Sublimación

7 3 0
                                    

  Los grandes cambios siempre vienen acompañados de una fuerte sacudida...No es el fin del mundo, es el inicio de uno nuevo.


Dónde la brisa me llevó...

Miro mi reflejo en el río. Sigo siendo solo yo, la misma Sarah de siempre. El tiempo que ha pasado solo hizo crecer más mi cabello, el color negro natural que tengo se comienza a ver en las raíces y ahora me llega un poco más abajo de los hombros.

 Suspiro resignándome a volver con los demás, no es que no me guste estar con ellos, sino que disfruto de la soledad, con ella no tengo que utilizar máscara, solo ser y estar en el espacio, no le importa si estoy rota o no...Mientras me pongo en pie y sacudo la tierra de mis pantalones evoco por un instante a mi familia...

¿Los extraño? No lo creo. Si me preocupa el estado en el que se puedan hallar y su seguridad, pero no me arrepiento de respirar tranquila sin ser reprochada o criticada. Hace mucho tiempo los perdoné y decidí cambiar de pies a cabeza. El cambio físico solo fue un toque adicional, busqué ayudar a todos los que pudiera, o al menos ser luz entre tanta oscuridad, ¿Lo estoy logrando? No tengo idea, pero seguiré sonriendo al mal tiempo.

Voy caminando hacia el sendero que lleva al campamento, pero alguien obstaculiza mi camino. Alzo la mirada porque soy bastante más pequeña que la persona que tengo al frente. Me encuentro con el líder de este sitio... ¿Cómo se llamaba? «Oh, mi mala memoria y yo rompiendo récords».

—Águila —sonríe al ver que no recordaba su apodo, — ¿Cómo estás?

—Muy bien, estaba por irme —digo y señalo el camino intentando de pasarle a un lado, pero coloca una mano en mi hombro.

—Todos necesitamos un respiro. Un momento de realidad donde no finjamos nada a nadie ¿no? —comienza a persuadirme, pero no entiendo a qué quiere llegar con esto.

—Yo... en serio me tengo que ir, me deben estar buscando —trato en vano de alejarme.

—No tengas miedo. Es para un mejor mundo... ¡los humanos son tan malagradecidos y caóticos!, ¿sabías que los avances tecnológicos y en medicina se dieron gracias a Prometeo? —me suelta consciente de que no me iré y camina hacia el río. — los dioses los protegen y les otorgan regalos y ¿para qué? No le veo el sentido a dejar a una raza tan débil y poco inteligente como los humanos en un mundo con tanto potencial. Al final terminarán muriendo todos porque es su miserable naturaleza, así que ¿por qué no mejor ayudarlos a retrasar eso?, eliminar la mortalidad humana, mejorar sus cuerpos lánguidos, hacerlos perfectos... Claro que muchos morirán, pero es un pequeño precio a cambio de la salvación, porque ¡somos sus salvadores! —se voltea hacia mí y me da una sonrisa cálida que se me hace más siniestra que otra cosa.

— ¿P-por qué habla en tercera persona? ¡¿Y qué quiere decir con todo esto?! —empiezo a gritar y siento como voy transpirando en la medida que el hombre me sigue mirando con la misma sonrisa y la cara ladeada, como si fuera un perro que mira con curiosidad.

— Eres demasiado humana, pero quizá te pueda ayudar con eso, y si todo sale bien ¡hasta podrías conocer a Universe! Que las estrellas te protejan, y que te guíen por buen camino.

  Decir que tengo mucho miedo es poco. Yo no debería estar aquí, no soy a quien buscan y justo cuando me doy la vuelta para salir corriendo, tres hombres de túnicas raras se materializan en mi cara y tropiezo con ellos, haciendo que caiga al piso. ¡Así es, solo aparecieron en mi cara, como por arte de magia! Lágrimas descienden por mis mejillas, y sé que de esta no me salvo.

Uno de ellos me toma por los hombros y coloca de rodillas mientras los otros, incluido Águila, comienzan a salmodiar palabras en otro idioma. Para cuando el hombre quita sus manos de mis hombros y se une al canto, intento moverme sin éxito; no estoy atada, no me están agarrando ¿por qué no me muevo? Las palabras se han fusionado en un cantico que se me hace ensordecedor, hinco más las piernas en la tierra y mi vista se comienza a nublar.

 Trato de ver la luz lunar, pero no está, solo hay pequeños puntos que se cuelan en mi visión, puntos brillantes que parecen figuras a medio hacer, o ¿coordenadas?

Dolor.

Ya no escucho, no veo, solo siento un dolor insoportable que me recorre desde la cabeza baja por mi espalda y se extiende en mis extremidades, como si en mis venas corriera ácido en vez de sangre. 

GéminisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora