Esa noche lo eché de menos y no fue la única pero si os soy sincera lo peor de todo es echarle en falta después de saber lo que se siente al dormir a su lado. Para ese entonces no sabía lo que sentiría pero ahora que ya lo sé no sabéis lo mucho que necesito tenerle aquí. No sabéis lo que duele girarse en la cama y ver que ya no está, solo hay un hueco vacío que seguirá así porque dudo que exista alguien que pueda llenar ese espacio o ese vacío que ha dejado al marcharse. No voy a mentir a nadie, tampoco quiero darme la vuelta en la cama y encontrarme con otros ojos que no sean los suyos ni con otra mano que me acerque a él, ni colgarme de otros labios que no tengan la misma forma que los suyos, así tan apetecibles. Aún recuerdo aquellas noches en las que se despertaba a las tantas, quizás a las tres o así pero hubo una noche que no olvidaré jamás, eran las cuatro y cincuenta y seis y sentí como me despertaba a besos. Recuerdo que me dijo que había tenido una pesadilla en la que me perdía y al despertar había tenido miedo de no encontrarme. Ahora al recordarla me río porque parece que ya no tiene ese miedo de levantarse y no encontrarme sino que se lo pregunten a la persona que me hizo perder todo esto que tenía pero bueno, así es la vida...ya tendré tiempo para contaros lo que pasó hasta llegar a ese punto de la historia.
Nunca le dije lo mucho que le necesité esa noche y todas las siguientes. A veces tenía la necesidad de llamarle y decirle que viniese, que tenía miedo y necesitaba que me sostuviera entre sus brazos pero en ese entonces también tenía miedo de que las cosas fueran demasiado rápido, tenía miedo de implicarme aún más emocionalmente con él. Notaba como en poco tiempo Eric había tenido el poder de meterse bajo mi piel y sentía que no tenía pinta de irse a ninguna parte (y ojalá que fuese así durante mucho tiempo) Así pensaba yo aunque debo admitir que una parte de mi quería echarlo de mi vida, ¿por qué? os preguntaréis; es sencillo, yo quería decirle que se fuera, que no me quisiera porque si lo hacía yo ya encontraría la forma de meter la pata y él se iría. En ese momento pensaba así, prefería sacarlo de mi vida antes de sentir que ya era demasiado tarde. Sentir que le quería hasta los topes y que no era nada sin él pero...
Ya era tarde, al menos para mi. Y si en esos instantes le pedía que se fuera sé que muy en el fondo sería para oírle decir que no pensaba irse a ninguna parte. Mi corazón no quería eso y Eric se encargaba de repetírmelo millones de veces, decía "no voy a irme" pero yo no veo que siga aquí como en tantas noches me prometió y eso me duele pero no quiero dejaros con mal sabor de boca, no, ya hablaremos de esto más adelante es solo que.. no sé, no es que le guarde rencor porque se haya pirado- que puede que también- sino que es más... ¿nostalgia? Podríamos llamarlo así, solo sé que lo echo de menos, joder, y me puede el sentir que no voy a volver a tenerle.
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Sonó el despertador, era viernes y nadie tenía ni la más mínima idea de las ganas que tenía de que llegase este día. Luna y yo habíamos quedado para ir al cine y la semana se me había hecho eterna, parecía que no iba a llegar nunca el momento de tenerla solo para mí. Sabía que no era normal ni bueno ni tampoco sano tener tantas ganas de estrecharla entre mis brazos pero tenía esa tonta necesidad de hacerlo y no soltarla, al menos durante un tiempo porque decir siempre sería demasiado.
Me preparé para ir a clase porque no quería llegarr tarde. Tenía muchas ganas de verla, cruzármela por los pasillos como cada mañana, que me sonriese y que yo le pudiese guiñar el ojo sin que Denis me viese o besarnos a escondidas en los lavabos o, quizás rozarle la mano sin querer o queriendo cuando los pasillos estén llenos de gente. O, quizas, podía mirarla para recordar cada puto milímetro de ella para cuando no la tenga conmigo.
Ese día recuerdo que no tuve la oportunidad de besarla como me hubiese gustado. Tenía ganas de comérmela a besos con esa sonrisa tan bonita que siempre me dedicaba y es que si os digo la verdad solo le hacía falta mirarme con una sonrisa de esas que me derretían y me alejaba del resto del mundo. Me bastaba con pensar en ella y olvidarme del resto y a veces Denis tenía que bajarme de esa nube en la que me pasaba todos los días metido. El amor, chicos, es lo que tiene.