Ubbe & Hvitserk [smut - parte I]

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Siv se veía hermosa en su vestido blanco, y con sus pequeñas flores en el pelo.
Su recién esposa sonreía a mas no poder y si bien Ubbe llevaba el semblante serio que tanto lo caracterizaba, de a momentos dejaba entrever una mirada tierna y relajada cuando ella le dedicaba una sonrisa.
 Sentada en el regazo de Ubbe dándole de comer en la boca trozos de fruta, Siv hablaba con Torvi y contagiaba su felicidad con los invitados. Todos la miraban y él quería un poco de su atención. 
 Con suavidad, Ubbe corrió el cabello de Siv por detrás de su hombro y depositó un beso húmedo en su cuello. Ella apretó los labios y se giró para mirarlo. Sus ojos, antes llenos de inocente felicidad, se tornaron oscuros, como un lobo mirando a su presa.  
Ahi estaba.
Amaba la esencia dulce de Siv con todo su corazón pero esa parte, la seductora, fue lo que terminó de enamorarlo. Era impresionante la sensualidad que emanaba, como lograba a cautivar a más de uno con ella. Y sus hermanos nunca fueron la excepción.

Con vaso de vino en mano, Hvitserk observaba a la feliz pareja desde el otro lado de la mesa. Paseó sus ojos por la boca y hombros desnudos de Siv, sin algún tipo de pudor o discreción, recordando ese tiempo en el que fue suya, mucho antes de que se enamorara de Ubbe.
Tragó saliva y buscó con los ojos a Sigurd, esa noche enterraría su secreto en litros de alcohol.

Lo cierto es que los recién casados notaron esa mirada descarada, pero ninguno dijo nada. Eso había quedado en el pasado, pero sin embargo Ubbe pudo notar en varias ocasiones la incomodidad de Siv ante Hvitserk. Seguía provocando cosas en su esposa pero, a pesar de sus celos, entendía que no era una amenaza para su relación. Ubbe y Siv se habían elegido mutuamente para compartir su vida el uno con el otro, lo de ellos era amor. Entonces, ¿por qué no experimentar lo carnal juntos?

Ubbe observaba a Hvitserk mientras su hermanito bailaba ridículamente con Sigurd, pasados de vino, y sopesó una idea que haría que su mujer lo adore o lo deteste de por vida.


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Siv entró a su habitación y se descalzó. Le dolían los pies de tanto bailar y la garganta de tanto cantar sobre las sonatas. Con pereza, comenzó a quitarse las flores sobre su cabello y a depositarlas sobre la pequeña mesa frente a la cama. Se miró al espejo y soltó una risita, estaba despeinada y sudorosa pero, sobre todo, feliz. Detrás de ella, vio el reflejo de Ubbe sin camisa entrando a la habitación - tan desalineado como ella. Le sonrió mirándola en el espejo y caminó hacia ella, rodéandola con los brazos y posando el mentón en su hombro. 

-¿Cómo la pasaste, hermosa?

-La mejor noche de mi vida-respondió Siv, desajustándose el vestido.

Ubbe pegó la cadera a su trasero en un movimiento suave pero firme y acercó la boca a su oreja.

-Todavía no termina - susurró pasando la lengua por su lóbulo. Siv sonrió, meciendo las caderas lentamente, apoyando su trasero contra la entrepierna de su esposo. Sabía cuánto le gustaba que lo hiciese, y la cadena de eventos que siempre sucedía a partir de ello. Ubbe gimió, y en un movimiento brusco, la giró hacia él y comenzó a besarla desesperadamente.

 Había pasado toda la noche comportándose, siendo un esposo tierno, de esos que dan pequeños besos y nunca meten lengua. Bueno, ahora él y su lengua querían devorársela. Así que la sentó sobre la mesita y separó sus piernas. Ubbe la besó por última vez en la boca, mordiendo su labio inferior con la fuerza suficiente para que le regale un gemido, y se arrodilló ante ella.

  Mientras depositaba besos húmedos en sus muslos, Siv levantó su falda para que tuviese mejor acceso y lo tomó por la trenza, acercándolo a ella con desesperación. Echando la cabeza hacia atrás, comenzó a gemir ante el contacto. Ubbe la tomaba por las caderas para que se quedara quieta, y chupaba con fervor. Sabía tan deliciosa como siempre, y esa noche estaba mas mojada que nunca. Llevó las manos a su pantalón y, con movimientos torpes, se lo quitó. Sin despegar su boca de la entrepierna de su esposa, comenzó a masturbarse. Siv no paraba de gemir, incluso cada vez más alto. Los movimientos circulares de su lengua le erizaban la piel. 

 Luego de unos buenos largos minutos, Ubbe se puso de pie y pegó la frente a la suya. Sin quitarle los ojos de encima, se llevó un dedo a la boca para después introducirlo en su vagina. Siv se retorcía bajo sus movimientos, tomándolo de los brazos con fuerza y gimiendo su nombre una y otra vez. Los dedos de su esposo hacían magia, antes de él, el sexo oral era una insignificancia en su vida, nunca la habían tocado así de bien.
Ubbe sonrió.   
-Me encanta verte así, me pone tanto - dijo con voz ronca, chocando labios. Con la mano libre, la ayudó a quitarse el vestido y comenzó a ocuparse de sus senos, besándolos y chupándolos con suavidad. La combinación entre la estimulación vaginal y la lengua en sus pezones logró que alcanzara el orgasmo, dejándose caer sobre el torso desnudo de Ubbe.
-Te amo- jadeó Siv tratando de recomponerse - Esta noche no podría ser mejor.
Ubbe sonrió con picardía.
-Créeme que si.
Siv juntó las cejas, confundida.
Su esposo se apartó de ella, acercándose a la puerta y saliendo de la habitación. Minutos después, volvió a ingresar con Hvitserk detrás de él, quien la miraba con timidez. Al verla así, desnuda y jadeante, quería abalanzarse sobre sus labios pero esperaba el "si" de ella.
Siv pasó sus ojos de Hvitserk a Ubbe, confundida. Entendía perfectamente lo que estaba pasando pero no sabía por qué su esposo se lo ofrecía.
Ubbe respondió ante su mirada que pedía explicaciones.
-Este es mi regalo de bodas.   

  


                   


➳ vikings | one shotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora