El viaje fue menos incómodo gracias a que Makkachin sacó su cabeza por la ventana y comenzó a ladrar alegremente. Yuri casi muere de un infarto cuando le vio a través del espejo, y obligó a Otabek a detener el auto para subirse atrás con el perro. Una vez Makkachin tuvo puesto el cinturón de seguridad, siguieron como si nada. Pasaron por una iglesia gigante, los ventanales pintados y las flores alrededor, Yuri supuso que ahí sería la boda de Otabek.
A unos kilómetros más allá, Otabek detuvo el auto. El lugar era precioso, perfecto para celebrar una boda. Yuri imaginó cómo Otabek y su novia, su prometida, habían elegido el lugar. Cómo miraron con ilusión y anhelo el lugar donde celebrarían su unión...
Joder.
Se sintió estúpido de estar ahí, ¿en qué momento pensó que sería buena idea? Bueno, en verdad no lo pensó. Solo se dejó llevar por la estúpida actitud de Otabek y los estúpidos recuerdos de su (estúpido) noviazgo. Quería dar la vuelta, tomar a Makkachin, e irse muy a la mierda. Incluso si perdía los miles de billetes que Otabek Altin ofrecía por un par de flores. Okay, a la mierda.
— Hey, ¿vienes o no? —Otabek estaba en la puerta del lugar, con Makkachin a su lado. Perro traidor, ambos.
Yuri caminó miserablemente hasta ambos y se pudo fijar en cómo el lugar era por dentro. Al fondo se distinguían los enormes ventanales que había mencionado Otabek, y a través de ellos podía ver el bosque anaranjado. Estaba vacío, sin embargo. Aún no habían muebles de ningún tipo, y por eso se veía incluso más grande.
— Así que quieres poner flores en todos lados, ¿sabes que te saldrá un ojo de la cara, cierto? Este lugar es gigante, necesitaré de un campo entero. —Yuri sacó su celular y comenzó a sacar fotos de las paredes y ventanas, luego comenzó a anotar en un doc.
Cantidad de ventanas y puertas, alto del lugar, tendría que preguntarle a Otabek por el número de mesas y cómo quería los arreglos de cada una. Joder, tenía mucho que pensar todavía, y ni hablar de todo lo que debían hacer Yuuri y él, probablemente pedirían ayuda de Víctor y Mari para completar esto. No quería ni pensar en las noches que le esperaban, después de todo tenía solo dos semanas antes de fin de mes. Quizás no fuera tan buena idea, pero ese dinero no les vendría mal, podrían comprar el local de al lado y hacer de la florería un lugar más grande, además de contratar a otras personas.
— Espera, te ayudo. —Mientras Yuri medía el ancho de los ventanales, Otabek estaba recibiendo a los encargados de traer las mesas y demás. Makkachin revoloteaba por el lugar, mordisqueando lo que puede y arrastrando su correa.
Unos cinco sujetos comenzaron a acomodar las mesas y sillas, si bien las mesas eran simples, las sillas eran algo completamente distinto. De un café oscuro, parecían sacadas de siglos atrás. Yuri vio cómo llegaban más y más mesas, pudo haber pensado que eso significaba más y más dinero para su billetera, pero su estúpida mente solo podía pensar en la cantidad de personas que habría en la boda. Posiblemente muchas, todos felices por la pareja.
Era ridículo.
Siguió midiendo, anotando, pensando. Para eso estaba ahí, después de todo. Otabek Altin era solo un cliente que le iba a pagar muy bien por un trabajo muy grande, punto. Qué importaba si era su ex, qué importaba si se iba a casar aún cuando él no ha podido tener una relación estable hace años. Qué importaba cualquier cosa.
Makkachin correteó por su lado y le ayudó a distraerse, le acarició las orejas con cariño; no lo quería admitir pero en verdad le tenía aprecio al caniche.
— Quince redondas, la otra alargada ahí, gracias. —Otabek estaba señalando el fondo del lugar, el resto de los tipos simplemente obedecían sus órdenes.
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La Jardinera [Otayuri]
FanfictionOtabek y Yuri se conocen cuando son unos adolescentes y se embarcan en una relación rápida y romántica en partes iguales. Años después, tienen que volver a verse cuando Otabek se va a casar, y busca quien haga adornos florales.