Había una vez un mundo regido por el bien y el mal, por dos diosas completamente diferentes. En este mundo no existía el cielo ni el infierno, mucho menos existía dios ni ningún ser llamado lucifer.En cambio, el bien era liderado por la Diosa Luna, aquella que podías observar cada noche a través de tu ventana, pues incluso en los días más obscuros ella traía luz a la humanidad.
Los portadores, grandes guerreros que servían al bien, eran los encargados de promover la armonía y felicidad junto con la luz a cada rincón del mundo. Hermosas criaturas de bondadoso corazón, con alas enormes de un blanco tan puro como la luz en su máximo esplendor.
Por otro lado, la Reina Cripseida, aquella que regía desde las sombras, incapaz de poner un pie en la luz, era quien gobernaba el mal, el lado obscuro de este mundo.
Junto con sus aliados, los Cerraz, seres malvados sin ningún aspecto en específico más que el negro mismo, encargados de repartir discordia y sentimientos obscuros a través de los corazones de todos los seres vivos.
Cada uno de los habitantes del lado obscuro, era incapaz de tener sentimientos puros y bondadosos, en su alama solo había cabida para el odio.
Por lo que fue una completa sorpresa para todos los reinos, descubrir que Cripseida había caído perdidamente enamorada por un portador, sentimiento que había sido correspondido.
Un amor tan puro como jamás se había visto comenzó a crecer en ellos, alertando a todos los habitantes, todos los reinos y criaturas mágicas que ahí existían. Su amor comenzó a cambiar las cosas de manera estrepitosa, los Cerraz comenzaron a querer salir a la luz y los portadores junto a la Diosa Luna comenzaron a temer.
Fue entonces que entendieron que el seguir con tan hermoso sentimiento los llevaría a la guerra, donde un lado tendría que triunfar y el otro morir. Cripseida sabía que si eso llegara a pasar, la vida misma de todo acabaría. Puesto que un lado no existiría si el otro no sobrevivía.
Ese día, decidida a terminar y arrancar de raíz ese sentimiento que a todos estaba consumiendo, mando un mensaje a su amado, citándolo en el templo de Elpis para verlo por última vez.
Fue su sorpresa el verlo llegar junto con otros dos portadores que escoltaban a la Diosa Luna.
Instantes antes de haber recibido aquella carta, la propia especie de su amado lo condenó a muerte, empeñados en enseñar y demostrar que cualquier amor entre especies diferentes quedaría prohibido por la eternidad.
Fue la misma Diosa Luna quien tomó la decisión de ejecutarlo frente a Cripseida, pues estaba convencida de que eso la enviaría devuelta al reino oscuro. Así que es día, a ojos de Elpis, la diosa de la esperanza, fue que la cabeza de aquel inocente portador rodó.
Cripseida estaba destrozada, mas no dio señales de ello, no quería darle el gusto a la Luna de verla morir en vida, se juró regresar y vengar. Ese día abandono cualquier signo de esperanza y su corazón volvió a ser negro como obsidiana.
Alejada del templo, en lo más profundo del bosque, fue que desahogo todo, sin saber que uno de sus más grandes guerreros la veía escondido entre los árboles. Él había estado maravillado con la forma en que su gran Reina había logrado amar, y muy dentro de su corazón, en lo más profundo, el también compartía esa esperanza que en su reina acababa de morir.
Fue tan puro el sentimiento que Cripseida había poseído que sus lágrimas salieron por años, años que duro sufriendo en ese mismo bosque, años en que su guerrero jamás la abandonó.
Pero fueron las últimas lágrimas que dio, las que sorprendieron a los dos, pues de esas últimas gotas de agua, una hermosa bebe nació.
De tez morena tan brillante que le recordó tanto a su amado que comenzó a llorar desgarradoramente otra vez, su corazón no aguantaría más y su guerrero lo sabía, pues en un último lamento Cripseida se convirtió en piedra, que incluso así jamás dejo de llorar.
El chico contemplo a la bebe en sus brazos, pues era tan hermosa que hasta la misma luna estaría celosa, con un cabello tan negro como la noche y un aura tan pura como la luz. Fue cuando él supo que aquel amor había valido la pena pues de él había nacido la única esperanza que a todo el mundo le queda. Él sabía que esa niña seria especial, pero jamás imagino hasta qué punto.
Celoso y aterrado de que alguien más la tuviera, decidió dejarla en un pequeña casa, a cuidados de un humilde muchacha, se atrevió a ponerle el nombre que su madre alguna vez había soñado, envolviéndola en una manta y dejando una nota únicamente con el nombre escrito, dejo a la bebe en la puerta de la casa, toco el timbre y se marchó.
Esperando que cuando el momento llegara ese pequeña su destino encontrara.
Fue años después que una profecía empezó a esparcirse entre todas las especies.
Un ser con luz y oscuridad en su interior nació.
Proveniente de un sentimiento tan puro como el amor
Pero nacido de un ser tan obscuro y sin corazón.
Destinado a regir el bien o el mal.
Llegado el momento la decisión se tomara.
Y la guerra en sus manos caerá.
La esperanza de toda la humanidad.
Por su decisión se marcara.
Y llegado el momento.
La pequeña tendrá que pelear.
Desde entonces, la Diosa Luna negada a perder y morir, ordeno a sus guerreros, a cada uno de ellos encontrar a la criatura y mantenerla cerca, sin decirle absolutamente nada pues todos sabían que si cualquiera intervenía con dicha profecía, esta jamás se cumpliría.
Cuando el momento llegara, ese misma bebe la escucharía, enterándose de su origen y destino, pero hasta entonces una vida normal llevaría.