La curiosidad mató al gato pero el gato revivió sabiendo, o ¿Cómo era?
La verdad eso no importaba demasiado pues en este momento estaba más concentrada en los primeros árboles que abrían paso al enorme bosque que rodeaba al Instituto.
La primera vez que vi una película de terror no dejé de criticar a la protagonista durante todo el tiempo que esta duró, no pare de decir una y mil veces que si moría sería únicamente su culpa puesto que siempre eran tan estúpidas como para creerse las valientes y enfrentarse a la situación paranormal que las estaba envolviendo.
En este momento yo era esa estúpida chica.
Solo que había decidido no seguir el mismo patrón, para empezar era de día y faltaban aproximadamente cuatro horas para que la noche cayera así que no tendría que preocuparme de que obscureciera.
El plan era simple, adentrarme máximo quince metros en el bosque y explorar, daba por hecho que en el momento de poner un pie ahí dentro el susurro del otro día aparecería.
Al principio el paisaje era como el de cualquier orilla de un bosque, el pasto un poco pisoteado por aquellos que entraban a hacer quien sabe que, un par de colillas de cigarrillo tiradas despreocupadamente y un par de latas de cerveza también.
Conforme más caminaba, más árboles comenzaban a aparecer, eran enormes, del tamaño de un edificio y la circunferencia del tronco tan grande como para tardar un minuto en rodearla, el pasto y las piernas cada vez cubrían más mis piernas llegando incluso hasta mis rodillas. Los rayos del sol se filtraban por los pequeños espacios que las ramas sobre mi cabeza dejaban entrar.
Cyra
Mi respiración se agitó un poco pero mantuve la calma, ahí estaba ese susurro de nuevo, no era aterrador ni frívolo, simplemente era como un llamado, una invitación a encontrarlo.
Cyra
Ya me había adentrado demasiado pero no podía irme sin descubrir de dónde provenía, ya estaba aquí y tenía que hacer que valiera la pena así que continúe caminando, guiándome por ese susurro constante que me llamaba, era como si algo dentro de mi supiera hacia donde ir y mis piernas simplemente obedecieron.
El paisaje comenzó a cambiar, los árboles se volvieron más delgados, tenían más ramas pero menos hojas, el verde se volvió más obscuro y la luz dejaba de entrar mientras más caminaba, una ligera neblina comenzó a aparecer y la temperatura disminuyó, el ambiente se tornó obscuro y frívolo pero no me detuve.
Cyra
Continué caminando mientras mi respiración se hacía cada vez más pesada, sentía que los arboles comenzaban a cerrarme el paso junto con la maleza que se convertía más espesa, como si naturaleza estuviera advirtiéndome, tratando de detenerme. Y quería hacerle caso, pero, no podía.
Mi mente gritaba que me largara, que diera media vuelta y corriera pero mi cuerpo no respondía, mis ojos se aguadaron pero no soltaron ni una lagrima, mi voluntad había sido aventada a un rincón de mi mente y mientras mi labio entre mis dientes comenzaba a sangrar no me quedaba más remedio que observar y escuchar.
Cyra
Cada vez el susurro se hacía más fuerte y nítido, cada vez me acercaba más y temía por eso. Para este entonces el paradero de mi celular y la linterna era desconocido para mí y no pude evitar pensar en que debí quedarme en mi habitación adelantando más trabajos.
Y entonces todo se calló, como si una burbuja hubiera caído sobre mí y envuelto todo a mi alrededor, ni siquiera podía oír mi respiración, la luz que entraba por las ramas era muy poca y todo a mi alrededor daba un aspecto aterrador, no podía ver más debajo de mis rodillas pues una espesa niebla las cubría. En este momento noté las incontrolables lágrimas que descendían de mis ojos, pero no pude llevar mis manos hacia ellas para detenerlas, mi cuerpo no respondía a lo que yo quería que hiciera y eso me desesperaba, me hacía llorar cada vez más.
Frente a mi una escalera comenzaba a alzarse, con un aspecto descuidado; escalones incompletos y pequeñas ramas creciendo entre ellos, estaba abandonada y lo había estado por mucho tiempo, se veía antigua, como si en cualquier momento pudiera venirse abajo.
Al final de esta, en el escalón más alto se encontraba una estatua de una mujer, era gris y fúnebre, sentada en un trono de piedra a la entrada de una cripta, con un velo que caía desde su cabeza y cubría hasta sus brazos sostenido por una corona de picos intimidantes, los ojos los habían tallado de manera en que estaban cerrados y su cara no reflejaba nada.
Lo más impresionante era que de sus ojos descendían lágrimas negras, no estaban secas, estaban frescas. Frente a mí la estatua lloraba, llanto negro y yo la acompañaba, sentí una tristeza enorme apoderándose de mí, y quería huir pero mi cuerpo seguía sin responder.
Cyra
Mi corazón latió más fuerte, mis piernas temblaron y mi llanto aumento, mi labio sangrar más y mi cabeza punzó, estaba aterrada, estaba que me cagaba de miedo, nunca, ni en mis peores días había temido tanto como en este momento, el susurro había provenido de ella, de la mujer hecha piedra frente a mí.
Y entonces todo se volvió negro.