La curiosidad mató al romulano

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-¡Una carrera, una carrera!

Chrisitan no pudo evitar gruñir de frustración. "Demonios". Una de las ventajas de ser homosexual es que siempre había estado seguro de que no tendría que cuidar a ningún mocoso ni aunque quisiese

Y ahora ,sin haberlo buscado, se encontraba a cargo de una niña hiperactiva por Dios sabe cuánto tiempo. Y encima el soldado la animaba en sus locuras divertido de ver como el pelinegro perseguía a la pequeña de un lado para otro preocupado por que no se lastimase.

En aquel momento el castaño ponía todos sus esfuerzos en intentar contener la risa mientras observaba al ladrón al pie de un árbol enorme con una expresión de terror en la cara mirando a la niña que se había subido a una de las ramas más altas. “ Dios mio se va a matar”

-Astrid ¡Bájate ahora mismo de ahí! - gritó Christian nervioso mientras agitaba las manos intentando tal vez intimidar a la niña para que le hiciese caso. La pelirroja en cambio hizo un puchero y asomó la cabeza por la rama, cosa que casi causa un mini infarto en el pelinegro.

-¡Pero es que si bajo la señora ardilla me ganará! - el muchacho la miró alucinado y respondió sin dar credito a la mente de la enana.

-¿Ardilla? ¡Si aquí no hay ardillas! - La chica solo le sonrió inocentemente y volvió a desaparecer entre los árboles dejando al pelinegro con la palabra en la boca y totalmente confundido. Finalmente el castaño estalló en carcajadas al ver la cara de su compañero. El aludido le fulminó con la mirada.

-¿Y Tú de qué te ríes mocoso? - El castaño ladeó la cabeza sonriente, pasando por alto como le había llamado.

-De tu cara. No sabía que Christian, el ladrón del milenio fuese todo un padrazo- Se burló con una sonrisa socarrona mientras exageraba los gestos para hacerlo más ridículo. El ladrón soltó un carcajada seca que significaba “Me importa una mierda”

-No es que sea un padrazo, solo que no quiero tener que ver cómo una niña se escalabra. En cambio tú pareces demasiado tranquilo- Inquirió.En vez de mostrarse ofendido el castaño se rió dulcemente y Christian pensó seriamente el pegarle una colleja para borrarle esa estúpida sonrisa de la cara.

-Solo disfruto viendo como te tiras de los pelos intentando proteger a una niña, Padrazo.- La risa de Astrid les hizo alzar la vista a ambos. La niña les miraba inocentemente.

-Sois muy graciosos, ¿Siempre os peleáis así? Os pareceis a mamá y a papá.- El castaño volvió a estallar en risas sorprendido mientras que Christian volvió la mirada hacia abajo intentando ocultar el leve sonrojo de su cara. Al final acabó resoplando y alejándose del árbol.

-Si tanta gracia te hace la situación ocúpate tú de la maldita niña. Yo voy a buscar agua.

Cuando se disponía a irse la risa Astrid le hizo mirar de refilón hacia atrás. No pudo evitar soltar un quejido de asombro al ver que la pequeña se había bajado y abrazaba a James.Un sentimiento de molestia le recorrió el cuerpo. No le gustaba ver a otras personas abrazando al solda... espera un momento ¡Qué diablos hacía pensando en eso!. “¿Celoso? Qué patético”.

Intentando hacer desaparecer el nudo en su estómago aceleró el paso para ocultarse entre los árboles. No tardó en encontrar el rastro del río que bajaba por la montaña y cansado se arrodilló en la orilla. Se mojó la cara con la fría agua intentando despejarse y se permitió suspirar un par de maldiciones.

-Maldita sea. Me estoy volviendo loco.

Tres días, tres días llevaban buscando el paradero de los padres de Astrid. Y estar con aquella pelirroja era sinónimo de correr de arriba abajo del camino en busca de hadas invisibles, gatos morados, dragones en miniatura... y quién sabe que más cosas.

Rumbo a la guillotina (BL) Libro 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora