- Capítulo Cinco.

743 80 13
                                    


5

Pasó tres horas sentado en un sucio rincón, atormentado por diferentes pensamientos que no lo dejaban descansar, todos relacionados con represalias y desgracias para su clan.

Se frotó los brazos para entrar en calor y se cubrió con los jirones que quedaban de su kimono. Quedó adormilado, pero despertó tenso cuando la luz de una antorcha lo iluminó al entrar en la celda. Creía que Sasuke Uchiha había vuelto, pero al mirar hacia la puerta vislumbró un cuerpo menudo que entraba en la celda con paso decidido.

—Veo, señor, que es más fuerte de lo que pensaba.

Naruto se mordió la lengua, vacilando en contestar, pero cuando vio que se trataba de aquella mujer pelinegra, respiró aliviado y se permitió relajarse un poco. Iba desarmada y no parecía tener malas intenciones para con él.

—¿Cuánto tiempo me van a tener aquí? —preguntó cauteloso.

—El que haga falta —respondió la mujer.

Naruto frunció el ceño.

—El que haga falta... ¿para qué? —preguntó receloso ahora, entornando los ojos ligeramente.

—Pues para que a mi tonto nieto se le pase la rabieta, ¿para qué si no? —Una risita maliciosa escapó de sus labios.

Naruto la miró sorprendido y se levantó del sucio suelo apoyándose contra la pared de piedra. —¿Habla del jefe del clan Uchiha?

Le parecía asombroso que la mujer fuera la abuela del bastardo Uchiha, no aparentaba ser tan vieja como para tener un nieto adulto. Y como si no le diera importancia al hecho de llamar «tonto» a uno de los hombres más poderosos del País del Fuego, la mujer agitó la mano en el aire.

—Buen chico pero un poco tonto, y también orgulloso y terco como una mula. —Y lo enfatizó volviendo a agitar la mano—. Claro, lo heredó de su abuelo porque solo Dios sabe lo diferentes que eran mi hijo y mi nuera.

Hablaba de los antiguos señores Uchiha. Naruto siguió escuchando virtudes de los padres de Sasuke mientras la pelinegra se dirigía a la puerta, pero de pronto apareció un guardia y le cerró el paso.

—Señora...

Sin vacilar, la mujer lo apartó de un empujón; desde luego, era más fuerte de lo que parecía a simple vista.

—No creas que nuestra hospitalidad siempre fue tan mala. —Y se volvió hacia Naruto y lo instó a salir de la celda.

Para sorpresa del joven, el guardia no volvió a intervenir, franqueándole el paso a la mujer. En la mirada del hombre había respeto, pero también algo más. ¿Miedo? ¿Cómo era posible que ese bruto de aspecto rudo temiera a una mujer mayor, aunque en apariencia no lo demostrara? Se sintió avergonzado cuando la luz de la antorcha lo iluminó al acercarse. Iba prácticamente desnudo y Shizune se percató de ello.

—Pero que...

Naruto se irguió y movió los hombros en señal de indiferencia.

—No me digas que...

Naruto la fulminó con la mirada y dijo:

—Sigo intacto, anciana.

Fueron sus únicas palabras antes de que la pelinegra se acercara al pobre guardia y le arrancara la yukata que portaba y se la pasara a él. Naruto se dio la vuelta ante la visión del hombre desnudo.

La marca del Samurái - SasuNaru {ADAPTACIÓN.}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora