Y colorín colorado... Dios mío ¡Acaba de una vez!

2.5K 177 42
                                    


James parpadeó intentando acostumbrar los ojos a la oscuridad que acechaba en la habitación. Poco a poco fue vislumbrando las botellas tiradas por el suelo, los papeles y libros por todos lados, plumas, tinta, carteles, planos y quién sabrá que cosas. La única luz que iluminaba la sala era la de una tosca vela situada en una mesa de escritorio ( acorde con el desorden de la habitación) que curiosamente era roja y no amarilla como James acostumbraba a ver. Iluminada por la extraña llama podía ver el perfil de la muchacha a la que llamaban la líder. De facciones rudas y angulosas, aquel rostro mostraba que no se le podía contradecir. Una sonrisa casi malévola asomó entre los labios de la chica.


—Un placer conocerle comandante— ¿Aquello que había en su voz era burla? Los ojos de Jenna dejaron de centrar su atención en la llama roja para posarlos en James. Unos ojos completamente negros—. ¿Disfrutando de los preparativos para la ejecución del asesino de tu padre?. James se tensó y antes de que pudiese evitarlo el bufido ya se escurría entre sus labios.
—Obviamente si estoy aquí es porque no estoy disfrutando ¿No crees?— La líder se carcajeó cruelmente y se levantó del asiento que ocupaba al lado de la mesa.
—Veo que no estas de demasiado buen humor, seamos directos ¿Qué puedo ofrecerte? — James lo vio realmente claro. Aquella chica estaba disfrutando. Disfrutaba el hecho de que un comandante de la mismísima guardia real acudiese a ella en contra de su reino, pero no tenía muchas opciones. Se limitó a decirlo claramente.
—Quiero que detengas la ejecución— La carcajada de Jenna esta vez fue seca y alta.
—Me agrada saber que piensas que tengo tanto poder soldadito, pero no veo por qué debería hacerlo —El soldado se acercó al escritorio para quedar frente a ella. No pensaba flaquear.
—Porque si tienes mi ayuda tendrías mucho más éxito para conseguir tu propósito— La chica le miró peligrosamente durante unos instantes.
—¿Y cuál es mi propósito?
—Karrick —afirmó el muchacho con total convicción. Triunfante pudo ver como la chica apretaba el puño sorprendida—. ¿Le odias verdad? Ambos le odiamos
—Ese hombre está haciendo demasiadas cosas en contra del pueblo. Tú padre al menos era buena gente Hook, cerrado de mente y estricto, pero los ha habido mucho peores— la voz de la chica sonaba dura y fría. Destilaba casi tanto odio como su mirada. 
—Si os ayudo tendrías muchas más posibilidades de rebelaros en su contra y así...—el golpe en la mesa le hizo callar.
—¡Qué bonito!, el soldado fiel traicionando a su patria para unirse a los rastreros— ¿Acaso esa chica no podía decir algo sin que destilase odio puro?—. ¿Por qué debería creerte?¿Qué ganarías con eso?.
El castaño se removió incómodo.
—Ya lo he dicho, solo quiero que se detenga la ejecución.- Jenna entrecerró los ojos recelosa.
—¿Por qué?
—Eso es irrelevante
—Entonces no hay trato— James apretó la mandíbula con fuerza y Jenna le dedicó aquella sonrisa nada agradable. Al final con un suspiró lo soltó.
—La persona a la que están a punto de matar es el idiota al que amo ¿Contenta?— El silencio inundó la sala por tanto tiempo que James se preguntó si la chica seguía consciente.
—...¿ En serio esperas que me crea eso? — El soldado soltó un quejido de desesperación y se llevo la mano a la cara.
—Esto nos va a llevar mucho tiempo...

Christian entrecerró los ojos al sentir como los rayos de luz irrumpían en la mazmorra. Llevaba tanto tiempo a oscuras que el más leve destello le cegaba y molestaba. Aún así no hizo nada por taparse los ojos cuando la antorcha se acercó a él. En silencio uno de los perros falderos de Karrick le agarró del hombro y le obligó a levantarse. Sintiendo la boca seca y el estómago vacío el joven no tenía fuerzas para resistirse y se dejó llevar. No se molestó en seguir el paso rápido que probablemente quería aquel guardián idiota hacia la salida, sino que se tomó su tiempo. Total, era a él al que le iban a matar así que él decidía si le daba la gana andar despacio o no. Al fondo de la celda pudo distinguir la figura del padre de James que le miraba furtivamente. Habían pasado toda la noche en silencio el uno frente al otro y por ello el ladrón no esperaba menos para cuando llegase la hora de la despedida. Por ello le sorprendió cuando antes de salir de la celda la voz del general se alzó por la estancia.

Rumbo a la guillotina (BL) Libro 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora