Capítulo 2 - Una Bienvenida.

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Una Bienvenida.

Cuando le conté todo lo que paso con la muchacha, estábamos a unas pocas cuadras de llegar a la mansión. Creo que al no escuchar que ligué con una chica en el baño, Matt se llevó una pequeña no, gran desilusión.

– Oh, yo creí que conseguiste ligar con una mujer. – dijo arrugando la Nariz, con tono de desilusión. ¿Qué les dije? – Pero algo que es cierto es que a veces eres un gran y completo idiota…– oh, gracias. –… pero también una muy buena persona, y por ende, muy confiado en personas extrañas… – me dijo tocándome el hombro con una mano, solo le devolví una risa, un insulto y un cumplido en la misma oración. Esto solo puede venir de Matt.

Llegamos a la mansión de mis padres –no podía decir que era mía si no lo era. – y este seguía siendo tal y como la recordaba. Enorme por afuera, con una lujosa piscina. Tal vez volvieron a pasarle una capa de pintura la casa, pero por lo demás estaba tan igual que antes.

– ¿Me espera aquí? Enseguida vuelvo para que me lleve a mi casa.

Escuché que Matt decía eso al conductor, mientras le entregaba el dinero, ya que no disponía de nada gracias al “Incidente” anterior. Cuando regresé de mis pensamientos, le dije que yo mismo lo llevaría a su piso. El se negó rotundamente diciéndome que no quería molestar, pero cuando lo fulminé con la mirada el simplemente bufó y aceptó.

Bajamos nuestras maletas y los primeros que vinieron a saludarnos fueron Matilde e Ismael, y cuando logré darme cuenta, ya estaba ahogándome entre los brazos de Matilde.

– Joven Ryan…– dijo un tanto emocionada a punto de soltar un par de lágrimas. – Hace tanto tiempo que no pisa esta casa… Bienvenido de nuevo. – dijo lo último con una sonrisa de oreja a oreja  dando pequeñas palmaditas.

Matilde era el ama de llaves de la mansión. Una señora un poco robusta, con cabellos negros bastantes ondulados, pequeños ojos Marrones casi negros, y siempre con una sonrisa de oreja a oreja. Recuerdo que siempre me consentía junto con mi madre, preparándome tortas, o alguna comida que me apetecía en el momento.

Cuando al fin me libré de Matilde, ella fijó a su objetivo en Matt, el con una sonrisa incomoda –que solo yo conocía– la saludo levantando una mano, pero Matilde haciendo caso omiso y se lanzó dando otros de sus mortales abrazos asfixiantes. No pude evitar reírme, pero fui interrumpido por Ismael, que me estaba tendiendo una mano.

–Bienvenido, joven Ryan. – me dijo dirigiéndome una sonrisa de boca cerrada. El es el mayordomo de la mansión, aunque yo diría que mas de mi padre.

Cuando solté la  mano de Ismael, busqué a Matt con la mirada, y vi que estaba algo ruborizado por tan cálida bienvenida de Matilde. Matilde lo conocía desde que éramos pequeños compañeros de instituto, cuando él venía a casa a jugar videojuegos o bañarnos en la lujosa piscina.

Cuando por fin se libró de Matilde, ella ordenó a Ismael cargar las maletas para meterlas adentro, a regañadientes acepto la orden que le había dado, y esta nos guió para dentro de la casa.

Al entrar al recibidor vi a mi querida hermana Alison venir corriendo alborotando sus cabellos castaños, con una sonrisa de oreja a oreja. Cuando sus ojos cafés se conectaron con los míos, no dudó un segundo en abalanzarse hacia mi dándome un gran abrazo de oso. A diferencia de Matilde, ella no me asfixiaba.

– Ryan, Ryan, Ryan…– repetía cuando me seguía abrazando. – ¡Maldita sea, te extrañe un montón!

– Yo también te extrañe. – Dije abrazándola aún más fuerte.

– Dime… ¿Me trajiste algún español? – dijo soltando unas risitas pervertidas acompañadas de una sonrisa aún mas pervertida. Esta chica es un tanto parecida a Matt.

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