Sublimación II

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Cierro los ojos por instinto esperando el impacto que nunca llega, ¿sublimé? No creo haber sido yo. De todas maneras, entro en contacto con un piso frío que da paso a un túnel largo. Todo tiene pinta de laboratorio clandestino de experimentos peligrosos. 

El piso es de metal, las paredes son roca pura y en el techo cuelgan unas toscas lámparas de luces blancas, Camino a través del túnel embargada por la curiosidad.

 
Descubro un ascensor en el que ingreso. Solo hay un botón que indica con una flecha que el aparato solo baja. No sé cuánto baje, hacia donde me lleve, o qué voy a encontrar, pero igual presiono el botón.

 Las puertas se comienzan a cerrar y yo me empiezo sentir un poco mareada; una punzada de dolor me atraviesa la espalda y me contraigo en agonía. De repente las venas me vuelven a arder y siento ese dolor incontenible, con el que, sin poder evitarlo lanzo un grito. El ascensor empieza a bajar.

—¡¿Qué me pasa?! —grito entre contracciones de dolor que me golpean la boca del estómago y del pecho. Siento que no respiro y comienzo a pasar mis manos por mi cuello, desesperada por aire.

«Es parte de ti. Todos somos parte de ti, respira y canaliza».

—¡Cállate! —no quiero oírlo ahora. Cada fibra de mi cuerpo sufre y me arde.

 Grito otra vez y golpeo la puerta del ascensor con mi puño. Esta maldita cosa solo baja y sigue bajando sin detenerse mientras yo siento que me divido en muchos pedacitos.

«Eso. Dirige el dolor y te va a dejar, ¿sientes cómo va mermando? Porque yo sí».

  Miro mi puño. Está un poco rojo, pero no duele, él tiene razón. El dolor se va poco a poco. Respiro con dificultad y me pongo en pie. Me sorprendo de ver que el lugar donde golpeé el ascensor está...derretido...Al menos una parte. Pero derretido, en fin. ¿Acaso yo...?

«Sí, pero no es ácido como tú crees, es calor»

Pausó su explicación por unos instantes.

«El calor que se genera cuando tus células se preparan para sublimar se concentra y se convierte en dolor que puedes canalizar. Con el tiempo te controlarás mejor y resistirás».

  Antes de responderle, las puertas del condenado ascensor se abren y veo un bullicio que me impacta. Es como un pequeño grande mundo que se desarrolla aquí abajo.

 Todos están dedicados a sus actividades, nadie me nota. Doy un paso fuera y comienzo a detallar el lugar. No hay rastro alguno de rocas o algo que muestre la ubicación de este lugar. Todo es simétrico, paralelo y complementario, la paleta de colores va de ambiente de hospital a ambiente de laboratorio, es decir, todo blanco.

  La monocromía que este lugar destila es todo lo contrario a las personas que lo habitan, cada una más distinta de la otra, y es imposible lo que ven mis ojos. Pero para este punto no me impacta tanto como pudo haberlo hecho hace un tiempo. No solo hay personas con colores de pelo intensos y estrafalarios, sino también unas que vuelan, otras que tienen más de dos ojos o algunas  de solo uno; incluso hay...centauros. Sí, creo que son esos: mitad caballo mitad hombre.

Todos los seres vivos de aquel lugar ubicado en el corazón de una montaña en medio de la nada caminaban de aquí para allá, ensimismados en sus propios asuntos y problemas. Nadie notó a la pequeña chica de cabellos eléctricos que miraba con incredulidad lo que para ellos era el pan de cada día. Algunos la miraban de soslayo, pero la mayoría se concentraba en lograr lo que tenían pautado. Porque, aunque no lo pareciera no estaban por gusto en aquel lugar, y no eran lo que eran por una casualidad o un fallo de la naturaleza. Esa razón que los mantenía despiertos por la noche, experimentando con ellos y trabajando por la mañana tenía rostro y nombre.

Universe.

Nadie sabía quién con exactitud era él, o qué buscaba con alterar la genética de los humanos o cómo acabaron ellos en esos experimentos, ligados para la eternidad con aquel loco.

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⏰ Última actualización: Jun 20, 2021 ⏰

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