Lagertha [smut]

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La noche y sus estrellas caían sobre el lago en Kattegat, la música en la lejanía y los grillos escondidos entre los yuyos acompañaban el silencio cómodo que compartían Lagertha y Estrid, sentadas en la orilla del muelle. 
-Tengo un regalo para ti-dijo Lagertha asomando una sonrisa. 
-No hacia falta.
-¿Bromeas? Es tu día, mereces todos los obsequios. 
De su bolsillo, sacó un collar de cuero. Con minuciosos detalles en dorado y una piedra lunar en el centro, el tesoro  brillaba palpitante bajo las estrellas. Estrid sonrió, reconociendo el objeto. 
-Es idéntico al mío-aclaró Lagertha-Ahora ya tienes el tuyo. 

Estrid frunció el ceño. Le gustaba el collar de Lagertha no solo porque era hermoso, sino porque le pertenecía a ella y era lo mas cercano que tenía a poseerla, por mas enfermizo que sonara. Una réplica del accesorio solo sería eso... una perfecta copia fisica sin el peso sentimental. Aún así, forzó una sonrisa para disimular el descontento que le causaba no volver a compartir un collar con ella. Podía jurar que tenía el olor de Lagertha y podía llevarlo con ella cada vez que le rodeara el cuello.
Estrid observó su pecho. El collar con la piedra lunar, el genuino, descansaba en el pecho de Lagertha subiendo y bajando con cada inhalación y exhalación, casi como si la llamara, tentara y se burlara de la corta distancia que separaba su mano de él y lo extremadamente prohibido que era acercársele. 
 Lagertha ordenó que se hiciera el cabello a un lado para poder ponerle la réplica. Estrid obedeció y sintió como la piel de su nuca se erizaba al tacto de sus dedos sobre ella. Agradeció el obsequio y se abrazaron. 
 Volviendo al silencio, este todo menos cómodo, Lagertha notó que Estrid se encontraba meditabunda. Envuelta en sus dudas, no la vio ponerse de pie pero casi se desnuca al notar la primera prenda en el suelo. Los pezones desnudos de Estrid estaban pidiendo toda su atención, duros y tan expuestos como el resto de su cuerpo. El instinto protector de Lagertha queria cubrirlos de la brisa helada del lago pero su intento mas íntimo no sabia si darles calor con su camisa o envolverlos en su boca, quizás humedecerlos con su lengua.
-Ven, vamos a nadar-dijo Estrid sacándola del trance al que la habia llevado su líbido. Tuvo que tragar saliva al verla saltar desnuda al lago y dirigirse hacia lo hondo. Su cabeza sobresalía del agua, sonriente y bastó invitarla una vez más para que obedeciera. Se quitó la ropa y nadó hacia ella, riendo nerviosamente al contacto con el agua fría.
 Justo cuando estaba por alcanzarla, Estrid comenzó a nadar de espaldas, bajo la mirada atenta de Lagertha. Observaba su piel mojada brillar bajo la luz de la noche, su pelo perfectamente peinado hacia atrás por el lago y el obsequio que le había dado palpitando entre sus senos. Sostuvo el aliento por lo que se sintió una eternidad, perpleja a lo que presenciaban sus ojos. Era hermosa. Tratando de seguirle el ritmo, nadó hacia ella pero, debido a que era un poco mas baja que Estrid, no llegaba a hacer pie y siempre le costó flotar por un largo tiempo en el lugar. Al verla luchar con la gravedad, Estrid se acercó a ella y tomó sus muslos.
-Ven-susurró, indicándole que rodee su torso con las piernas. Lagertha obedeció, sin chistar y sus rostros quedaron a unos pequeños centímetros. Mientras ambas regulaban su respiración, se dijeron con la mirada - ese lenguaje íntimo que compartían desde siempre - el porqué se les habia ido el aire del pecho, y pronto los ojos pasearon por el rostro de la otra.
Miró sus labios, que moría por saborear de una vez por todas. Esos que la enamoraban cuando se estiraban en una sonrisa y la hacian perder la calma cuando se los mordisqueaba nerviosa.
Lagertha acarició su pelo, corriéndole un mechón mojado de la frente con ternura. Un gesto tácito para decirle que estaba todo bien, que podía dar el paso. 
 Estrid entendió la señal, y con timidez, unió sus labios en un primer beso dulce y tierno. Ella le correspondió, abriendo un poco la boca y girando levemente el cuello para tener mejor acceso. Estrid gimió y apretó sus muslos, aún rodeados al torso de ella y pudo sentir sus senos chocando con su clavícula, los collares uniéndose en el medio de un beso que cada vez se tornaba mas intenso. Mordiendo, con lengua y algún que otro gemido. El quejido de Lagertha fue otra señal para Estrid, así que llevó su pezón a los labios, saboreándola con placer y desesperación. Su piel sabía tan bien como se lo imaginaba. Las manos previamente sosteniendo sus muslos con fuerza pasaron a su trasero, lo que provocó otro gemido por parte de Lagertha. 
 Se separaron un segundo, para tomar aire y mirarse a los ojos, juntando frentes. Solo con una mirada se entendieron.
Salieron nadando con velocidad a la orilla, metiéndose en uno de los barcos que dormían en la costa.
Acostada boca arriba sobre la tela de su vestido, los ojos de Estrid se cerraban con fuerza al contacto de la lengua de Lagertha con su vagina y cuando sus pesados párpados se levantaban, se encontraba con las estrellas en el cielo.
 La mejor de las sensaciones acompañada de la mejor vista.
Irguió la cabeza para observar a la rubia, allí en cuatro, con la cabeza enterrada en su entrepierna.
Error, esa era la mejor vista.

 Estrid llevó sus dedos al cabello de Lagertha, jalando levemente y ambas gimieron. Lagertha extendió su mano para tocarle los senos mientras que con la otra hacía movimientos circulares sobre su clítoris. El sabor de Estrid en su boca era embriagante, podía estar en su entrepierna toda la noche, chupando, lamiendo, besando. Lo que sea necesario para seguir escuchando esos gemidos dulces y débiles que tanto la calentaban. Se apartó unos minutos para ingresar sus dedos en ella lentamente, los quejidos cada vez mas constantes y desesperados. Llamó su nombre una y otra vez, cosa que la volvió loca, y aceleró el movimiento de sus dedos dentro suyo mientras la veía retorcerse en el lugar, cerrando las piernas en un gesto reflejo. Cuando notó que se estaba mojando cada vez más, sacó los dedos y su boca volvió a hacer contacto con su clítoris lamiendo en movimientos circulares, de arriba a abajo, echando saliva para mantener húmeda un área que de por sí no daba mas de mojada. No tomó mucho mas tiempo para que Estrid llegara al orgasmo, llenando su boca de un sabor incluso mejor que el previo. 
 Lagertha se acostó en el piso del barco de madera junto a ella, observándose a los ojos mientras se reían al escuchar la respiración agitada de la otra. Acercó su rostro al de ella y besó su frente para luego susurrarle:
-Feliz cumpleaños.

➳ vikings | one shotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora