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Persefone Goddess of Spring
✵ :・゚ೋ๑┋🌺┋๑ೋ *:・゚✧La blancura extrema de esa habitación acolchada, junto con el tono de la camisa de fuerza que le habían puesto, hace rato que la estaba empezando a agobiar, y gracias a ello comenzó a divagar entre pensamientos, haciendo que una vez más volviera a fijar su atención en uno muy particular.
Y más allá de ser un pensamiento, era como si una cinta se pusiera play en su cabeza, mostrándole imágenes al mejor modo de una película.
En estas se encontraba junto al cuerpo inerte de una chica, mientras de la sangre derramada de está comenzaba a brotar poco a poco una planta de mentha, hasta quedar totalmente convertida en planta.
Esas imágenes específicamente la hacían dudar de su mente en ese lugar.
Pero después de todo, su vida era un maldito mal chiste, eso era lo que siempre se había repetido y lo que hasta ese momento el mundo, o tal vez el destino, parecía gritarle en la cara.
Que su vida era un chiste de mal gusto y para su mala suerte siempre lo sería, así que no se le hacía extraño que su subconsciente quisiera crear imágenes para mantenerla de alguna forma fuera de esas paredes....
¿Y por que era un mal chiste? Pues fácil, estaba viviendo el tercer encierro total en su vida y al parecer el mas fuerte y sin salida que tendría....
Desde pequeña su familia, pero en especial su madre la sobre protegieron a un extremo donde no tenía ninguna relación con nadie que no fuera de su hogar o la escuela, y a la pelinegra a su corta edad no era como si le importara demasiado. No fue si no hasta que alcanzo los catorce años que fue víctima del que seria su segundo encierro y el que mas marcaría su vida.
Un día simplemente fue arrebatada del lado de su madre por un hombre, y desde entonces todo fue diferente.
Al principio intento resistirse a todo, trato, cuidado, comida, todo lo que este hombre le ofrecía era fuertemente rechazado por la chica, y así fue por un tiempo, mostrando cada vez mas indiferencia con el mayor; hasta que un día se dio cuenta que no era tan malo como ella creía y solamente lo acepto, tanto a él como todo lo que este le ofrecía, incluso llego a ofrecerle regresarle su libertad, pero ella no aceptó.
— Yo ya no necesitó nada mas que no seas tu y mi vida aquí, y por mas que extrañe mi hogar, prefiero estar aquí contigo que en ese lugar.
Y así transcurrió el tiempo, siendo sólo ellos dos en su pequeño gran mundo y ella siendo su reina; pero la felicidad no puede ser eterna por mas que uno así lo quiera....
Una noche tormentosa llegaron, hombres armados vestidos de negro con grandes letras blancas donde se leía "POLICÍA", llegaron a irrumpir en su hogar y acabar con la paz de su reino.
La regresaron con su familia, su verdadera familia, pero ese ya no se sentía como su hogar, no, esa casa se sentía como un lugar extraño, un lugar al que ya no pertenecía.
Su hogar era allá, en esa otra casa, con ese hermoso jardín al lado de ese hombre que de alguna manera le dio otra clase de libertad....
Síndrome de estocolmo y depresión; eso fue lo que le diagnosticaron una vez la llevaron ahí, y ya que su familia no podía seguir lidiando con su depresión al estar alejada de su "verdadero amor", decidieron dejarla en ese lugar para que alguien mas fuera quien se encargara de ella.
Como si fuera un pequeño animalito al cual puedes abandonar sin ningún remordimiento cuando ya no lo quieres mas, de esa manera la abandonaron a ella en esa institución.
A partir de entonces su vida se vio atrapada en la blancura de esas paredes la mayoría del tiempo, con solo pequeños y breves momentos fuera de estás, y más aún fuera de la institución, donde podía apreciar el gran jardín que se extendía ante ella y que de alguna manera, la llevaba de vuelta a ese otro jardín junto a ese hombre de cabello azabache y ojos del color del mar, con el que soñaba poder formar una vida muy pronto.
— No te preocupes mi amor, no pueden mantenerme aquí para siempre — Comento con la respiración entrecortada y la mirada fija en la puerta mientras estaba sentada en medio de la habitación de forma hexagonal, hasta un rato antes había estado forcejeando con la camisa de fuerza en un intento totalmente fallido por soltarse, y ahora, ahí, sentada en el suelo con el cabello oscuro cayendole despeinado sobre el rostro y los hombros, ese aire infantil y hasta inocente que solía caracterizarla, había desaparecido, y se mostraba más oscura — Pronto saldré de aquí y se arrepentirán por haber destruido mi reino.
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Psychiatreío
Fantastik¿Que pasaría si a las historias de los grandes dioses griegos que conoces les fuera agregado un capítulo de infinita tragedia? Dónde no hay héroes, ni batallas, ni rayos, ni tridentes, ni cascos de invisibilidad, ni grandes escudos o zapatillas ala...