XII

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No hace falta conocer el peligro para tener miedo; de hecho, los peligros desconocidos son los que inspiran más temor.

Alejandro Dumas—

Capítulo 12: El miedo de perder.

Ion lucía relajado, como si ya hubiese sospechado de ello desde la primera vez que Kaled despertó. Y quizá lo hacía, por eso esperó pacientemente porque quería saber lo que Meyer haría.

Estuvo esperando un momento oportuno para saber si el doctor era de confianza o ya le había dado la lealtad a alguien más. Incluso si así fuera Ion tenía a 55 a su lado, eso era suficiente para mantener a London de su lado.

Para el líder de ODAH le era conveniente tener a 68 de su lado. El tiempo podía ser el arma más poderosa que tendría. Con él todo estaba listo para pasar a la segunda fase. La única razón por la que Ion todavía no fracasó fue el hecho de no tener piedad en los momento exactos. Él estaba dispuesto a matar a Meyer si es que este no cooperaba.

Se aceró hasta 68 y puso su mano sobre el hombro de este, en un gesto que, intentó, sea de confianza y amistad. London ni siquiera se atrevió a acercarse a ellos y con una de sus manos cubrió aquella herida que seguía fresca, producto de una de las tantas torturas a las que fue sometido.

Kaled solo quería entender un poco de todo lo que estaba ocurriendo. Por eso se quedó en silencio, esperando a que la explicación llegué a él por su cuenta.

—La Organización de Análisis Humano, o como la mayoría lo conoce ODAH —Empezó a explicar Ion. Se separó de Kaled y con tranquilidad se sentó en la única cama de aquella habitación— empezó con un proyecto mediocre de farmacéutica. Nadie en todo el mundo conocía si quiera su uso.

«Su primer éxito fue inmediatamente después de que Meyer entrara a trabajar con nosotros —London  todavía recordaba aquellos años dorados en los que su nombre resplandecía en las mejores revistas científicas del mundo. Lo conocían como una nueva oportunidad para la vida—. Sin embargo, creo yo, que todavía no estaba utilizando todo el potencial que tenía. Por eso le di un nuevo reto.

—Suficiente —interrumpió London, con los ojos cerrados y retrocediendo un poco más a cada palabra, como si le temiera a su propio pasado—. No es necesario que sepa ese detalle.

—London es un gran fanático de los secretos, algo que me fue útil hace tanto pero que ahora solo está perjudicando todo el proyecto —Suspiró y continuó—. Por diversas razones el proyecto fue cerrado y nuestro trabajo empezó a hacerse en la clandestinidad.

—Ve al punto —volvió a interrumpir, no queriendo recordar completamente todo.

—Bien.

Se levantó de la cama y empezó a avanzar a la puerta. Un gesto en su rostro fue más que suficiente para indicarles que debían seguirlo. Ambos lo hicieron sin pensarlo demasiado, Kaled por la curiosidad y London por el miedo de quedar complemente al desnudo de todas sus mentiras.

Sin embargo, así todo salga a la luz, London volvería a hacerlo.

Caminaron por el pasillo hasta llegar a una de las puertas metálicas que Kaled nunca vio antes. Demasiado alejado de su campo de entrenamiento y habitación.

—Quizá London ya te lo ha explicado. El proyecto tiene cerca de cuatro fases. Un plan perfectamente estructurado por mi hermano antes de morir —explicó Ion—. La primera fase y la más importante fue la de los SH o Súper Humanos. Individuos que, después de haber pasado por un serio proceso de cambio, mutaron a lo que tú y los demás son. Con alguna clase de poder que los vuelve mejores.

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