XX. Maldita seas Addison.

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★Mini Maratón 1/3★



La sensación de vacío y nausea se apoderaron de mi cuerpo apenas y desperté. Hacía frío, tanto que podía sentir tan helada mi piel que incluso dolía. El cuello me trono al instante en que giré mi cabeza, apreté los ojos y un zumbido se instaló en mi cabeza. Maldita sea. ¿De cuando acá me da una resaca tan fuerte?

La cama estaba vacía, pero ni siquiera recordaba en que momento había llegado a ella. Aunque a juzgar por mi desnudez, podía asegurar que Harrison tenía algo que ver en que terminara de esta manera. 

Froté mis ojos y ardieron, podía sentir las pequeñas partículas de mascara de pestañas en mis ojos. Maldije de nuevo, pues dormir con maquillaje encima era una de las cosas más horrorosas del mundo. Me di la vuelta para quedar boca arriba sobre el colchón, extrañamente había mucho silencio en la casa, cosa poco usual pues Harrison acostumbraba a tener música casi las 24 horas del día, al menos en un volumen bajo, pero todo con la intención de no escuchar el ruidoso silencio. 

Busqué entre las almohadas mi celular con la esperanza de encontrarlo por ahí pero no pasó. Suspiré. De nuevo la sensación de vacío en mi estómago me causó malestar, en realidad tenía hambre. Ni siquiera sabía que hora es. Parecía temprano por la mañana, pero era imposible saber sin un reloj, pues el cielo nublado del exterior permanecía igual todo el día que era difícil guiarse por este. 

Terminé azotando la puerta del baño con la vejiga a punto de explotar, por lo que rápidamente me ocupé de liberarme de esa presión. Si, definitivamente mi aspecto era deplorable. Aunque en un principio mi objetivo más cercano era buscar mi celular, lo sustituí rápidamente por darme una ducha. Cosa que hice nada más terminé de cepillar mis dientes. 

Ignoré el aún insistente dolor en mis sienes durante la ducha y finalmente salí, un poco más renovada, quizás un 5% más renovada. El silencio seguía reinando en la casa, hice una mueca extrañada por tal hecho. 

Ropa interior básica, unos leggins negros y un suéter oversize color verde militar se encargaron de dar calor a mi cuerpo y bajé las escaleras en busca de Harrison. Mi estómago gruñía y mis pies caminaron a la cocina para abrir la nevera casi de manera automática. Pero una nota color amarillo pastel pegada en la puerta llamó mi atención. Con letra desprolija en tinta azul, unas palabras me recordaron lo inevitable. 

"He ido por Tom y Harry al aeropuerto.    -H"

Un hueco se instaló en mi pecho, sabiendo que sí, yo era la única responsable de esta cagada de decisiones que había tomado y había dejado crecer hasta el punto en que estaba por explotarme todo en la cara. Solo esperaba que todo marchara tan cual lo estaba planeando en mi mente, sin sorpresas, sin drama, sin más problemas. 

Saber que probablemente en minutos, los dos chicos que me roban suspiros, estarían atravesando la puerta juntos me causaba ansiedad. Estaba tan acostumbrada a tenerlos separados que ahora verlos juntos me daba miedo, mucho miedo. Me había confiado demasiado. Maldita seas Addison. 

El olor del omelette en la sartén me hacía agua la boca. Observaba el sudor en la tapa del sartén, provocado por el vapor del interior y el pequeño agujero que tenía esta para dejar salir la presión del vapor. En mi mente repasaba lo que tenía que hacer mañana. Pero no me había puesto a pensar en que haría hoy con Tom y Harrison en la misma casa. Maldita seas de nuevo Addison. 

Unos minutos más tarde me encontraba devorando la comida, si, estaba ansiosa y nerviosa pero eso no me impedía comer, en teoría debería de quitarme el apetito pero al parecer estaba haciendo un efecto a la inversa. Miraba a lo lejos el pequeño y corto pasillo que desaparecía por el muro de la sala y conectaba con la puerta principal. Quizás como deseando que jamás llegaran ellos. Solo los invoqué. 

Who Owns My Heart △ (TOM HOLLAND, HARRISON OSTERFIELD) PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora