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Se sentía como sacado de un cuento.

En este lugar dejaría memorias y recuerdos, tal vez incluso algunos secretos de los cuales jamás se volvería a hablar, me despedía de viejos hábitos, gustos y pasiones puesto que estaba decidida a cambiar y nada ni nadie podría desviarme del camino que en unos minutos abordaría.

Había sudado y luchado por cada cosa que estaba a punto de suceder en mi vida, hice sacrificios, disfrute el camino que me trajo hasta aquí y era tiempo de avanzar hacia algo nuevo.

No me arrepentía de absolutamente nada, estaba logrando lo que siempre había soñado y no me detendría a ser modesta, daría lo mejor de mí y por sobre todo seguiría saliendo adelante a costa de lo que fuera.

-Oye nada de llorar- le dije a mi mejor amigo mientras golpeaba ligeramente su hombro derecho con mi puño.

-Ay por favor, ¿sabes lo genial que es que te vayas? Por fin podré ahorrar dinero en comida- contestó, recordándome lo mucho que extrañaría nuestras tardes de waffles cada fin de semana.

-¿Gastar? ¡Pero si tú me explotas en la cocina!

-Debo admitir que lo que si extrañare serán tus deliciosos waffles.

Los dos soltamos la carcajada por unos minutos, fui yo la primera en ponerse seria y observarlo con nostalgia.

-Ven aquí- me dijo para después envolverme en sus brazos y besar la coronilla de mi cabeza- Sabes que igual te extrañaré, no me olvides ¿quieres?

-Nunca lo haré- lo abrace aún más fuerte.

Recuerdo perfectamente el momento en que nuestra amistad comenzó, fue cuando me cambie al horario matutino de la secundaria y me convertí en la nueva, era horrible al inicio, nadie me hablaba ni me miraba, como si fuera una leprosa todos huían de mí. Entonces el comenzó con el coqueteo, tiempo después me entere de que todo fue a causa de una apuesta, una historia bastante larga que dejare para después, cuando comenzamos a hablar nos dimos cuenta de que éramos el uno para el otro, simplemente conectamos como si ya estuviéramos destinados. No era un amor de pareja, después del primer beso lo descubrimos, nosotros seriamos amigos para toda la vida.

Nos volvimos inseparables desde entonces, nadie entendía nuestra relación y eso a nosotros nos importaba poco. Así que el hecho de que tuviéramos que despedirnos finalmente era amargo para los dos, sabíamos que la amistad no acabaría pero estábamos conscientes de que la distancia pondría barreras y baches que tendríamos que superar.

-Bien, ¿Tienes todo listo?- esa fue mi madre, interrumpiendo nuestro pequeño momento- Recuerda llamarme cuando llegues, avísame cuando subas a un taxi y cuando llegues al campus, no olvides que el rector estará esperan...

-Esperándome en las oficinas centrales, te llamare cuando este en mi residencia y cuando este instalada en mi habitación, lo recuerdo perfectamente- rodé los ojos algo divertida por su comportamiento sobreprotector.

Pero no la culpaba, su bebe se iría a vivir el sueño americano y ella no vendría conmigo, era bastante normal que quisiera que me reportara a cada minuto.

Nos encontrábamos en el aeropuerto de la ciudad de México, estaba a punto de abordar un avión con destino a la ciudad de los sueños, aquella ciudad donde todo era posible, Nueva York. Aún era difícil para mí procesar que todo esto estuviera pasando realmente, no sabía cuándo volvería pero realmente esperaba poder pasar las fiestas con ellos.

-Te amo y estoy orgullosa de ti.

-También te amo ma- y la abracé, como nunca lo había hecho.

También abrace a Cris, esperando que así tal vez su perfume se impregnara un poco más en mi ropa para no lavarla jamás y poder olerla y sentirlo un poco más cerca de mí.

-Llamame en la noche ¿de acuerdo? Quiero que me cuentes todo- susurro en mi oído así mi madre no podría escuchar- Arrasa con el mundo.

Asentí sin querer pronunciar palabra alguna pues sentía que si lo hacía las lágrimas amenazarían con salir aún más.

Los mire todo lo que pude, quería recordar absolutamente todo de ellos, cada rasgo y cada facción, ellos eran lo más importante y vital que tenía y me dolía dejarlos así sin más.

Creo que en ese momento una parte de mi sabía lo que pasaría y que no volvería a verlos jamás.

*Pasajeros del vuelo 95 con destino a la ciudad de Nueva York favor de comenzar a abordar*

Tomé mis maletas y comencé a andar a la sala de abordaje con los sentimientos a flor de piel e intentando no llorar, este era un momento feliz, debía sonreír, sentirme emocionada y orgullosa.

No llevaba ni diez pasos cuando regrese corriendo a abrazar a ambos.

-Los amo.

Cyra.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora