MARATON 2/3

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Me levanto temprano, cuando entre en la cocina Fabian estaba preparando al verme me preparo mi taza y me la dio además de regalarme un beso dulce y suave. 

-Buenos días novio. 

-Buenos días futuro esposo -me reí con esa expresión pero él parecía serio -lo digo de verdad. 

-Te creo pero debemos ir paso a paso, vamos cuesta abajo y sin frenos.

-Digamos que me gusta la velocidad, y sé que a ti también. 

Puso su mano en mi cintura y rozo sus labios en mi cuello, aquello erizo mi piel, solté un pequeño gemido pero de repente oímos un carraspeo, los dos miramos a la puerta, Arturo nos miraba con una enorme sonrisa pícara en su cara, nos separamos y cada uno se puso en un lado de la cocina. 

-Vamos no seáis tímidos me encanta veros tan asquerosamente felices, menos mal que no te puedes quedar embarazado Adriel si no tendríais la casa llena de niños.

-Arturo, no digas esas cosas.

-¿Porque? Llevo razón, ¿Creéis que soy sordo? 

Fabian y yo nos miramos, anoche se nos fue un poco de las manos y acabamos haciéndolo en el sofá, bastante salvajemente, pero fue maravilloso.  

-Lo siento Arturo. 

-No, no hagas eso Adriel, me encanta que estéis haciéndolo a todas horas, aunque por favor desinfectar todo cuando venga a visitaros que no quiero encontrarme nada raro -Fabian suspiro y solo me reí -tengo que irme, gracias por todo. 

-Quédate a desayunar.

-No, no tengo hambre quiero ducharme y descansar un poco, os quiero mucho, nos vemos. 

Y salió de la cocina, oí la puerta cerrarse, suspire mire a Fabian, podía ver su cara de preocupación. 

-Tranquilo mi amor, todo saldrá bien, es fuerte, se olvidara de él y encontrara a un hombre que lo haga realmente feliz. 

-Eso espero,  ¿tanto ruido hicimos anoche?

-No sé, es que tú eres muy bruto. 

Fabian sonrió y volvió acercar a mí, me cogió y me puso encima de la encimera, abrió mis piernas y se metió entre ellas. 

-Es que cuando te tengo conmigo, no me puedo controlar. 

-Lo sé. 

-Recuérdame que luego desinfecte la encimera. 

Y me beso, a este paso Arturo iba a tener razón, íbamos a tener que desinfectar toda la casa. 

ARTURO

Termine de ducharme, salí al cuarto con la toalla liada en mi cadera, cuando sonó el timbre, fui hasta la puerta y cuando abrí me encontré a Marco, que me miraba de arriba abajo. 

-¿Que haces aquí? No quiero verte -iba a cerrar pero Marco puso su brazo y lo impidió, mierda a veces olvidaba lo fuerte que era -déjame por favor. 

-Arturo tenemos que hablar, te lo suplico, luego me iré. 

Lo deje pasar y fui hasta la cómoda donde tenía mi ropa, mi apartamento era muy pequeño, aunque había terminado mi carrera de abogado aun no había conseguido trabajo, así que trabajaba en una cafetería, y el sueldo no me llegaba para nada más grande, aunque estaba contento, era solo yo así que no necesitaba más. 

-Habla rápido y vete. 

Pero no hablaba me gire para decirle que hablara cuando vi que lo tenía al lado, iba a echar hacia atrás pero la cómoda me lo impidió, mierda estaba atrapado. 

Entre tus manosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora