- Lia, dame un segundo- grito Samanta al teléfono, mientras buscaba un lugar con menos ruido dentro de aquella gran casa, iba tan distraída, que solo sintió como alguien la sujetaba por la cintura para no caer de bruces contra el suelo.
-Cuidado, ¿te encuentras bien?- preguntó aquel chico de ojos color miel y mirada tan profunda, que la dejaron cautivada-. ¿Me escuchas?.
-Ehm, sí, si estoy bien- contestó saliendo de su trance. - lo siento, no... no te vi.
-Fue mi culpa...
Samanta lo interrumpio, al recordar que estaba en una llamada.
-Si, como sea.
Corto tajante, siguiendo con su camino.
-Pero... No me dijiste tu nombre...- dijo aquel chico, quedandose en medio de aquella gente desconocida para él.
Samanta al encontrar por fin una salida, para poder continuar con la llamada, se sentó en la escalera intentando deshacer aquella imagen de los ojos del chico, de su mente.
-Sam, me estás prestando atención, Sam- insistía su mejor amiga al otro lado de la línea.
-Si, lo siento, ya estoy contigo.
-Pues, como te decía, todo está tan aburrido por acá, y pensar que apenas es el principio, pero todo esto es tu culpa, por no aceptar venir conmigo.
-Sabes que no puedo darme el lujo de tomar vacaciones.
-Pero es que "Son vacaciones".
-Lo se Lia, pero yo no puedo dejar de trabajar, sabes que aunque sea poco lo que mando, mi familia se ayuda muy bien del dinero que logró juntar, no puedo ser tan egoista.
-Cariño, sufres por que quieres, el viaje era todo pagado, bien pudiste mandar el dinero que no ibas a utilizar, estos dos meses que estuvieras conmigo.
Sam, aveces no entedía como es que Lia y ella eran amigas cuando eran tan diferentes, tanto en personalidad, como en su vida.
Amelia de la Rosa, o Lia como solian llamarla, había crecido en cuna de oro, literalmente, su padre era un gran empresario dueño de una fortuna inconmensurable.
Mientras ella había vivido una vida humilde, donde todos tenían que poner su granito de arena para poder comer.
Y aunque la famila De la Rosa se mostraba humilde a pesar de su riqueza, aveces le exasperaba la actitud de su amiga ante su situación económica, y no por que la hiciera sentir menos o inferior, si no por el hecho de que sentía la necesidad de estarle regalando dinero cada que ella se veía en aprietos.
-Sabes que no me gusta abusar de...
-Sí, si, ya entendi que tu orgullo no te permite blah, blah, blah- dijo su amiga con tono aburrido. -Por dios deja tu orgullo de lado por una vez en tu vida mujer.
-Como sea, sigue contado de tu aburridisima vida en aquella mansión tuya en la playa.
-No te burles, ya se que es lo que muchos desearían tener, pero cuando lo tienes y estás tan solo...
Sam escuchó a su amiga un poco triste, así que decidio cambiar de tema.
-Pero, ¿Qué no se supone que en unos días llega tu amigo?- la oyó suspirar al otro lado de la línea.
- Su familia llega en unos días, pero tengo entendido que él no viene.
- No es justo.
-Lo se , tanto tiempo sin verlo, la verdad si tenia ilusión de verlo otra vez, lo extraño mucho, sabes, se que hablaba muy seguido con él, pero no es lo mismo que tenerlo cerca, él ha sido el único amigo real que he tenido, además de tí, todos los demás siempre tenían una razón para acercarse.
-Amiga.
-Sí ya se, ya me estoy poniendo sentimental, pero no importa esperar dos meses más para verlo, mi padre ya me confirmó que este año entra a la misma universidad que nosotras, así que lo tendré de vuelta conmigo.
-Y por fin podré conocerlo, después de dos años de escuchar de él, no entiendo como es que ni una foto me has enseñado.
En ese momento Lia pensó como no se le había ocurrido pedir a su amigo una foto de él, pero es que Cris era tan enemigo ellas que dudaba que alguna vez la mandar una, si se lo pedía.
-¿Y, ¿que tal la fiesta?- preguntó cambiando de tema.
-Entretenida, aunque me haces falta.
-Aww, ya se que no puedes vivir sin mí.
-Sabes que tú eres la que le da sentido a mi vida- bromeó.
-Lo se, lo se.
-Al menos sabina no nos honró con su presencia, notese mi sarcasmo.
Sabina era una de las tantas personas que criticó la amistad que tenían, alegando que era por puro interés y benefició propio de Samanta, cuando la que se acercó por puro interés fue ella.
-Solo no la tomes en cuenta- aconsejó.- Y ya, te dejó para que sigas disfrutando de tu noche, y por favor, busca un chico guapo que te quite lo amargada.- colgó dejandola con la palabra en la boca.
Ella no necesitaba de un hombre, aunque no puedo evitar pensár en el chico con el que chocó, hacía unos minutos atrás.
Intentando sacarlo de su mente, se levanto sintiendo como su cabeza chocaba con algo, para después sentir como la bañaban con un liquido de penetrante olor a alcohol.
-Lo siento, yo no... no era mi intención... solo... solo quería traerte un trago, no se... tal vez intentar que me dijeras tu nombre...diablos- balbuceaba aquel chico que llevaba minutos rondando por su cabeza-. Ahora ni un hola querrás decirme.
Samanta no pudo evitarlo y rompió a caracajadas al verlo tan nervioso.
-Samanta- le dijo, dejandolo confundido-. Me. Llamo. Samanta- dijo de forma pausada, para que entendiera, a la vez que estiraba su mano para saludarlo.
-Alex- contestó el chico revolviendo su pelo con nerviosismo.
Samanta estaba apunto de bajar su brazo ya que el chico no reaccionaba, pero en ese instante el la tomó.
-Lo siento es que... creí que después de lo que hice, ya no me hablarías, tal vez y hasta esperaba una cachetada.
Ella simplemete se encogio de hombros, tratando de restarle importancia al hecho de que ahora estaría toda pegajosa y con olor a alcohol, apesar de no haber tomado tanto.
-Supongo que en algún momento de la noche terminaría oliendo así- dijo exteriorizando sus pensamientos.
-Lo siento, solo quería conocerte de una manera más normal que con una caída.
-Entonces, Alex... gusto en conocerte.
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Entre La Amistad Y El Amor
RomanceSi tuvieras que elegir entre amistad y amor, ¿cuál eligirías?.