xxxix. shakh i mat

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FLOR MORIBUNDA,
capitulo treinta y nueve: shakh i mat (jaque mate)!


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          MARKUS DESPERTÓ SINTIENDO AGUA RODEANDO SU CUERPO, como si estuviese flotando en algún lugar en el océano, donde sus músculos tardaron mucho en recobrar el control. Sus orbes azules miraron en dirección hacia el cielo, el cual era una mezcla de negro con morado, con ligeros toques blancos, los cuales el castaño catalogó como estrellas. El eclipse a su lado podía darle una buena idea de que sus orbes centellaban de naranja, pero este se debilitó conforme pasaban los segundos. Markus se quedó quieto, sin dar indicio alguno de movimiento, solo la inmovilidad llegó a mantenerlo en la tierra — centrándolo ante la confusión en la que se encontraba metido. La quietud del agua fue suficiente para decirle que él estaba en un lugar seguro, que él estaba a salvo, que todo estaba bien en ese momento.

          Esperó que alguien viniese por él.

          Simplemente esperó.

          (No obstante, eso hizo que el castaño frunciese el ceño ante la incertidumbre de no ver a nadie caminando hacia él.)

          La tengo, te juro que la tengo.

          Fue un aullido alejado, muy lejos de él.

          Finalmente, él se levantó, sentándose en el gran charco de agua. Su entorno seguía teniendo las mismas luces, alumbrando el espacio justo como él lo recordó cuando Thanos se lo mostró hace cinco años. Se arrodilló en el charco, el cual mojaba su traje, pero no llegó a molestarle en absoluto. Sintió que varias gotas de agua caían por los mechones de su cabello y parte de su barba, el agua debajo de él teñida con el cosmos de las estrellas. Parecía hermoso, incluso frente a sus ojos, ante la mera quietud del lugar. Apretó su mano derecha y había algo allí, deteniendo su movimiento bruscamente. Abrió su palma, topándose con el fulgor anaranjado de la Gema del Alma, haciendo un gran contraste con el negro de sus guantes.

          —Lo hicimos—murmuró el mayor de los Belova.

          ¿Pero qué había pasado con el nudo en su garganta?

          Déjenme ir.

          Markus sintió que ya no tenía aliento.

          —¿Markus?—preguntó alguien a su lado.

          El castaño se giró, mirando en dirección a Clint, quien estaba mojado de pies a cabeza como él. Su mirada portaba la de un hombre destrozado, un hombre que batalló en una guerra, un hombre que perdió frente a las mejores armas del mundo: las propias. En ese desierto, en ese lugar donde un eclipse enmarcaba sus cabezas como coronas llenas de sangre y oro, Markus podía ver que ambos estaban respirando, que ambos estaban de pie. Pero la que no estaba de pie en ese momento era Natasha, su presencia era la de un fantasma, de la ausencia, de la misericordia y del sacrificio de un ser amado. Ella no dejó rastro alguno, ni siquiera su sangre para poder recordar. Natasha Romanoff dejó de existir a partir de ese momento, abandonándolos a ambos en aquel retorcido mundo.

WICKED ━━ Natasha Romanoff ² ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora