Ubbe & Hvitserk [smut - parte II]

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Siv quedó boquiabierta unos largos segundos, que se sintieron eternos para los hermanos. Temían que simplemente se estuviera tomando un tiempo para pensar cómo echarlos a gritos de la habitación pero, con la delicadeza que la caracterizaba, se bajó del tocador y caminó hacia Hvitserk, como cazador hacia su presa. Tragó saliva, nervioso y con la entrepierna inquieta al ver sus senos desnudos. Recordó justo en ese instante, teniéndola a pocos centímetros, lo dulce que sabía su piel y quiso arremeter contra ella. Pero hasta que no diera el si, no movería un músculo.
Siv lo miró fijo a los ojos y se volvió a su esposo, asomando una sonrisa. Tomó a Ubbe por la nuca, depositando un beso lento y suave en su boca, y con su mano libre tomó el miembro de Hvitserk con firmeza. Él dejó escapar un gemido, de sorpresa y excitación, y no perdió mas tiempo. Terminó con esos pocos centímetros que los separaban y pasó su nariz por el cuello de Siv. Bajo el sudor de una noche de danza, tenía ese olor tan característico a ella. Depositó pequeños besos hasta su hombro, sintiendo como metía la mano debajo de su pantalón. Con movimientos lentos pero firmes, comenzó a masturbarlo, mientras besaba a Ubbe. Su hermano mayor paseaba los dedos por Siv desde la espalda hasta su trasero y, no sin antes hacer unas pequeñas caricias circulares sobre él, la nalgueó con fuerza, haciéndola gemir levemente.
Hvitserk hundió con suavidad sus dientes en el cuello de la chica, ganándose un gemido más fuerte, y sonrió. Era como una competencia, quién podía hacerla gemir más y Hvitserk todavía recordaba todos esos lugares donde era más sensible.

Ubbe se separó de ellos y caminó hasta la cama, tomándo de la mano a su esposa para que ambos se acercaran. Con Siv en el medio, los hermanos se acostaron apretando sus cuerpos contra el suyo y la llenaron de besos y caricias. Mientras uno besaba sus labios, el otro chupaba sus pezones. Cuando Ubbe pasaba sus dedos por su vagina, Hvitserk presionaba su dura erección contra su trasero. Jalaban levemente de su cabello para dejar el cuello expuesto y besaban con firmeza cada rincón hasta el mentón. Siv se retorcía de placer y, torpemente, se giró hacia su esposo y posicionó su pene en su entrada. Y mientras Ubbe comenzaba a moverse lentamente dentro suyo, giró su cabeza hacia Hvitserk y pasó su lengua por su labio inferior, haciéndolo suspirar. Gimiendo sobre su boca, el placer de su esposo dentro suyo y los dedos de Hvitserk en su pezón la hacían retorcerse de placer. Su espalda se arqueaba y los hermanos sentían que su erección ya dura se ponía peor al verla asi de excitada.

Ubbe comenzó a acelerar sus movimientos, escondiendo su rostro en el espacio que había en su cuello. La sentía mojada, apretada como siempre. A veces no podía creer lo apretada que era su vagina, lo difícil que se hacía no acabar en el instante en el que entraba. Besó su cuello, marcándola y lamiendo los futuros moretones. Se acercó a su oreja, agitado por sus movimientos, y le ordenó que se ponga en cuatro en el medio de la cama.
Tan obediente como siempre, Siv ya estaba en posición antes de que él y su hermano se terminen de parar, asi que Ubbe le hizo una seña a su hermano para que cambiaran de lugar.
Hvitserk caminó hasta el otro lateral de la cama, con el trasero de Siv frente a sus ojos. Allí, de piernas abiertas, podía ver lo húmeda que estaba su vagina y no pudo evitar hincarse y pasar la lengua.
Siv gimió sorprendida y Ubbe sonrió, tomándola por el mentón con una mano y agarrando su miembro con la otra. Su esposa pasó la lengua por la punta de su pene y Ubbe tiró la cabeza para atrás, gimiendo. Siv lo miraba desde allí abajo, por un segundo perpleja ante la vista que tenía en frente. Mientras tomaba por completo su miembro, miraba sus abdominales, tan marcados y firmes como siempre. Era tan... hombre. A veces se excitaba simplemente al observarlo. Le hacía el amor tan apasionadamente y la amaba con el doble de intensidad, estaba completamente enamorada de él, sentimental y físicamente. Quizás por eso lo besaba y chupaba con tantas ganas, quería darle todo, tocarlo mejor que ninguna otra mujer.

Con la boca mojada, Hvitserk volvió a erguirse y posó sus manos en las caderas de Siv, entrando en ella lentamente. Cerró los ojos y ambos gimieron al contacto, Siv todavía teniendo a Ubbe entre sus labios.

Agotados por la fiesta y con la mente borrosa por el vino, la sensación de placer era única. Tres cuerpos sudados y moviéndose en perfecta sincronía. Los hermanos tenían bien en claro que lo esencial era que Siv disfrute su noche de bodas, y que todas las atenciones eran dedicadas a ella, como ella más guste.
El primero en llegar al orgasmo fue Hvitserk, casi sin querer acabar. La entrepierna de Siv se sentía de maravilla y no estaba en sus planes terminar ahí pero, cuando Ubbe llenó la boca de Siv en un orgasmo, la chica se sintió extasiada al ver a su esposo así de caliente y acabó ella, su entrepierna ajustándose cada vez mas alrededor del pene de Hvitserk por las contracciones.
Cayeron los tres rendidos a la cama, todavía agitados y sudorosos. Sonreían, casi riéndose de lo obseno que fue todo aquello.
Ubbe paseaba sus dedos por el estómago de Siv con los ojos cerrados, a punto de encontrar el sueño. La chica se volteó a Hvitserk, sentado en el lateral de la cama poniéndose sus botas ya semivestido. Lo observó por unos segundos de espaldas, admirando su cuerpo. Delgado, pero de músculos tonificados, Hvitserk tenía la anatomía de un chico dulce enviado a la guerra. Las cicatrices curadas en su piel tersa y joven te recordaban que era solo eso, un chico.
Volteó a sentir su mirada sobre él y le sonrió.
-¿Te gustó tu regalo de bodas?-susurró, sin querer despertar a Ubbe, ya en el quinto sueño. Siv asintió. Estaba exhausta, no podía articular palabra. Hvitserk se acercó un poco más a su cuerpo - ¿Falta mucho para tu cumpleaños?
-Unas semanas-susurró ella, un poco desorientada por la pregunta.
Apoyándose en un codo, Hvitserk quedó a pocos centímetros de distancia, mirándola a los ojos y luego sus labios.
-Entonces esperaré a que me elijas como regalo - dijo sonriente y la besó.
Poniéndose de pie ágilmente, tomó su camisa del suelo y salió por la puerta.
Siv se quedó en silencio y tragó saliva. Ya conocía esa sonrisa, y nunca significaba algo bueno.

➳ vikings | one shotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora