla con vida.
Cerca de las cinco de la madrugada, Alicia voltea su mirada hacia la ventana y obstaculizando la visión, parado, allí a su lado, con una sonrisa iluminada, se encontraba Salvador.
- ¡Sabía que ibas a venir! ¿Por qué me hiciste esperar tanto?-
-Simplemente por que tenias que vivir, mi amor.-
- Pero jamás deje de amarte y esperarte. Jamás pude volver a enamorarme.-
- Vivir, no es solo experimentar el amor físico. Es sentir cada día el Sol en la piel. Es despertar con un plan. Ya ves, viviste para lograr algo grande y de eso tan grande hoy, podes ayudar a alguien más. Eso, eso es vivir. Darle un sentido a tu vida. Y créeme mi eternamente hermosa Alicia, tu vida, tuvo más sentido del que crees.-
- Pero sufrí, sufrí tu ausencia. Me dolió el haberte perdido cuando más te necesitaba.-
- Jamás me perdiste. Jamás dejé de cuidar tu sueño, tu despertar, tus logros. Jamás abandone tus pasos. Sólo necesitaba que pudieras hacerlo.-
-Y ahora ¿que? Ya estoy lista, Salvador.-
-¿Ahora? Ahora si mi amor. Luego de ver como disfrutaste tu existencia, llego el momento de cumplir con mi promesa. Por eso estoy acá. ¡Ya es hora!-
Alicia cerró sus ojos, respiro profundo y pudo por primera vez, sentir la cálida mano de su amado. Su último suspiro exclamó una palabra que sólo él silencio de la madrugada pudo escuchar.. " Viví "
Hay quienes aseguran que cada domingo durante el ocaso, se ve una pareja de jóvenes junto a un gran can blanco por la colina. "Se los ve enamorados" dicen, "pero no son del pueblo, nadie los conoce"... pero allí en la amada colina, Alicia y Salvador junto a Otis, aprendieron a vivir su tan anhelado y eterno AMOR!...
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"La chica de la colina"
Short StoryUna muchacha tranquila, introvertida. Con un secreto que la marca desde niña. sus decisiones la llevan a quedar parada frente a dos realidades, una existente y la otra, quizá solamente dentro de su cabeza! Una vida llena de misterio y dolor. Un amor...