9

135 18 3
                                    






ITACHI observó a Sakura mientras se sentaba a la mesa al lado de su hermana. Frunció el ceño. Tenía la sensación de que le pasaba algo, pero no podía estar seguro porque Sakura estaba evitando mirarlo a los ojos.

La última semana había sido estupenda. En circunstancias normales, él prefería estar solo, pero no le ocurría lo mismo con Sakura.

Sabía que esta le gustaba más de lo debido, pero no parecía poder controlar el tema. Por eso le había pedido que se quedase otra semana más.

Sakura le había calado hondo y, aunque Itachi seguía esperando el día en que el factor novedad desapareciese, por el momento no había ocurrido. De hecho, cuanto más tiempo pasaba con ella, más quería seguir a su lado, cosa que no le había ocurrido nunca antes.

El placer era el placer, pero aquello... Con Sakura era más que placer y Itachi sabría que no podía engañarse intentando convencerse de lo contrario. Sakura le gustaba dentro y fuera de la cama. Le gustaba la curiosidad que sentía por el mundo, la dedicación a su país, la lealtad a su pueblo. Le gustaba que le tomase el pelo y que fuese aventurera. Y que quisiese hacer que el mundo fuese un lugar mejor, incluso para él.

Se había equivocado al llamarla felpudo. Todo lo contrario. Era leal, honrada y trabajadora, cualidades que él admiraba. Itachi solo deseaba que se dedicase más a él que a Berenia.

Aunque, al mismo tiempo, él no quería una relación estable. Su matrimonio tenía fecha de caducidad. Sakura quería que terminase. Y él también.

¿O no?
Por supuesto que sí.

–¿Todavía piensas que tu matrimonio con Sakura va a terminar dentro de seis meses?

Itachi miró a su hermano, que siempre había sido capaz de leerle el pensamiento.

–Por supuesto.

–De acuerdo.

–¿De acuerdo? ¿Ya está? –le preguntó Itachi–. ¿No vas a intentar convencerme de que estoy equivocado? ¿No vas a darme ningún consejo de hermano?

Shisui sonrió.

–¿Quieres que te dé un consejo de hermano?

–No –le respondió Itachi.

No necesitaba consejos. En especial, acerca de su vida amorosa. ¿Y desde cuándo acostarse con una mujer era considerado vida amorosa?

–¿Estás seguro? –insistió Shisui–. Te veo un poco confundido.

–No estoy confundido –le dijo él–. Sakura es... estupenda. Pero ninguno de los dos queremos una relación estable, ya lo sabes.

–Lo que sé es que hay cosas que son más fuertes que nosotros –le contestó su hermano en tono enigmático–, pero supongo que el príncipe Rebelde y la futura reina de Berenia... no podría funcionar, ¿no?

–No –le respondió Itachi, poniéndose más serio—. Ya sabes que no soy capaz de comportarme como se espera de mí cuando no estoy de acuerdo con algo.

–Esa siempre ha sido una de tus grandes virtudes, Itachi. Dices lo que piensas. Seguro que Sakura apreciaría tener a alguien así al lado cuando empiece su reinado.

–Padre no lo apreció.

–No, pero era un necio.

Itachi dejó escapar una carcajada.

–Por decirlo de algún modo.

Shisui sonrió y, de repente, fue como si ambos volviesen a ser adolescentes.

DESIERTO DE TENTACIONES Donde viven las historias. Descúbrelo ahora