XIII

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"No es muy fácil decir si la naturaleza se ha demostrado para el hombre una madre generosa o una despiadada madrastra".
—Plinio el Viejo—

Capítulo 13: Finalización, primera fase.

El problema con London es que siempre desaparecía una buena temporada y a la siguiente volvía. No podía estar lo suficiente como para acostumbrase. Rehuía con facilidad ante cualquier contacto humano y el rostro serio y semblante elegante le daban un misterio que Kaled no sabría descifrar nunca en su vida. Simplemente era alguien que se le hacía inalcanzable.

Por esa razón es que London no estuvo con él cuando finalmente pudo controlar el flujo del tiempo en aquella insignificante fruta que pasaba de estar podrida a inmadura en segundos. Kaled ya podía ver las líneas del pasado y presente frente a sus ojos. Los meses pasaron de esa forma. Él perfeccionando aquella técnica y London sin dar una señal de vida.

De pronto los pequeños trucos con la fruta ya no le eran suficientes a Ion porque de un día para otro lo trasladó a otro cuarto de entrenamiento. La manzana frente a él ya se les hizo insuficiente y en su lugar un pequeño árbol fue puesto frente a él.

La orden: Hacer que los varios años que tarda en crecer un árbol se redujeran a minutos. Kaled debía hacer que el tiempo pase solo para la planta. No fue tan fácil como lo había pensado.

El árbol crecía solo que, en cuanto Kaled dejaba de prestar tanta concentración, la planta rebotaba en su mismo tiempo y volvía a ser una rama débil con hojas. La vida estaba negando su forma de crecer y Kaled debía encontrar una manera de controlar los hilillos de tiempo que parecían trenzarse entre las raíces de la planta.

Incluso con ese nuevo reto, London no pasó por su salón de entrenamiento.

Algo nuevo en su día a día fue encontrar a otros como él, deambulando de un lado a otro. Ion lo había llevado a un lugar de entrenamiento donde el flujo de personas era constante. Varios de ellos no tenían la mínima idea de lo que ocurría e incluso de esa forma agradecían no estar muertos en las afueras. Kaled descubrió que la mayoría de los que lo rodeaba, alguna vez entraron a prisión por fraude o deudas. No había grandes asesinos, como temía cuando supo que todos salieron de prisión.

Marley seguía paseando con facilidad y solía visitarlo seguido. Ion parecía tenerle cierto aprecio o solo lo soportaba. En cuanto intentaba tocar el tema de London él solo cambiaba el rumbo de la conversación. Kaled aprendió a enfocarse en su trabajo.

El reto del árbol tomó todo su tiempo. Al llegar la noche solo se limitaba a caer en su cama e intentar  no morir asfixiado por su propia almohada. El cansancio lo mantenía lo suficientemente lejos de la intriga del paradero de London.

Avanzó con facilidad, el cansancio lo hacía más duro, pero su progreso siempre era elogiado por Ion quien veía atento sus entrenamientos. Parecía ir todo bien, sin embargo, los descansos se limitaban a los que tenía en las noches al dormir. Incluso cuando veía a Marley debía ser mientras seguía en su entrenamiento. Manteniendo la concentración en dos cosas.

La puerta tras él fue abierta, sabía que no era Ion porque este lo veía desde una oficina superior, tal como London alguna vez lo hizo. Esta vez su visita fue 55 quien nunca estaba contento a medida que él avanzaba. Sin embargo, lucía aquel malestar muy bien y pasaba desapercibida frente a los demás. Kaled aprendió a solo seguirle el juego, desde que London dejó de ir con él, no encontraban una razón lo suficientemente problemática para pelear.

Tras 55 estaba Vincent quien mantenía la mirada fija en su reloj. Una pequeña alarma empezó a sonar. Los cables que se apegaban a la piel de Kaled fueron retirados y el entrenamiento, por primera vez en mucho tiempo, tuvo un pause que agradeció. Ion bajó para encontrarse con él y acompañarlos. El tiempo era demasiado corto para estar jugando con ello.

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