Winkle

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No recordaba mucho sobre los últimos días, lo cual significaba que el hechizo había funcionado.

Bueno, al menos eso era lo que Lilith decía.
Acababan de salir de uno de los pequeños pueblos más cercanos a Camelot.

A veces Lilith tomaba la forma de un caballo, aligerando el andar de su joven familiar, pero también solía transformarse en un pequeño ratón que dormía durante horas dentro de los bolsillo de la chica.

Pasaron frente a una cantina, ya casi a la salida del pueblo.
Lilith reposaba sobre su hombro, escondida entre su cabello, en la forma de un roedor.

Peggy dio un vistazo hacia dentro de la cantina, sin divisar nada interesante.
Y, mientras estaba distraída, se encontró chocando contra un gran cuerpo.

El impacto la hizo retroceder algunos pasos, pero se vio obligada a retroceder aún más para poder ver al hombre al rostro.

Era alto y fornido, de piel blanca aunque ligeramente bronceada. Su cabello castaño oscuro caía en delicados rizos sobre su rostro. Tenía una pronunciada nariz, labios finos y delgados y ojos marrones. Le calculaba tal vez unos cuarenta años de edad, pero, aún así, era muy bien parecido.

-Lo lamento.- dijo Peggy.

El hombre la miró serío, cerrando sus ojos levemente, pero, y sin decir palabra alguna, pasó de largo.

Eso no le parecía muy normal, era cierto, pero no le tomó importancia a la mala educación de aquel hombre.

Siguió caminando, saliendo de aquel pueblo y adentrándose en el bosque.
Lilith hablaba sobre su hombro, mientras ella solo asentía.

De pronto, Lilith salto de su hombro, tomando su forma felina y gruñia hacia unos arbustos cercanos a ellas.

Peggy se puso alerta, sabiendo que algo andaba mal.
De un momento a otro, vio la gran figura de un hombre saltar hacia ella.

La gema en su cuello comenzó a brillar de un intenso amarillo, mientras ella tenía su mano frente a ella, sosteniendo el pesado cuerpo del hombre en el aire.

Era el mismo hombre de hace rato. Levitando en el aire, con el rostro invadido por el miedo, el caza recomenzas luchaba por librarse de la brujería de la niña.

-¿Quien eres y por qué me sigues?- preguntó ella, conteniendo todo el miedo que sentía.

El gran hombre jadeaba en el aire, mientras intentaba formular sus palabras.
-Mi nombre es Din.- dijo él.- Yo solo... Por favor no me hagas daño...- rogaba, mientras Peggy podía escuchar como el aire dejaba su cuerpo.

Le dejó en el suelo, esperando que, por su bien, ya no se acercara a ella.
-¿Por qué me sigues?- preguntó ella

El hombre, Din, respiraba pesadamente, como si la magia de Peggy le hubiera causado daño.

El hombre sacó algo de su bolsillo y se lo extendió a Peggy, quien lo tomó con desconfianza.

Era un boletín de búsqueda.

Era simple. El dibujo de una chica se mostraba en el centro.
Le era familiar. Muy familiar.

Hasta que entendió.

Era ella. La buscaban a ella. Su cabeza valía casi un centenar de monedas de oro.

La preocupación comenzó a invadir su corazón. Buscó por todo lo largo de la hoja, incluso por el reverso, sin encontrar por ningún lado el emblema que buscaba.

No era un boletín de Camelot.
Alguien más la buscaba, y quería su cabeza con urgencia.

-¿De dónde sacaste esto?- preguntó ella.

La Hija De Morgana [Tales Of Arcadia]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora