Capítulo 7

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Lo que hicimos requirió de muchos meses de planificación, todo debía salir perfecto desde el primer intento

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Lo que hicimos requirió de muchos meses de planificación, todo debía salir perfecto desde el primer intento. Pero todas las horas que le dedicamos valieron la pena. El aire que se respiraba fuera era el mismo, pero por alguna razón era como llenar los pulmones con gloria.

𝐸𝑙 𝑑𝑖𝑎𝑟𝑖𝑜 𝑑𝑒 𝐴𝑟𝑖𝑜𝑛
꒷꒦꒷꒦꒷꒦꒷꒦꒷꒦꒷꒦꒷꒦꒷꒦

Sentían sus piernas doliendo con cada zancada que daban, producto resultante de la combinación entre el terreno irregular, el agotamiento por las largas horas que llevaban corriendo y algunos golpes de ramas bajas y caídas que no podían evitar. Pero gracias a la adrenalina seguían avanzando; corriendo y corriendo como si su vida dependiera de ello, cosa que al final, era lamentablemente cierta. Si llegaban a atraparlos fugándose, disfrazarían su homicidio como un trágico accidente. Lo sabían porque ya habían visto el deceso de varios de sus compañeros por el mismo motivo. Pero como siempre, existen las excepciones, y aunque eran relativamente pocos los casos de jóvenes que habían logrado escapar, era suficiente para mantener viva la esperanza en sus corazones.

No iban a negarlo, tomar la decisión de realizar aquel acto hacía que sus corazones fueran consumidos por el miedo, pero no había marcha atrás. Si volvían, los asesinarían. Si se detenían, los asesinarían. El único camino era hacia adelante, usar todas sus fuerzas y luchar para llegar a su meta.

A lo mejor Arion sonaría como loca si mencionaba en voz alta la afirmación que pasaba por su cabeza en esos instantes. Estaban exhaustos, eran capaces de moverse únicamente por instinto y la fría brisa nocturna que serpenteaba entre los árboles del bosque estaba cargada con la misma composición química que el aire dentro de su prisión, pero la sensación que la recorría era diferente, estando cada vez más cerca de su libertad sentía como si le crecieran alas, y el aire que golpeaba en su rostro y ronroneaba en sus pulmones estuviera cargado de valentía, inyectando una dosis de determinación a su cuerpo cada que inhalaba.

Estaban a punto de cruzar la línea final, tenían que hacerlo.

Habían gastado poco más de un año planeando cuidadosamente cada detalle de su fuga. La fecha, el clima, la hora, la rotación de roles en las tareas… Todas las condiciones tenían que ser perfectas. Habían generado una oportunidad de oro que sería pecado desperdiciar.

Al primero que debían agradecer era a Radamanthys, quien mientras ayudaba a cargar desechos orgánicos al bosque se dio cuenta de una puerta vieja y cubierta de musgo por fuera, completamente olvidada y un punto perfecto para realizar su huída dada su ubicación y la falta de atención dirigida a este lugar. La demás parte del crédito se repartía entre Aiacos, que robó del cuarto de herramientas una palanca para abrir la puerta e incitó a dos chicos problemáticos a una pelea para que la atención se dirigiera a ellos, Arion e Ithira, que se encargaron de distraer y emborrachar al guardia que vigilaba el pasillo que necesitaban recorrer, y Minos, quien ya tenía las mochilas con ropa y provisiones listas para su huída.

Diario de una ninfómana┆Saint Seiya. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora