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-𝐒𝐢𝐞𝐧𝐭𝐨 𝐪𝐮𝐞 𝐦𝐞 𝐞𝐬𝐭𝐨𝐲 𝐚𝐡𝐨𝐠𝐚𝐧𝐝𝐨 𝐞𝐧 𝐦𝐢𝐬 𝐩𝐫𝐨𝐩𝐢𝐚𝐬 𝐞𝐦𝐨𝐜𝐢𝐨𝐧𝐞𝐬, ¿𝐭𝐢𝐞𝐧𝐞 𝐬𝐞𝐧𝐭𝐢𝐝𝐨?
Rowena y su grupo de amigos solo querían tener el mejor verano de sus vidas, pero eso no habría sido tan interes...
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Kiara asintió ante lo que había dicho y me abrazó, mientras miraba a los dos chicos dándoles alguna indicación. Pope apartó al castaño de mi regazo y, con ayuda del rubio, lo llevaron hasta la volkswagen para poder llevarlo a casa para que descansase.
—¿Qué te parece si te llevo al Château con él mientras los chicos recogen todo este desastre? Luego volveré a por ellos —asentí conforme todavía con la cara sobre su hombro, le di un leve apretón y sorbí por la nariz, luego ambas nos levantamos en dirección a la furgoneta de John B.
Kiara condujo en silencio hasta la casa del castaño, nos permitimos reír un poco al darnos cuenta de que fue una estupidez no traer a alguno de los chicos para bajar a Booker y poder dejarlo en su cama. Con algo de esfuerzo logramos sacarlo de la parte de atrás y lo acostamos en su cuarto, luego Kie se fue de vuelta a la playa, dejándome sola con John B.
Agarré una linterna y me metí en el baño, tras rebuscar un poco encontré el viejo botiquín de Big John. Llené un pequeño tazón con agua limpia, me senté en el borde de la cama y procedí a limpiarle las heridas abiertas ayudándome con una gasa, agua y jabón neutro. La ventaja de que estuviese inconsciente es que no se estaría quejando todo el tiempo.
Sonreí de lado apartándole el pelo de la frente, pasando mis dedos por su mejilla de manera suave. Tras colocarle un par de tiras adhesivas para que le cicatrizasen los cortes abiertos me levanté y fui hacia el congelador. Maldije por lo bajo al no recordar que no teníamos luz y que probablemente estaría todo malo. Agarré una bolsa de plástico y raspé dentro el poco hielo que quedaba en el frigorífico, supongo que sería suficiente. Me senté en el suelo al lado de la cama y apoyé con cuidado la bolsa contra su ojo, no haría demasiado, pero al menos le bajaría la hinchazón.
Apoyé la barbilla sobre el borde de la cama y me quedé un rato analizando su expresión, parecía tranquilo a pesar de la paliza que le acababan de dar. No tardé en escuchar la puerta de la entrada chirriando y alcé la vista, solo viendo al rubio, que miraba al suelo mientras se rascaba la nuca.
—Hey, Kie y Pope ya se han ido... Les he dicho que yo te llevaría a casa —dijo acercándose y se apoyó contra el marco de la puerta.
Asentí volviendo a centrar mi atención en mi otro amigo, moviendo un poco la bolsa para comprobar como iba la hinchazón. —Gracias —dije en un susurro.
—¿Qué tal?
—Bueno, le he limpiado las heridas, ahora solo queda que descanse —dije dejando la bolsa a un lado, ya que el hielo casi se había derretido por completo.
—Me refería a como estás tú —murmuró todavía sin mirarme.
—Bien, más tranquila ahora... —dije con la voz algo ronca, supongo que mis ojos todavía estaban rojos, delatando mi estado.
