Capitulo 12

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Era de madrugada y Mónica se quedo a dormir en la casa, ella duerme en mi cama y yo trato de dormir sobre una colchas tiradas en el suelo que puse y poso mi cabeza en una almohada de unos de los sillones de la sala.

Se veía tan preocupada cuando la acompañé a donde su doctora, ¿ella la pasa todas las veces así? ¿Entonces por qué quiso que fuera con ella? No lo se, no puedo pensar nada claro en cuanto ella.

Su cabello rubio le cubría una parte de su cara y sus pestañas húmedas brillaban por la luz de la luna que entraba por la ventana, sus manos, sus manos estaban hechas puños y sus cejas fruncidas, con un tipo de terror en sus sueños.

No me agradaba verle así.

Sus labios se apretaron y sus ojos se cerraron con más fuerza mientras una lágrima salía de sus ojos. Sus manos ya se habían extendido pero rasguñaban la colcha con fuerza y terror. Inconscientemente dirigí mi mano a la suya y con la yema toqué su mano, estaba fría, mi inconsciente tomó su mano. Sentía unas ganas incontrolables de tomar sus manos y calentarlas con las mías, sentía ganas de abrazarle y cambiar esa cara de terror y tristeza,

No me gusta ver a las personas así.

No me gusta verla a ella así.

Tomé fuerte su mano que temblaba y cada vez se ponía más fría. Ella de un momento a otro despertó agitada y con lágrimas en los ojos.

Nos miramos. Ella no dejaba sus lágrimas pasar de sus ojos y su respiración era irregular, aunque ella haya despertado no soltó mis manos, de echo, ella las apretó más fuerte.

-Chris...-dejó escapar la palabra. Un escalofrío recorrió mi cuerpo al escuchar y sentir el tono de voz que ella utilizaba, era temblorosa, con mucho miedo incluido y apenas audible por el poco aire que es capaz de respirar.

No puede respirar. De pronto me agité.

-¿Puedes respirar? ¿Estas bien? Agua, medicinas, comida, ¿quieres algo?- me tomó de la camisa apretándola muy fuerte y me acercó a ella. A centímetros que quedaban de distancia nuestras caras los dos nos observábamos directo a los ojos, los d ella llenos de lágrimas y yo con angustia y desesperación por saber que le pasaba.

-Si quiero algo...-me dice, su voz no cambiaba.

-Q...Qué...

-¿Te puedo abrazar?

Sus palabras resonaron en mi cabeza e hizo que mis mejillas se tornaran calientes, suerte que estábamos a oscuras y ella probablemente no me veía bien. Pero, ¿por qué quería ella abrazarme? ¿Acaso no está pensando coherentemente? ¿O qué tan triste estará para pedirme que le abrace?

-Chris...por favor...-bajó la mirada.

Me senté en la cama a su lado y tomé su cabeza para apoyarla en mi hombro, acurrucó su cara en el hueco de mi cuello y sentía el cosquilleo donde ella respiraba entrecortada. Unos minutos después ella rodeó mi pecho con sus brazos, sus delgados y frágiles brazos, sus manos entrelazandose para no quitar su agarre de mi.

Y así seguimos hasta que quedó dormida.

A la mañana, Mónica no había despertado y Fanny había llamado ya que ella había despertado y tenía hambre.
Me levanté de la cama dándole una ultima mirada a Mónica y yendo a la cocina donde Fanny ya estaba sentada esperando que le haga de desayunar.

-¿Sin siquiera despertaste a la abuela, pequeña idiota?- le reclamo, frunció el ceño, adoro cuando se enoja. Toqué su entrecejo y tiré su cabeza un poco para atrás. -No te enojes, que después te aparecerán arrugas.-

Mónica...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora