Ubbe Ragnarson (smut)

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 Ubbe sabia que no debía estar en ese lugar, en ese momento y mucho menos, con ella. Pero es que le venía haciendo ojos desde hace tanto... No podía hacerle frente a la mirada de Asfrid, que lo escaneaban de arriba a abajo, revolviendo en él un millón de sensaciones a la vez. Calor, nerviosismo y un poco de incomodidad. ¿Todas las doncellas de su madre eran así de descaradas? 
Asfrid era peón de la reina Aslaug desde hace bastante tiempo y si Ubbe le hubiese dicho a su madre que la quería, se negaría. Estaba casado con Margrethe y no quería que la gente del pueblo estuviese susurrando cosas sobre su hijo. Aún así, apenas Ubbe entabló una pequeña charla con Asfrid, fue ella quien lo elegió a él. Y ni su reina ni Ubbe tenían opinión en esa decisión. Él supo en su forma de moverse y de sonreír que lo deseaba y lo iba a tener en cuanto se le diera la gana. Debería sentirse insultado que una mera doncella se crea con el poder de decirle a él que hacer o no pero casi sin darse cuenta, se vio envuelto en su juego. 

Su madre había organizado un banquete esa noche y el vino en sangre lo volvió aún mas evidente. No dejaba de mirar a Asfrid, de seguir con sus ojos cada movimiento que hacia. A escondidas, le sonreía a la chica en cuanto notaba que ella lo estaba observando. Por todos los dioses, era hermosa. En el medio de esa ensoñación, Asfrid ya lo había apartado de la fiesta y se lo llevó a su casa - una pequeña cabaña casi al principio del bosque, lejos de la música, de la gente. 

Y volvemos al principio: Sabía que no debía estar en ese lugar, en ese momento y, mucho menos, con ella. No por Margrethe, su esposa seguro estaba pasándola de maravilla con algunos de sus hermanos pero si se enteraba su madre, lo asesinaría. 

 Estaba a punto de retractarse, de darse media vuelta y no mirar atrás. Pero Asfrid desató su vestido, sucio y desgastado, dejando a la vista unos senos hipnotizadores. Ubbe se perdió un segundo en sus pezones. Redondos, duros... Casi que podía oír como lo llamaban, como pedían su lengua húmeda. Se relamió los labios y sintió como su pantalón empezaba a apretarle. 
-Tengo que volver-tartamudeó, sin dejar de mirarle los pezones.
Asfrid enarcó una ceja.
-¿Tienes o quieres?
Ubbe la miró con los ojos bien abiertos y calló unos segundos, planteándose sus opciones. 
-Tengo pero no quiero. 
 Caminó hacia ella, tomándola de la nuca para unir sus labios. Chocaron dientes bocas, mordiendo su labio inferior. Ambos gimieron extasiados con la explosión que tanto anticiparon, hace mucho estaban esperando ese momento.
 Quería saber a que sabía su boca desde hace tanto... Tenía sabor a erotismo, a prohibido. Le encantaba, y si antes estaba envuelto en su juego, ahora ya se aceptaba por perdedor del mismo. 

 La lengua de Asfrid paseó por la boca del príncipe descaradamente, relamiendo el gusto a alcohol que emanaba. Posó las manos en su cuello y Ubbe la tomó por la cintura para que sintiera su miembro, duro y listo para lo que ella quisiera hacer. 
 Sin esperar instrucciones, se arrodilló frente a él y bajó sus pantalones en un movimiento brusco y rápido. Ubbe no tuvo tiempo a elaborar palabra, ella ya se lo había metido a la boca. Al sentir el contacto de su lengua húmeda, la tomó del pelo firmemente e inclinó la cabeza hacia atrás, dejando salir un gemido ronco. 
 Asfrid sentía que no lograría tomarlo por completo en su boca pero quería intentarlo. Sabía tan rico, tan duro y el olor de la piel de Ubbe no hacía mas que mojarla. Comenzó a hacer movimientos rápidos de atrás hacia delante, bañando su miembro en saliva y succionando con fuerzo. Los gemidos del príncipe eran el incentivo perfecto para continuar. 
 Ubbe la alzó y le plantó un beso desesperado en el que pudo sentir el sabor de su pene en la boca de la chica y la sonrisa de ella entre los besos que le daba. Tanteó con su mano desocupada la cama de Asfrid y con facilidad, como si ella pesara lo mismo que una pluma, ordenó que se sentara, posicionándola en cuatro sobre las sábanas.
-Sigue-ordenó y Asfrid volvió a meterse su pene a la boca. Ubbe miró desde arriba el trasero de la chica, redondo y suave. Lo único que le faltaba era el color rojizo de las nalgadas que le daría. Estiró su brazo hasta la entrepierna de la chica y rozó la zona con la yema de sus dedos. Asfrid gimió ante la caricia y él sonrió. Estaba empapada. 
 Lentamente, introdujo un dedo en su vagina y comenzó a hacer movimientos lentos y constantes, entrando y saliendo una y otra vez. Asfrid tuvo que parar de practicarle sexo oral, incapaz de hacer dos cosas a la vez. Cosa que no hizo mas que alimentar el ego de Ubbe y sus ganas de llevarla al orgasmo con tanto solo su mano. Introdujo un segundo dedo, aumentando la velocidad. Asfrid emitió un sonido agudo y encorvó la espalda exponiendo su sexo para él, quería que siga y no se detuviera nunca. Gimió una y otra vez, la fricción entre los dedos de él y lo húmedo de su vagina provocaban un ruido cada vez que entraban y salían. 
 Asfrid, como pudo, volvió a meterse a la boca su pene y succionó con fuerza el miembro que cada vez se sentía mas duro entre sus labios. Ubbe podia sentir las vibraciones que provocaban los gemidos de la chica sobre su pene y como las paredes vaginales apretaban sus dedos. Todo apuntaba a que no resistiría mucho mas si seguía así. Por lo que retiró el dedo índice y, antes de atender su clitorís, se lo llevó rápido a la boca para saborearla. Asfrid casi no creyendo lo que veían sus ojos - el mismísimo principe de Kattegat chupándose el dedo desesperadamente solo para degustarla - no pudo mas y acabó, aún con su pene en la boca.
 Ubbe se sorprendió ante su determinación. Si bien estaba en el medio de un orgasmo, no parecía querer parar de chupar ni un segundo. Comenzó a hacer movimientos con la cadera, siguiéndole el ritmo. Podía sentir su lengua alrededor del pene, ensalivándolo, y le encantaba ver cómo desaparecía en la boca de Asfrid. Sus labios eran suaves y se sentían de maravilla en la cabeza de su miembro. Le miró las tetas y las pellizcó levemente, sus dedos todavía empapados del orgasmo previo. Asfrid gimió una vez más, enviando vibraciones alrededor del pene. Ubbe dejó de poner resistencia y, con un alarido de placer, acabó. Apretó los ojos y sintió que se le cortaba la respiración.
 Apartándose unos centímetros, Asfrid tragó saliva y le sonrió.
-Mierda - rió Ubbe por lo bajo y dejó caer la cabeza en la cama. Al instante, sintió un agotamiento tremendo. Aún así, podía sentir la mirada de Asfrid sobre él antes de cerrar los párpados. Entre el vino y el orgasmo, le ganó el sueño.
 Asfrid rió, depositando un beso en su frente y recostándose junto a él. Las piernas le temblaban un poco y el frio de afuera, le dio un escalofrío en la espalda.
Ubbe, por inercia, rodeó con los brazos su cintura, acercándola a él y su pecho cálido la protegió del frio.
 Luego, se durmieron. Mañana lidiaría con su madre. 

➳ vikings | one shotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora