7. ¡¡Déjame salir!!

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Mientras tanto, en el sitio más profundo de Gallifrey, se encontraba El Amo. Estaba inconsciente en una especie de prisión. La celda estaba totalmente oscura, no se podía ver a penas. Estaba hecha de una especie de hierro. Lo único que poseía esa habitación, era una cama que estaba enganchada a la pared.

El Amo se despertó. Llevaba una ropa ajustada y roja, con adornos dorados y el símbolo de Gallifrey grabado en la espalda. Tenía las mangas arremangadas y no llevaba zapatos. Al haber muy poca luz no podía distinguir muy bien donde estaba, pero al final se le aclaró la vista y dejó de verlo todo negro. Le dolían los brazos, pero no sabía muy bien porqué, notaba como si algo se estuviera clavando dentro de su piel. El sonido de los tambores era más intenso que nunca. Al estar total mente insonorizada la habitación, los tambores era lo único que él escuchaba. "Dolían"

Pudo distinguir una pequeña fisura. Era la puerta. Corrió hacia ella, pero se detuvo a un par de centímetros al notar un dolor desgarrador que le tiraba hacia atrás. Gritó de dolor y calló al suelo. Se dio cuenta de que tenía unas sujeciones clavadas en sus muñecas que no le permitían moverse a más de unos centímetros de la pared.

Se quedó paralizado al ver que por sus muñecas chorreaba sangre. Se abrió la puerta y pudo ver a dos hombres. Estaban vestidos con unas batas blancas y con adornos dorados. El símbolo de Gallifrey estaba grabado en la espalda de la bata. Por detrás habían dos mujeres vestidas igual. Los hombres se acercaron a él.

- ¿Q-Quienes sois? ... ¡¿Dónde estoy?! – Les preguntaba El Amo asustado mientras se echaba hacia atrás arrastrándose en el suelo.

No respondieron, simplemente se acercaban cada vez más y más.

- ¡O-Os exijo que m-me digáis donde estoy! ¡¡No os acerquéis más!! – Gritaba todavía más nervioso.

Se quedó acorralado en una esquina. Temblaba de terror. Uno de los hombres se agachó para quitarle los grilletes. Cuando comenzó a quitarle la primera sujeción El Amo sintió un dolor muy intenso que le hizo escapar un grito. El dolor que le generaban los tambores y los grilletes era tan intenso que comenzó a llorar.

- ¡¡S-Soltarme!! ¡¡Soltarme ya!! ¡¡Por favor!! – Gritaba desesperado.

- Si forcejeas será peor – Dijo uno de los hombres.

Terminaron de quitarle los grilletes y lo agarraron cada uno de un brazo. El Amo seguía gritando y luchando hasta que salieron de la celda y comenzaron a camina por el pasillo. Era el mismo pasillo del laboratorio anterior, pero lo único que cambiaba es que esas personas eran señores del tiempo y no humanos.

El Amo permaneció callado mientras miraba a todas esas pobres personas. Pasaron de largo ese pasillo y entraron en una habitación. Había una cabina de esas, pero estaba vacía. Alrededor, solo habían unos ordenadores conectados a los cables de la máquina.

Al ver El Amo que le estaban acercando cada vez más a esa horrible máquina volvió en sí y volvió a forcejear con los hombres.

- ¡¡Soltarme!! ¡¡Soltarme de una vez!! ¡¡No quiero ir ahí!! –

- No haber descubierto nuestro secreto. Ahora, pasarás a ser parte de la máquina. - Dijo un hombre mayor que estaba al lado de la máquina.

Parecía ser el jefe de todo ese experimento.

- ¿Eres...? ¡¿Tu eres el causante de todo este matadero?! – Le gritó El Amo.

- Esto no es un matadero...es una máquina de salvamento. Esto lo estamos haciendo por todos los hijos de Gallifrey. - Le dijo con una sonrisa.

- ¡¡Estáis matando y torturando gente!! –

- Es un sacrificio necesario... ¿No crees Koschei? ¿O debería decir? ...Amo...El Amo...Tu también has matado y torturado. –

El Amo se quedó en silencio, era verdad lo que decía

- Si...lo he hecho... – Respondió cabizbajo.

- Pues...deberías probar un poco de tu propia medicina. ¡Conectadlo a la máquina! – Dijo el extraño hombre.

- ¡No! ¡No, por favor! –

Le quitaron la camiseta y seguidamente lo metieron y ataron a la máquina. Le ataron las manos, las piernas, el torso y la cabeza.

Luego, le conectaron un par de cables más. Cerraron la capsula.

- ¡¡Dejarme salir!! ¡¡Dejarme salir!! ¡¡Por favor!! – Gritaba abrumado.

La máquina comenzó a funcionar. Hacía unos ruidos muy extraños, eso asustó aún más a El Amo, que seguía bregando contra los cables que le inmovilizaban. Empezó a sentir como cada vez se iba quedando más y más débil. Le costaba cada vez más luchar. Sentía que se iba a desmayar en cualquier momento.

- ¡Doctor! ... ¡A-Ayuda...me! ... Doctor... - Dijo con su último aliento.

Finalmente, El Amo calló rendido en la máquina. 

The Lab of the TimeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora