xi. calma entre aguas

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BATALLAS DE SANGRE,
capitulo once: calma entre aguas!


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          MARKUS Y YELENA BELOVA TENÍAN UN SILBIDO, algo tan característico de ellos, que solo les pertenecía a ellos. Tan íntimo, tan personal, tan nostálgico que Markus no podía evitar esbozar una sonrisa con pura tristeza. Él recordaba la primera vez que lo hizo, pero su hermana no logró silbarle de manera adecuada. Markus se consideró un tonto en ese momento, ¿cómo su hermana podría responderle con un silbido si ella tenía solamente tres años? Lograron consolidar ese silbido cuando Yelena había cumplido sus cinco años, donde ambos corrían por las calles de Moscú con absoluta libertad en su mundo, donde el miedo ni siquiera podía atraparlos si lo intentase. Sus padres, en aquel tiempo con vida, no estaban tan alejados de ellos y por eso el mayor de los Belova se sentía completamente a salvo — en un lugar completamente seguro.

          Hasta que, claro, ocurrió la tragedia.

          Ellos eran felices, antes.

          Yelena era un manojo de cabellos rubios, dorados, sueltos en la luz del sol provocando que se iluminasen más. Si muchos no la conociesen, parecería que se trataba de un pequeño angelito divagando entre calles que perpetraban inocencia, como también malicia. Sus orbes verdes eran curiosos, claramente dándole una de las virtudes de su personalidad tan inquieta y viva; mientras la de él parecía ser algo estoica para su edad. Tal vez eso se debía a la naturaleza sobreprotectora que él debía empezar a entrenar en orden de ser el hermano mayor. Markus recordó haber sentido celos cuando Yelena nació, ya que la mayoría de la atención que tenían sus padres era en la niña y no en él — pero supo cómo superar aquel pequeño obstáculo, tomando la misión de ser el hermano mayor que su hermana necesitaba. Markus, con el pasar de los años, se dio cuenta de que él sería capaz de matar a cualquier persona que se atreviese a tocar un simple cabello dorado de su hermana.

          Sus años en la Habitación Roja confirmaban dicha declaración.

          (Yelena llegó a aceptar eso desde que sus padres fallecieron.)

          Ese silbido, tan delicado y tan íntimo que compartían, fue desapareciendo conforme ellos crecían, pero Markus podía recordar la última vez que la escuchó hacer ese mismo silbido: su última misión juntos, en la capital de Jordania: Amal, durante el 2004. Fue una misión sencilla, con eliminar una junta de políticos que estaban a punto de armar un ataque terrorista en Israel. Bastó solo con camuflarse de dos de aquellos diez políticos que estaban en la mesa y lograron disparar una simple bala en cada una de sus cabezas — los cadáveres de los otros dos restantes yacían en sus respectivas casas. La alarma se activó una vez que ellos dejaron el edificio, donde varias sirenas de policía se acercaban a través de las avenidas bastante cargadas de gente caminando de un lado al otro. Se separaron para no levantar sospechas y se encontrarían en el Museo Arqueológico de Jordania, donde él fue el primero en silbar (sin tener el velo fotostático en su rostro) y otro pequeño silbido atrajo su atención.

WICKED ━━ Natasha Romanoff ² ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora