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Antes de entrar en una batalla, hay que creer en el motivo de la lucha.
Paulo Coelho

Capítulo 6: La posición del más fuerte.

El gran laboratorio con pinta de hospital en un principio estaba dividido por regiones. Cuando el proyecto empezó, el encargado localizó a los mejores. De cada país seleccionó a varios que aceptaron gustosos a sus planes. El hombre les ofreció un salón de juegos donde podían simplemente dejar volar su imaginación, todo financiado adecuadamente por el gobierno que los patrocinaba. En el mejor sector de aquel hospital estaba el médico encargado que era propio de su país. Los sectores más bajos y menos iluminados serían entregados a otros países. China se había llevado la peor parte.

Dos meses después de que el gobierno cayera y el país entero se desvaneciera en hambruna y guerra, cambiaron de locación. Un país casi invisible en el medio de Sudamérica. El hambre y la sed no serían un gran problema en ese lugar pues los habitantes seguían practicando la cosecha sin maquinaria y respetaban a la tierra como a su madre. A cambio de dejarlos instalarse, el encargado de ODAH les prometió las primeras armas humanas en cuanto el avance le permitiese una. Y el país que los acogió estuvo ansioso por ello. Y más con las amenazas a su país. Al ser uno de los pocos que seguían en pie sin hambre y sed, los demás países querían hacerse de su riqueza y así hacer prosperar su propia codicia.

Cuando se mudaron al hospital de aquel lugar tuvieron que planificar mejor los sectores. Seguirían por países, pero el encargado quiso jugar un poco con sus socios. Así que en un pequeño y reducido espacio les mostró el lugar al que pertenecería el que avanzara menos en el proyecto. El sector A sería para aquel que tuviese más éxitos que derrotas. Después de seis grandes logros London Meyer se apropió de aquel espacio privilegiado, con los mejores ayudantes que el hombre le pudo dar. El sector B era igual de espacioso, sin embargo la ayuda escaseaba. Ian Brackdon era el dueño de ese sector. Representaba a Estados Unidos. China estaba en el tercer puesto con la única doctora femenina entre aquel tumulto de hombres orgullosos de su ser. Japón de cuarto. Rusia de quinto pues este se negaba a aceptar su posición y pasaba más tiempo quejándose de su desdicha que trabajando.

Meyer tenía un record que nadie igualaba. Su primera victoria fue la tanda 02. El primer logro que tuvo el proyecto. London siempre mantenía su ego en la cabeza por ello. Lo merecía, él dio inicio a aquello que parecía demasiado trillado para su gusto. Él seguía constante solo por el hecho de pertenecer al primer puesto. Lo único que lo mantenía tan pegado a ello era el buen sabor que le dejaba ser el número uno. El segundo que logró fue el 12. La mayoría le negaba aquel hecho pues de aquella tanda solo habían sobrevivido tres individuos y uno de ellos estaba tan débil que pronto moriría y sería el repuesto de órganos. A ello le siguió la tanda 25, de ellos habían sobrevivido veinte y todos y cada uno de ellos no eran aptos para pelea. Incluso de esa manera él se sentía orgulloso de ellos.

68 era su penúltimo éxito, solo sobrevivieron siete. El proceso fue el más arduo, debía estar las veinticuatro horas del día con sus pacientes para verificar si seguían con vida. Hubiesen sobrevivido diez, pero su idiotez y los problemas con los demás le hicieron perder la concentración más de una vez. Su preocupación le hizo perder tres vidas. Y su último proyecto, 71-99 era el único sobreviviente de su tanda, pero el más fuerte. London atribuía ello a su juventud y gran perseverancia. Le fue imposible no encariñarse con Marley, el chico era lo que él fue en su juventud.

Si conseguía un éxito con los 94 entonces nadie podría ganarle.

A pesar de estar en esa altura, London también tuvo sus fracasos. Las tandas 33, 49, 51 y 87 las perdió, ninguno sobrevivió, pero fue necesario para que los cinco éxitos tuviesen más posibilidades de triunfar. Quitó vidas para beneficiar a las que tenían más posibilidades. La desesperación por ganarle a los demás hizo de London un hombre sin un poco de piedad o arrepentimiento.

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