10. Liberad a los condenados

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El Doctor salió de la habitación. Caminó hasta otro ascensor del laboratorio y bajó hasta la última planta. La habitación era más oscura y siniestra que las demás, pero eso a El Doctor no le detuvo. Siguió las indicaciones de las flechas que le llevarían hasta la sala central.

El pasillo era un laberinto infernal. Las indicaciones te llevaban a los mismos sitios que antes, los pasillos eran idénticos y la poca luz no ayudaba. Estaba un poco mareado por tantas flechas y cabinas. Cuando creía que ya no podía más, vio una puerta grande gris oscura de metal. Corrió hacia ella y la abrió con el destornillador sónico.

La sala era grande y oscura, estaba llena de cables colgando del techo y las paredes, todos conectaban en un botón del fondo de la sala. Era grande y rojo,

- Que novedad, el típico botón rojo - Bromeó El Doctor.

Se acercó al botón y justo cuando estaba a unos metros de él se encendieron las luces de la sala.

- ¡No se mueva! ¡Las manos arriba! – Se escuchó por detrás.

El Doctor hizo lo que le dijeron.

- Dese la vuelta –

Se giró, y pudo ver a una escuadra de hombres con armas sónicas que le apuntaban directamente a él. En el centro de la escuadra se encontraba el mismo hombre que antes había hablado con El Amo, y al lado el guardia de seguridad que había ayudado antes al Doctor a bajar allí.

El Doctor no dijo nada, su cara no era de miedo sino de seriedad.

- Adelante, dispararme si queréis. Otra vida que se ha llevado este laboratorio. – Les dijo.

- Lo aremos si es necesario – Dijo un guardia.

- ¿Es enserio? ¿No os sentís culpables por matar a tantas personas? Esto es un matadero y vosotros estáis tan tranquilos apoyado esto. –

- ¡Matamos 100 personas, pero salvamos 10.000! ¡Es un sacrificio necesario! – Dijo el hombre que dirigía todo el experimento.

- ¿Pero no os da pesar? Matar tantas personas inocentes. –

No hubo respuesta. Todos se quedaron en silencio. El Doctor sonrió y bajó los brazos.

- Eso es lo que me temía – Dijo El Doctor levantando el brazo y presionando el botón.

Un guardia de seguridad disparó y le dio a El Doctor en el hombro. Pegó un pequeño grito y calló al suelo.

Las alarmas se encendieron, todo se tornó rojo por las luces de emergencia y las cabinas comenzaron a abrirse. El Doctor estaba feliz pero también dolorido por el disparo.

- Matadle – Dijo el jefe.

El Doctor se levantó y echó a correr mientras que las balas láser le perseguían. Algunas impactaban contra la pared, pero otras impactaron en los cables, que estallaban en chispas y comenzaban a provocar fuego.

Cuando El Doctor estaba a unos pocos metros de la puerta, una de las balas impactó en un cable que estalló. La explosión fue tan fuerte que generó una pequeña onda expansiva. El Doctor chocó con la pared y calló al suelo. Aparentemente todos los guardias, al estar más cerca de la explosión, murieron. Un pitido le taladraba la cabeza al Doctor. El humo del fuego fue inundando la habitación hasta el punto en el que casi no se podía ni respirar. Uno de los guaridas que seguía con conciencia corrió a abrir la puerta. Vio a El Doctor sangrando en el suelo.

- ¿Ves lo que has hecho? ¡Nos has condenado! ¿A caso es eso lo único que haces? ¿Destruir por donde pasas? – Le gritó.

Esas palabras hirieron a El Doctor, el no quería, lo había hecho para ayudar. Sabía que el incendio lo habían provocado los guardias de seguridad con las balas, pero no pudo evitar sentirse culpable. El hombre salió corriendo de la habitación y abandonó a El Doctor. Intentó levantarse como pudo, estaba dolorido, pero no iba a abandonar a El Amo. Tosía por el humo negro del incendio.

- Voy a llegar...voy a volver...se lo he prometido... - Murmuraba.

The Lab of the TimeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora