De cuerpo entero

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Se vieron un par de veces el resto de la semana, los saludos de pasillo parecían ser ya una rutina para ambos, las sonrisas eran automáticas y el sonrojo también. Yuri usó el pañuelo negro todos los días, al igual que la bufanda de Otabek, que recordó traía puesta después del cine; el moreno le dijo que la podía conservar, y aunque Yuri se negó al comienzo, acabó aceptando el regalo.

El sábado estaba cálido, el invierno ya había terminado y en abril la primavera ya estaba en su apogeo. Otabek no le habló sino hasta pasado el mediodía, y aunque Yuri quiso ocultar las ansias que tenía por hablar con él, acabó con el teléfono entre sus manos y la sonrisa en los labios, contestándole apenas unos segundos después de que llegara el mensaje.

[Beka] ¿Pizza o pasteles?

[Yuri] Papas fritas.

[Beka] Debí suponerlo, entonces es una pena, mi invitación solo incluía esas dos opciones.

Yuri ahogó su risa en su mano, escribiéndole al moreno con la otra mano. Le gustaba hablar con Otabek, le gustaba salir con Otabek y le gustaba Otabek; llevaban no más de dos semanas y ya creía estar perdido por él, con las conversaciones que tenían y el solo recuerdo de sus sonrisas que parecía reservar para él. No podía negarlo, había caído redondito por ese kazajo.

[Yuri] Entonces podría invitarte yo.

[Beka] Y me compras una caja de chocolates.

[Yuri] Y luego nos besamos en el auto de mi abuelo, estacionado por ahí.

[Beka] Me gusta la idea del beso, pero podríamos hacerlo en mi motocicleta.

[Yuri] Entonces es una pena, solo te beso si es en un auto.

[Beka] Me veré en la obligación de rentar un auto.

Las mejillas del ruso se colorearon con gracia, tenía el estómago revuelto de solo pensar en besar a Otabek, había imaginado ya como sería besar al moreno, había pensado en la suave textura de sus labios y su aliento chocando contra ellos, pero aún no ocurría.

[Yuri] Ven a las cinco.

🌷

Faltaban quince minutos para las cinco y Yuri maldecía la excesiva puntualidad del moreno, quien ya estaba frente a su puerta, aún cuando él no estaba listo todavía. Quiso bajar lo más rápido posible, incluso tropezando en el camino, sin embargo no fue capaz de llegar antes que su abuelo; Nikolai veía con una ceja alzada al joven con aspecto de Yankee, evaluando de manera rápida. Chaqueta de cuero, pañuelo gastado, jeans oscuros y ajustados, botas de combate y el corte de cabello típico de maliantes; de no ser porque Yuri ya estaba a su lado, el anciano probablemente ya le hubiese cerrado la puerta al joven moreno.

El joven desconocido alargó su mano, ofreciendo su saludo.

—Otabek Altin, es un gusto.

Nikolai tomó su mano aún con desconfianza y Yuri aprovechó el momento para intervenir, posándose entre ambos, sonriendo.

—Abuelo, él es Otabek, mi amigo.—El mayor parecía haber dejado un poco de su desconfianza, mirando al moreno frente a él.

—Nikolai Plisetsky, es un gusto.

Su abuelo invitó adentro a Otabek, y él se vio en la necesidad de dejar al kazajo junto al mayor en la sala, mientras que él subía a su habitación y terminaba de arreglarse. Intentó tardarse lo menos posible, se cambió los jeans y buscó una chaqueta ligera, dejando el pañuelo negro en su cuello. Bajó las escaleras de dos en dos y se encontró con el moreno hablando amenamente con su abuelo, preocupándose enseguida.

La Jardinera [Otayuri]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora