Blanco y en Botella

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La despedida fue alegre y esperanzadora por parte de los adultos,  y bastante dramática y emotiva por parte de la pequeña Astrid, la cual se aferro a la pierna de los muchachos y exigió ir con ellos tan ferramente que nadie la logró convencer de que desistiese en su alocada idea.  Hicieron falta unas cuantas manos y  algunos gritos de Oma para que la niña les soltase y con lágrimas en los ojos les abrazase para despedirse. 

Christian divertido por la reacción exagerada de la pequeña le prometió volver a visitarla en cuanto pudiese y que cuando se volviesen a ver irían a buscar ardillas, eso pareció consolar a la pequeña. En el fondo él  también estaba apenado por la idea de tener que despedirse de aquella pelirroja adorable, con el paso del tiempo se había acostumbrado a sus locuras y a estar siempre detrás de ella asegurandose de que no se rompía el pescuezo o algo peor.

También Oma les abrazo fuertemente a los dos y aunque lo último que dijo fueron unas amenazas sobre no volverles a curar si seguían haciendo el idiota sus ojos medio llorosos la delataban. James prometió a la anciana que se aseguraría de que el ladrón no cometiese ninguna burrada, comentarió que causó muchas protestas por parte del pelinegro, pero solo hubo risas por parte de todos como respuesta.

Después de lloros,  risas y frialdad por parte del  hermano mayor de Astrid los jóvenes salieron de la aldea e iniciaron el camino hacia Shön,  el  cual estaba a apenas una jornada.  Iban charlando alegremente de cosas triviales , felices de no tener ningún problema que resolver y sintiéndose como nuevos tras aquel merecido descanso.

 Al  ver que ambos estaban de buen humor el castaño decidió sacar el tema de conversación que parecían haber estado evitando durante todos estos días.

-Oye Christian… - El mayor volvió la vista hacia él poniéndole más nervioso de lo que estaba, y por un momento el joven se planteó buscar otro tema de conversación, por muy estupido que fuese,  pero no era momento para escabullirse así que el castaño se forzó a titubear lo que tenía que decir. – ehh… re…respecto a lo … lo que pasó justo antes de que nos atacasen aquel día…ya sabes …¿Qué significo exactamente? – El pelinegro parpadeó tranquilamente y contestó como si fuese lo más normal del mundo.

-Obvio, que ahora somos pareja – El castaño no tardó en pegar un bote asombrado por esa respuesta y totalmente sonrojado.  ¿Cuándo demonios había elegido eso el ladón por su cuenta?

-¿¡Qué?! ¿En qué demonios te  basas para decir tal cosa? – El ojiazul le dedicó una media sonrisa de suficiencia y mostró esa mirada de burla e insolencia típica en él.  Con rápidez se acercó al menor y le agarró de la cintura para atraerlo hacia él

-Pues en que estas totalmente loco por mi, no hay más que verlo. – El castaño se removió exaltado  intentando poner un poco de distancia entre los dos para poder pensar con claridad.

-Ladrón egocéntrico, solo porque me gustase el beso no quiere decir que yo… -  Christian le interrumpió con una risa despreocupada mientras unía sus frentes sin apartar la vista de sus ojos verdes.

-¡Así que lo admites!  Te gusto el beso. No creo que seas el tipo de chico que va a besando a las personas sin sentir nada por ellas ¿Verdad?

-¡Pues claro que no hago eso! – El castaño dejó de intentar huir y le devolvió la mirada desafiante

-Entonces sientes algo por mi

Mierda,  le había atrapado.  El castaño notó como el odioso rubor volvía a sus mejillas y se mordió el labio deseando que la tierra le tragase.

-          Ehm…. Probablemente….sí – El  pelinegro sonrió triunfante y sin apartar la mano de la cintura del soldado ladeó la cabeza para hablarle al oído, divertido de poner tan nervioso al muchacho

-          Pues ya está. Yo te gusto, tú me gustas.  Salgamos ¿Vale?– Sintió como el castaño asentía levemente, demasiado confuso por el  contacto como para entender la  situación, ni siquiera había escuchado sus palabras . Antes de darle tiempo para que se recuperase y comprendiese lo que acababa de pasar le dio un suave beso en los labios. Apenas duró unos segundos y por fin el mayor rompió el contacto, casi a regañadientes,  y se alejó del menor para seguir el camino y así  darle tiempo al joven a asimilarlo. Después de unos segundos escuchó con una sonrisa triunfante el quejido de su compañero .

-          Eres realmente desesperante – Aquello solo le hizo reírse más.

-          Vaya novio te has buscado ¿Verdad?  - El soldado refunfuñó cosas para sí mismo, pero no objetó nada contra lo de novio así que el pelinegro supuso que había cedido de su cabezonería.

El resto del día se hizo rápido para ambos, tal vez por el hecho de que sabían que cuando llegasen a shön la despedida llegaría pronto.  Cada uno se iría a ver a sus familiares y a asegurarse de que estuviesen bien. Acordaron verse después de dos semanas en una pueblo a las afueras de la corte, donde Christian no corriese mucho peligro de ser arrestado , pero aún así dos semanas les parecía demasiado tiempo.

Así que no era de extrañar que cuando empezaron a ver la ciudad a la distancia el humor de los muchachos decayese un poco. Al final acabaron caminando en un silencio para nada incómodo, simplemente disfrutando de la compañía del otro.  El sol se empezó a ocultar en el horizonte para cuando llegaron al límite de la ciudad y fue entonces cuando ambos pararon y se miraron sin saber muy bien que debían hacer ahora. El  ladrón se pasó una mano por el cabello negro despeinándoselo mientras intentaba encontrar algo que decir.

-Bueno…- Notó como el  castaño bajaba la cabeza y por un momento deseo poder atrasar el momento de despedida un poco más. Entonces una idea se le pasó por la cabeza, claro que podía atrasarlo. Con una sonrisa amable extendió la mano hacia James- Ven conmigo . Hay algo que quiero que veas.

El soldado lo meditó unos instantes,  pero en el fondo el estaba igual de deseoso o más de poder pasar un poco más de tiempo con el pelinegro , así que sin preocuparse por ocultar su alegría agarró la mano que el mayor le tendía y se dejó guiar por las callejuelas de la ciudad sin preocuparse de los planes futuros.

El pelinegro le llevó por un montón de calles estrechas e irregulares. Parecía conocer el sitio bastante bien, eso o era de las personas que se perdían con estilo. El barrio en el que estaban no parecía ser de los mejores, más  de una vez James tuvo algún escalofrío al cruzarse con un personaje terrorífico que parecía sacado de alguna escena de matanza. El pelinegro sin inmutarse por los extraños lugareños condujo al castaño por unas calles poco frecuentadas y le hizo subir por unas escaleras pegadas a una pared toscamente.

Al final tras mucho andar entre tejados los jóvenes llegaron a lo que era la querida guarida del ladrón y sus amigos. Situada en el tejado de varias casas, oculta a la vista de cualquier curioso que se encontrase en el nivel inferior. Apenas era una caseta , no se podía ver muy bien por la falta de luz, pero al menos daba la impresión de que no se caería echa pedazos en cualquier momento. 

En aquellos momentos parecía estar deshabitada, lo cual alegró al pelinegro, no  le apetecía en aquel momento ver a sus compañeros de andadas. Con una sonrisa llevó al soldado hasta la parte de atrás de la caseta, donde había un gran balcón abierto y desde donde se podía ver toda la ciudad iluminada por pequeñas y tenues luces de las farolas.

  El menor contempló el paisaje admirado. Se podía ver toda la ciudad iluminada y las montañas , rebordeadas por la luz del sol que se acababa de perder entre ellas.  Satisfecho por la vista el pelinegro  se sentó al borde del balcón y se apoyó en un poste del borde. James se sentó a su lado sin apartar la vista de la ciudad.

-Es impresionante- murmuró con sinceridad, sacando una sonrisa a su pareja, que se limitó a asentir feliz de al menos, tener aquel momento para ellos dos solos.

Rumbo a la guillotina (BL) Libro 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora