prólogo

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…Volteó su rostro en mi dirección.

—¿Enserio crees todo lo que dicen? —preguntó con melancolía.

Sus emociones se reflejaron en mi como un espejo. Sus ojos cristalinos, me hicieron detener el tiempo; todo se detuvo, incluso mi ferviente idea de la mala persona que supuestamente creía que era, se esfumó. Solo podía ver a la chica inofensiva que lloraba en un rincón. Nunca vi algo tan pequeño, tan delicado y totalmente roto.

—¿Crees que soy un monstruo?

Consentida ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora