Un trato

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Christian pudo sentir como aquella mirada le traspasaba. Si hubiese una mirada que pudiese matar definitivamente sería esa. Aunque en realidad el pelinegro habría aceptado gustoso estar muerto si eso implicaba apartar esos espeluznantes ojos de su vista. La tensión y el silencio inundaron la sala.

Ambos permanecieron inmóviles en sus sitios. Karrick parecía estar meditando cual sería la tortura más dolorosa posible mientras que el ladrón solo pensaba en una salida posible para la situación. Con aires elegantes y tremendamente fríos el peliblanco inició su recorrido hacia el muchacho, que se forzó a no mostrar ningún sentimiento en su rostro. El rostro de James apareció en su mente y fue entonces cuando reaccionó. Aquel hombre no sabía que el soldado estaba en la celda y el pelinegro no pensaba dejar que lo descubriese.

Con extrema calma fue cerrando con disimulo la puerta de la celda, pero antes de poder cerrarla del todo Karrick ya había llegado hasta donde se encontraba y clavo su mirada en él paralizandole.

-Realmente me estas tocando los cojones niñato- El ojiazul se permitió a si mismo esbozar una sonrisa agria , aunque su mirada solo destilaba odio puro.

-Vaya, me alagas. Aunque tranquilo yo ya me iba - No permitiría mostrar ningún signo de debilidad.- No me gustaría molestarte. Parece que te he pillado... haciendo " negocios" ¿No?- Vale. Si antes había pensado que la mirada del peliblanco era aterradora es porque no había visto la de ahora.

En aquel momento los dos gigantones de antes salieron del despacho. No parecían ser de muchas luces, probablemente serían unos perritos falderos. Uno de ellos llevaba una persona a los hombros, probablemente el padre de James. Christian entrecerró los ojos pensativo. Tal vez con un poco de suerte podía librarse del que tenía las manos libres, pero no podía dejar a James ahí. Inconscientemente aferró el pomo de la puerta de la celda con tensión, protegería al soldado. Gesto que no pasó desapercibido por el hombre mayor. Con una sonrisa macabra dio una orden.

-Atrapadle.

Christian se enderezó dispuesto a partirle la cara a aquellos dos gigantes sin cerebro, pero a la vez que él se adelantaba para hacer frente al primer perro faldero Karrick empujó ligeramente la puerta de la celda con fingida inocencia para entrar en ella.

-¡No!
Aterrado el pelinegro se dio la vuelta para impedirle el paso, pero ya era tarde. Aquel estúpido perro gigante le tenía agarrado de los hombros. Dentro de la celda se escuchó la risa de aquel odioso hombre.

-Vaya , vaya, esto si que es un giro de acontecimientos. - Karrick se agachó para observar de cerca a James, el cual dormía plácidamente sin enterarse de nada. -Nunca habría pensado que el queridísimo hijo del teniente tuviese una debilidad por los gatos callejeros - Christian soltó un gruñido de pura rabia.

-Como le hagas algo haré de tu vida tal infierno que me suplicaras que te mate asqueroso viejo. 
El peliblanco asomó la cabeza por el hueco de la puerta con una sonrisa cruel en los labios.

-El gatito prepotente saca las uñas, Interesante. 
Con elegancia salió de la celda cerrando la puerta cuidadosamente a su paso, como si fuese la situación más normal del mundo y se acercó a Christian. - Me temo que has perdido joven. No tienes ninguna carta buena en tu mano.- El ojiazul se intentó zafar del agarre del gigante sin éxito .

-No le hagas nada- Su tono de voz se acercó a un humillante ruego, pero eso era lo que menos le importaba en aquel momento. Karrick alzó una ceja.

-¿Por qué demonios haría eso? - Christian se lo pensó unos instantes. Su mirada se desvió al cuerpo inerte del padre de James y entonces se le ocurrió. Con un rápido movimiento Christian se adelantó y agarró a Karrick de la camisa, a su espalda notó como los dos perros guardianes del viejo se ponían tensos y le intentaban apartar de su jefe. Clavó su fría mirada azul en los ojos de aquel hombre y habló con total convicción.

Rumbo a la guillotina (BL) Libro 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora