Capítulo 10

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CAPÍTULO 10

Narra Jake Davis.

Después del bonito momento que he tenido con Alyssa en la ducha, me ha dejado completamente duro, pero cuando me ha dicho que alguien me esperaba, todo se ha ido a la mierda.

Salgo del baño con una toalla en la cintura, mientras ella está en el baño cambiándose, pues se ha mojado toda la
ropa. Y ha sido de lo más sexy que he visto en mi puta vida.

El timbre vuelve a sonar. Harto, me dirijo hasta el aparato que hay al lado de la puerta de Alyssa, desde ahí, también puedes abrir a la gente o verlos a través de la cámara.

Aprieto el botón para encender el micrófono y de mala manera hablo:

—¡Qué ya voy, joder!

El timbre deja de sonar, parece que me ha entendido. Termino de vestirme y cuando me voy Alyssa sale del baño.

—Adiós, Alyssa, nos vemos.

—Adiós, Jake—se despide mientras yo ya salgo por la puerta de su cuarto.

Bajo rápido las escaleras, al no escuchar voces me doy el lujo de pasar tranquilo por la casa hasta llegar a la entrada.

Respiro hondo, pues las conversaciones con mi padre no acostumbran a acabar muy bien.

Abro la puerta con mi mayor sonrisa arrogante.

—¿Se puede saber por qué tardaste tanto?—habla con su seriedad que intimida a todos, pero a mí no.

—No te incumbe—cierro la puerta—. Ni se te ocurra volver a acercarte a esta casa.

—Que—ríe de manera amarga—¿Es tu novia la chica castaña?

—No. Pero como te van tan jóvenes, no quiero que me quites lo que es mío.

Sí, mío.

Jake, que te importa la edad que tenga mi pareja—habla con fastidio y me detengo.

—Pa...Andrew, tu novia sería como mi madrastra y eso sería...asqueroso. ¡Era una conocida mía! Tú tienes cincuenta y dos años y ella tiene veintiséis ¿te das cuenta de esa locura?

—¿Nunca escuchaste el dicho de el amor no tiene edad?

—Sí, y muy bonito y esa mierda, pero no quita la posibilidad de ir a la cárcel.

—Te quejas de todo.

—No—lo miro furioso—. No me quejo de todo. No me quejé cuando tú y mamá rompisteis, no me quejé cuando no me felicitaste en mi cumpleaños durante cinco años porque estabas "ocupado"—dibujo las comillas en el aire—y no me he quejado por tener que soportar a Angélica llorando cada noche porque quería que
volvieras. Y cada vez que mamá escuchaba eso, la regañaba.

Se queda callado. Para ese momento ya hemos llegado a la entrada de mi casa.

Llamo a la puerta y Brenda—una de las asistentas de la casa—,me abre la puerta.

Me abre el paso y, cuando mi padre está a punto de entrar, lo detengo.

—Que tenga mal día. Andrew—cierro la puerta en su cara y me doy media vuelta.

—Brenda—llamo la atención de la señora—¿Me puedes preparar algo para desayunar?—al final, con el imprevisto de Alyssa, no hemos desayunado.

—Por supuesto, Jake—con ella ya tenemos confianza, pues lleva trabajando aquí desde que era un niño. Es como una tía para mí.

Doy el último bocado al sándwich, dejo el plato en el fregadero y subo a mi cuarto.

Hasta el último día © [#1] [✔️] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora