Ragnar Lothbrok

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Allí, en el medio del campo de batalla, era donde Ragnar se sentía más cómodo, mas a gusto consigo mismo. No tenía que pensar en su próximo movimiento político o los problemas de la gente de Kattegat que se esperaba que él atienda. Ese momento - de dolor e ira - era suyo.
Casi que tenía la mente en blanco. Para él, solo era esquivar ataques, enterrar el filo de su hacha, sacarla y clavarla en alguien mas.

Matar, esquivar, matar.

Le goteaba sangre desde la barba y sostenía el arma fuertemente con sus dedos sucios y los nudillos teñidos de rojo. Caminando hacia su próxima víctima, un cadáver se le cayó encima, llevando directo al suelo. Ragnar hincó los codos en el barro e irguió el mentón.
Val, su esposa, lo miraba desde arriba, ofreciéndole la mano.
Ya de pie, Ragnar la observó unos segundos pero algo detrás del hombro de la chica llamó su atención. Un soldado corría en dirección a ella, pero no llegó muy lejos, puesto que Ragnar tomó el hacha de Val, hundiendo el filo en su cráneo para luego caer al piso.
-Hey-se quejó la escudera acercándose al cuerpo - Dale con tu hacha, no con la mía - y de un tirón desprendió el cadáver de su arma.
Sin darle mucha importancia a Ragnar, volteó para seguir batallando.
Val tenía el pelo recogido en una compleja trenza, y un pigmento negro sobre los ojos, realzando el color de sus iris. El sudor de su frente se mezclaba con las manchas de sangre sobre sus mejillas y un hilo color rojo comenzaba a caerle del labio. Llevaba el cuello al descubierto, dejando a la vista los tatuajes que tenía a la altura de la garganta, esos que a Ragnar tanto le gustaba acariciar mientras dormía.
Mató dos, tres, cuatro hombres en cuestión de segundos y dejó salir un alarido de guerra, envuelta en la adrenalina del momento.
Ragnar nunca antes vio algo tan violento y a la vez tan lindo. Era cautivante.
Como ejecutaba cada golpe, la agilidad de sus movimientos. Eran precisos, rápidos y tajantes. Era tan natural en lo que hacía. Se veía joven y llena de vida, y la envidiaba por ello. Sentía que su tiempo como rey le había succionado la juventud y ver a una persona tan energética le recordó que él alguna vez fue así.
Val podía sentir los ojos de Ragnar sobre su nuca, así que giró y le devolvió la mirada. Él se acercó a ella rápidamente y posó las manos en su cuello. Haciendo una leve presión en su garganta con los pulgares, le echó la cabeza hacia atrás y unió sus labios. Val emitió un pequeño gemido, perpleja. ¿Realmente ese era el momento?
Si bien quería que durara un día entero, se vio obligada a terminar el beso.
-¿Qué? - preguntó Val confundida, separándose unos centímetros de él. Ragnar negó con la cabeza y los ojos bien abiertos, como si no quisiera perderse cada detalle en sus facciones.
-Nada.

Se apartó relamiéndose los labios, sintiendo el sabor a dulce y sangre que dejó en su boca, y continuó luchando.

➳ vikings | one shotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora