XXII. Nightmare.

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★Mini Maratón 3/3★



La mesa estaba llena de platillos a medio comer, envases de cerveza, copas de vino, servilletas regadas, cubiertos desacomodados y en cada asiento una persona riendo y conviviendo. Sin embargo, yo estaba en otro puto planeta. Y por supuesto que Nadia lo había notado. O no me hubiera hecho era seña con la mano, seña que significaba una cosa. Ir al tocador. 

—¿Qué tienes? Pareces drogada —Se cruzó de brazos. —¿Te metiste ácido?

—¿Es en serio? —Pregunté rodando los ojos, al mismo tiempo que me apoyaba contra el lavamanos y miraba al techo, buscando una respuesta. 

—Wow, wow, ¿qué es eso? —Su mano en mi barbilla me impidió bajar a verla. Observó mi cuello. —Oh ya entiendo...

—¿Qué? —Me giré al espejo, alzando el rostro y mirando mi piel con alguna marcas rojizas. Mierda. La miré a través del reflejo y sabía que quería explotar de la risa. 

—Querida, con que ya te han dado tu regalo de cumpleaños por adelantado —Habló socarrona. —¿No es así?

—Nadia —Me giré ligeramente dramática. —Fue el mejor sexo que he tenido en mi vida. 

—Quiero detalles, ahora —Dijo haciendo movimientos con su dedo índice hacia mí. Suspiré. —¿Quién fue?

—Tom —Se mordió los labios al mismo tiempo que elevaba las cejas en repetidas ocasiones. —Dios, Nadia, pensé que moriría. 

—¿Por qué?

—Jamás había sentido eso —Comencé a caminar de un lado a otro en el baño, que afortunadamente estaba vacío. —Sentí que el alma se me iba del cuerpo si duraba un segundo más con su mano en mi cuello. 

—Literalmente estuvo a punto de matarte —Me detuve por su comentario. 

—No lo sé, solo se que hizo que me corriera en ese maldito instante —Ella elevó sus cejas. —Maldición, no dejo de pensar en ese momento y esa sensación. 

—Ah, ya entendí, te gusta el sado —Puse los ojos en blanco. 

—Lo que sea, el caso es que pensé que moriría, lo juro —Escucho su risa, pues sigo dando vueltas de un extremo al otro del baño. 

—¿Pero eso es bueno o es malo? —Preguntó ella. Me detuve de nuevo, mirando el pequeño aviso sobre la importancia del lavado correcto de manos. ¿Era bueno o malo? No lo sé

—No lo sé —Respondí. Al final de cuentas, si, me había encantado, pero me había dejado una sensación demasiado extraña en mi interior. 

—Bueno, veamos, ¿Dejarías que lo haga de nuevo? —Preguntó, mordí mis labios, la miré tratando de buscar una respuesta en mi mente. ¿Lo dejaría? 

—Nadia, haces preguntas muy difíciles de responder —Admití, le daba una mirada preocupada por que en realidad el dilema en mi mente había comenzado. Pero esperen. —Además, se supongo que voy a terminar con él mañana. 

—¿Y? —Preguntó de manera alargada. 

—Pues... Ya no habrá más.

—¿Pero te gustaría que haya mas? —Llevé mis manos a mi cabello recogido en esa coleta, la coleta de la suerte pensé. 

Who Owns My Heart △ (TOM HOLLAND, HARRISON OSTERFIELD) PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora