𝐋𝐨𝐧𝐞𝐥𝐲 𝐇𝐞𝐚𝐫𝐭 | Huracán Ágatha

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Narrador omnisciente

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Narrador omnisciente

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A pesar de lo ruidoso que había sido el huracán, Wen Ramos había dormido como un tronco durante toda la noche, y hubiera seguido haciéndolo toda la mañana de no ser por el alboroto que su madre y su hermana estaban montando en la cocina.

Se sentó en la cama y estiró su espalda haciéndola crujir en el proceso, para luego levantarse y cruzar el pasillo mientras se peinaba con la mano hasta donde provenían las voces de sus familiares.

—Buenos días —murmuró la de pelo corto, acercándose a su hermana sentada a la mesa, desayunando.

Wen estiró el brazo y le robó un trozo de tostada a su hermana, quien quiso pegarle un manotazo, pero no fue lo suficientemente rápida. La pequeña sonrió victoriosa y se llevó el trozo de pan a la boca sin dejar de mirar a su hermana, mientras se acercaba a abrazar a su madre. La señora Ramos le dio un beso en la parte posterior de la cabeza a su hija y, tras acabarse su café, se despidió de ellas para irse al trabajo. Al menos Ágatha les daría mucho que hacer al haber deteriorado numerosas embarcaciones, además de los desperfectos de su vivienda.

—¿Has visto como está la casa? —preguntó Elisabeth a su hermana mientras terminaba de lavar la taza que había estado utilizando antes.

La más alta negó y se desperezó una vez más, dejándole claro a su hermana que acababa de despertarse.

—El salón está lleno de goteras, hay que arreglar el tejado. Tadavía no he mirado como está el jardín y creo que prefiero no hacerlo.

—Lo dices como si me dictases mi lista de tareas —la más joven frunció el ceño cruzando ambos brazos sobre su pecho y apoyando su espalda baja sobre la encimera de la cocina.

—Veo que lo vas pillando —se rio—. Tampoco hay luz ni cobertura, así que si quieres que te acerque al centro vístete. Yo voy a ducharme —dijo la de pelo largo para desaparecer por el pasillo.

Rowena se metió en su cuarto y tras ponerse el primer bikini que encontró en el cajón, abrió el armario sacando unos pantalones beige de estampado floral en tonos azules y rojos, un top blanco y una sobre camisa azul cielo de manga corta. Tras cepillarse el pelo se colocó un pañuelo rojo en la cabeza y se calzó con sus converse desgastadas que alguna vez fueron blancas.

Escuchando los gritos y quejas de su hermana desde detrás de la cortina del baño se lavó la cara, se echó desodorante y consiguió lavarse los dientes antes de que la echase. La pequeña casa solo tenía un baño y el pestillo estaba roto, así que esta era una escena casi cotidiana.

Después de meter en su bolsa de tela la crema solar, el libro que estaba leyendo esa semana y algo de dinero salió al patio, ya que todavía tenía tiempo antes de que su hermana teminase decidió echar un vistazo a los alrededores. Por suerte no había muchos destrozos, pero, como bien había dicho su hermana, el tejado necesitaba un arreglo urgente, una rama del árbol contiguo a la casa le había caído encima. Al menos sabía que el bote de la familia estaba bien, ya que su padre se lo había llevado esa mañana temprano. Perder el barco podría dejar a la familia Ramos en números rojos, y después de todas las pérdidas económicas que los huracanes traían consigo no era conveniente.

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