Las mañanas eran, sin lugar a duda, su momento favorito del día.
En el pasado, pensar en tener un momento favorito del día le parecía una idea banal y estúpida. Pero desde hacía dos años, se había dado que cuenta que tal vez no era una idea tan incoherente.O, al menos, así parecían las mañana desde que Marius había llegado a su vida.
El niño había llegado para iluminar sus días, dándoles, de alguna manera, un poco más de sentido.Era una fría mañana canadiense y ambos castaños estaban sentados a la mesa.
Habían pasado ya dos años desde que Peggy había acogido a Marius y el niño se veía cada día más feliz.Marius había aprendido el idioma, logrando así poder comunicarse con Peggy, pero también era común que ambos hablaran en francés dentro de casa.
Marius hablaba sobre los sueños que había tenido durante la noche, mientras Peggy le escuchaba con atención.
En silencio, Peggy observó como las pequeñas manos de Marius parecían iluminarse poco a poco.
Hubo un momento en el que dejó de escuchar el relato del niño, concentrándose únicamente en el brillo de sus manos.Sin embargo, y ante la emoción al contar su historia, Marius alzó las manos al cielo, causando que un rayo de energía mágica saliera disparada hacia el techo.
Peggy protegió su cabeza con sus manos, sorprendida ante la demostración que se le había dado.
Marius bajó sus manos inmediatamente y trató de esconder sus pequeñas risitas.
-Creo que ya es hora de conseguir un cristal para ti.- dijo Peggy limpiando los residuos de polvo que habían caído del techo.
-¿De verdad?- preguntó Marius con brillantes ojos llenos de ilusión.
Peggy asintió con loa cabeza, mientras se apresuran a a limpiar la mesa con ayuda del pequeño niño.
Pensaba que conseguir un cristal para un mago tan pequeño podría ser una decisión un poco apresurada. Sin embargo, era la única forma que sabía para mantener sus poderes bajo control.
Ciertamente, al haber escondido sus propios poderes durante su niñez, jamás pensó que vería obligada a enseñarle a otra persona a controlar los suyos.
Los cristales eran buenos conductores de energía, así que sería fácil para que Marius aprendiera a controlar sus poderes de una manera que no le causaría daño.
Una vez que estuvieron listos, se encaminaron hacia las afueras del pueblo. Peggy sabía sobre una pequeña comunidad de gitanos que podrían ayudarla.
Tomando la mano del niño y con su fiel familiar sobre su hombro, llegó a la pequeña comunidad.
Los ojos la seguían, siempre lo hacían, pero habian dejado de molestarle las miradas.
Todos sabían sus negocios al acercarse a la comunidad. Una bruja que buscaba ayuda para sus hechizos. Una bruja al cuidado de un niño.Llegó hasta la pequeña tienda a la que iba con frecuencia, abriendo la cortina y entrando.
Un fuerte aroma a canela invadió sus fosas nazales.La tienda era pequeña, pero por alguna razón se veía demasiado grande por dentro.
Una mujer de mi diana edad apareció detrás de otra cortina.-¿Otra vez tu?- preguntó irritada la mujer.
-Es bueno verte también.- respondió Peggy.
La mujer le hizo un ademán con la mano para que cerrara la boca, mientras le indicaba que tomará asiento.
-¿Que necesitas esta vez, bruja?- preguntó la mujer otra vez.
Peggy se arrodilló sobre un cojín sobre la pequeña mesa donde se encontraba la mujer.
ESTÁS LEYENDO
La Hija De Morgana [Tales Of Arcadia]
Fanfiction[Libro 2] [TERMINADA] ¿Que habrá pasado en esos novecientos años de historia perdida? Conocemos el pasado de Peggy y el camino que la guía hasta su presente. Precuela de "La Aprendiz de Morgana" °°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°° ...