La belleza es ilegal

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James entrecerró los ojos para intentar ver algo en aquella niebla. Solo alcanzó a ver a su compañero que dormía apoyado en el tronco del árbol en el que se habían refugiado. Se rodeó a sí mismo con sus propios brazos e intentó conseguir algo de calor, molesto por la situación. Al exhalar pudo ver el vaho salir de su boca, como recordandole lo mucho que se moría de frío, pero él como soldado las había pasado peores.

Volvió la vista de nuevo al rostro del ladrón, con el frío y la niebla parecía más pálido que de costumbre, como de porcelana, sin ninguna mancha o imperfección. El soldado permaneció con la mirada fija en el rostro del pelinegro unos instantes. Sin borrar el ceño fruncido de su propia cara.

Se llevó las manos a sus propias mejillas, él siempre había tenido un montón de pecas en los pómulos y siempre tenía las mejillas sonrosadas, algo que sinceramente le sacaba de sus casillas por las constantes bromas en la guardia." En cambio este estúpido no tendría ese problema" Maldita piel perfecta. Debería ser ilegal tener la piel tan perfecta.

Espera un momento ¡¿Por qué demonios se ponía a pensar en esas cosas?! Se puso de pie agitado y empezó a andar por la rama intentando despejar sus pensamientos de el pelinegro ... y lo peor es que aquel engreído le había salvado la vida.

—Mierda — Murmuró para sí mismo. No le gustaba que la gente le hiciese favores, le hacía sentir débil, y le gustaba mucho menos cuando iba a meter a esa persona entre rejas después. " ¿Cómo quiere que haga mi trabajo si viene de persona amable y caritativa?" Chorradas, seguro que toda esa amabilidad eran falsas. Algún truco del ladrón para que le liberase por pena.

Agitó los brazos exageradamente con nerviosismo, como siempre que hacía cuando se estresaba por algo, pero lo único que consiguió con eso fue perder el equilibrio en la rama. Soltando un sonido de exclamación se agarró a una de las ramas del árbol para no caerse al suelo agitando el resto de estas violentamente.

Fue entonces cuando su compañero abrió los ojos repentinamente, alarmado por el movimientos

—¡Qué demonios...!— James se quedó paralizado en su sitio avergonzado por su torpeza. "¿Por qué siempre me acabo sintiendo como un niño pequeño cuando estoy con él?". Intentando fingir compostura dijo lo primero que se le pasó por la cabeza.

—Te toca hacer la guardia...Ladr... esto...¿Como has dicho que te llamabas? —El ojiazul se estiró como un felino para despejarse.

—No lo he dicho —Se calló un momento meditando si era bueno decirle su nombre a un soldado real, pero que demonios, ya le había capturado—. Me llamo Christian —Si esperaba un apellido se quedaría con las ganas.

El castaño se acercó un poco más al mayor y se sentó delante de él, clavando su mirada esmeralda en el muchacho. El día anterior el pelinegro le había interrogado, ahora era su turno.

—¿Cuantos años tienes? ¿No eres un poco joven para ir robando las arcas reales?

Una siniestra sonrisa apareció lentamente en los labios del ladrón, que causó un escalofrío en James.

—Para tu información Hook tengo 20 años, y creo que en lo de ser demasiado joven para su profesión tú te llevas la palma— El castaño se echó hacia atrás ofendido.

—¡Oye!, para llegar hasta donde estoy tuve que dar todo mi esfuerzo. No creo que nadie te diese un título oficial cuando te hiciste un roba carteruchas.

El pelinegro se rió por lo bajo.

—Roba carteruchas. Tú no aguantarías ni un día en mi profesión —El castaño arrugó la nariz y agitó la cabeza desviando la mirada.

Rumbo a la guillotina (BL) Libro 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora