FACSÍMIL

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Me encontraba allí, en el mismo lugar en el que supe que me había enamorado, no sabía si era mi mente la que jugaba conmigo o en verdad su ser aún daba vueltas por aquel paraje, escuchaba voces e imaginaba que era la suya, incluso en cierto punto me pareció haberle visto frente a mí, con aquella postura que le caracterizaba, la misma que usaba para mírame con cierta picardía y luego sonreír para preguntar “¿Por qué me miras?”… ¿Cómo decirle que le miraba por pura intención de admirarle? Que temía por el tiempo, que si no le miraba lo suficiente entonces le extrañaría en demasía cuando se marchase, que mis ojos no seguían órdenes y preferían gastarse sin pestañear un solo segundo, que el simple hecho de observarle aceleraba los latidos de mi corazón, yo sonreía y desviaba la mirada con cierta euforia para luego admirarle de nuevo.  

Me atrevería a compararle con una obra de arte sin necesidad de caer en un terrible halago rebuscado, lo era porque por más que le observaba no dejaba de percibir detalles, uno más hermoso que el anterior, incluso después de hallar cicatrices, me parecían perfectas. Luego caía en sus ojos, ojos que brillaban tanto como los míos y sonreía, no dejaba de sonreír, le percibía feliz por mi presencia y aquello era lo que más me deleitaba.  

Un día sus ojos comenzaron a perder aquel brillo, el terror me invadía cada vez que intentaba admirarle de nuevo, porque su expresión de amargura me advertía que no era buena idea, que seguro me odiaría por pretender acercarme, entonces noté como mi presencia ya no le complacía, incluso si yo estaba siendo feliz solo con permanecer en silencio a su lado, sin mirarle, casi sin respirar… agonizando… los bellos momentos los arrastró la corriente de su desespero hacia un mar de decepción, de su agobio, me limito entonces a observar desde la orilla la forma en la que ha comenzado a aislarse y me cubro con frustración al ver cómo de forma inconsciente pide a gritos ayuda “Iré por ti” respondo, pero me mira con molestia y de forma brusca dice que me vaya.  

No lo comprendí, me aleje unas horas y al volver parecía sufrir más, mi hermosa obra de arte se había transformado en una tormenta de colores grises y opacos, azules desesperados y un intermitente negro que amenazaba con arrebatarme la visión de lo mejor que había en mi vida. Me pregunto si no es a mí a quien necesita, si está llamando por alguien más, alguien que no viene… así que mientras llega he comenzado a construir un puente, incluso si más adelante mi bella obra se encarga de empujarme hacia las agresivas aguas de su indecisión, incluso si lo hace antes de terminar, incluso si muero en el intento, tomaré el pincel para devolverle el color a su vida, aun sabiendo que los perderé en la mía.    

Gine~

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