¿cuál es el camino?

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Un cadáver...
Dos culpables,
Un cómplice,
Y  un testigo.

"συνδέεται με αίμα..."

— ¡¿A dónde iremos?! —farfullaba Sarah.

— ¡Cálmate! —le decía Alex.

— ¡Lo mataron! —exclamaba una Sarah histérica.

«Toc, toc». Los golpes a la puerta seguían.

— ¡YA! —grité estresada,— Milo y Alex llévense al rubio lejos de aquí, que Milo se cambie lo más rápido posible, Sarah —suspiré.— por el amor a Dios cálmate, cuando lo hagas mete en nuestros bolsos comida. Toda la que consigas ¿ok? Yo me encargo de la puerta —dicho esto, todos asintieron y se ocuparon en lo suyo.

Abrí la puerta, un hombre de expresión seria y hierática estaba en el umbral vestido con un esmoquin negro, en una mano llevaba unas botellitas que había visto antes...

— ¿Qué se le ofrece? —traté de sonar calmada.

— Vengo por los internos que aquí residen, déjame pasar, será más rápido.

— ¿Se refiere a los chicos? No hay nadie aquí, solo estamos algunas chicas, ya sabe cómo son las cosas luego de la noche —guiñé un ojo.

Algo sonó a través del corredor. La voz de Milo llegó a oídos del hombre en la puerta, quién, me empujó y pasó decidido a la estancia. Sin embargo se quedó de piedra cuando vio la sangre en el piso, analizando y evaluando la escena.

— ¿Qué pasó aquí? —dijo con su grave voz.

— Oh, ya sabe la primera noche siempre les pasa a las nuevas, ¿Si me entiende? Me refiero a que... —me interrumpió haciendo un gesto con su mano.

— Pero esto es bastante sangre, no parece haber sido por la sesión —entrecerró sus ojos— revisaré toda la casa —sentenció.

— ¡Ya le dije que no hay nadie de los que busca! —hice un gesto desesperado, y el hombre lo captó.

— Creo que ya te entiendo —sonrió y dio un paso.

— Lo siento —le dije yo, y le presioné el punto entre el cuello  y hombro para dejarlo inconsciente.

El sonido del cuerpo llegando al piso fue seco. Luego de verlo caer, revisé lo que llevaba el hombre. En su mano tenía esas botellitas de líquido que creo es droga, llevaba un cinturón donde descansaba una daga negra y otros tres artefactos que no reconocí; en los bolsillos de su chaqueta no había nada, a excepción de un teléfono, traté de desbloquearlo, y para nuestra suerte no tenía contraseña. Decidí llevarme todo lo que tenía ese hombre.

«Genial, además de cómplice de homicidio ahora también robas...pero no hay de otra...»

Sarah iba saliendo de la cocina con un cuarto bolso un poco más pequeño, su cara al verme arrodillada junto al hombre de negro fue como en la pintura de Edvard Munch "el grito"

— Está vivo, solo está inconsciente —le aclaré.

Sus facciones se relajaron y por el corredor aparecieron Alex y Milo, quien estaba limpio e incluso curado, tenía vendas en los nudillos y un curita en la mejilla. Su camisa, antes llena de sangre, fue reemplazada por un suéter negro.

GéminisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora